Psicología

Miedo en los niños y cómo cambia de los 0 a los 16 años

Los bebés sienten miedo de igual manera que los niños más mayores, pero el motivo para ese miedo va cambiando a medida que van creciendo.

miedo niños
Cómo cambia el miedo de los niños a medida que van creciendo

El miedo es un mecanismo de defensa que nos permite protegernos de situaciones que podrían comprometer nuestro bienestar. Por tanto, cambia según situaciones contingentes, de nuestro estado y, por supuesto, de nuestra percepción de la realidad y también va cambiando a medida que crecemos. Os hablamos ahora del miedo en los niños y cómo cambia de los a 0 a los 16 años.

Miedo en los niños y cómo cambia de los 0 a los 16 años

El miedo de los niños no deben minimizarse en absoluto dado que es algo real que todos sienten en mayor o menor medida mientras van creciendo. La tarea de los adultos, por tanto, no es anular los miedos, sino tranquilizarlos y mostrarles el camino para afrontarlos y vencerlos.

En esta lista, sencilla pero muy eficaz, queremos resumir los principales miedos de los más pequeños en referencia a su edad. Cada niño, entonces, desarrollará sus miedos, según la realidad en la que vive, la situación familiar que le rodea, su carácter y sus predisposiciones.

Desde los 0 a los 2 años

Por extraño que parezca, los bebés también tienen miedo. Sus miedos son sentimientos con fronteras fugaces, determinados principalmente por su percepción de la realidad.

Por eso, temen los espacios abiertos (trivialmente una cama demasiado grande en la que el bebé se siente perdido), la distancia de la madre (incluso cuando esto simplemente está fuera de su alcance visual), ruidos fuertes, o demasiados colores.

Desde los 2 a los 4 años

De los 2 a 4 años, los niños son conscientes de su mundo. Ya han aprendido a verse a sí mismos como criaturas distintas de su madre y su padre. Saben cómo lidiar con situaciones de incomodidad «fácil». En estas edades los miedos están, sobre todo, ligados a la falta de respuestas, a la incapacidad para afrontar plenamente lo desconocido.

En particular temen:

  • La oscuridad
  • Dormir solo
  • Ruidos demasiado fuertes e inesperados (de ahí el miedo a las tormentas eléctricas)
  • Oscuridad

Edad preescolar

En los últimos años del jardín de infancia o guardería y en los primeros años de la escuela primaria, los miedos adquieren un aspecto más definido. Los niños tienen la experiencia suficiente para dejar de temer determinadas situaciones que forman parte de su rutina (por ejemplo: dormir solos). Sin embargo, los miedos ancestrales permanecen (oscuridad, insectos o animales desconocidos, monstruos). A estos, hay miedos relacionados con el ámbito social:

  • Doctores y reconocimientos médicos en general
  • El rechazo de los compañeros

Desde los 8 a los 10 años

A medida que la vida social del niño se vuelve más intensa, el niño desarrolla miedos relacionados con la aceptación, el fracaso, la decepción. Es por ello que en los últimos años de la escuela primaria, a los miedos habituales (la oscuridad) se unen otros con contornos más psicológicos y que si no se abordan bien pueden provocar un trauma en el niño que también afecta a la edad adulta:

  • El miedo al fracaso (en la escuela, en los deportes, con los compañeros …)
  • El miedo a no estar a la altura (de las expectativas de los demás y de las situaciones contingentes)
  • Miedo a las malas notas
  • El miedo a las personas malas (reales) que implica una actitud cautelosa hacia los extraños.
  • Entre estos miedos comienza a aflorar el miedo a perder seres queridos (padres, hermanos, abuelos). El miedo a la muerte, a los demás, se abre paso en los pensamientos diarios.

Desde los 11 a los 16 años

En la preadolescencia y la adolescencia, el niño cambia radicalmente. Mucho más centrado en su mundo que en el mundo familiar y escolar (los miedos, en este sentido, están principalmente ligados a las consecuencias que un fracaso escolar que podría afectar en el desempeño diario de las actividades del niño), pero los miedos del adolescente, en particular, tienen también mucho que ver con la no aceptación por los demás, los cambios constantes, el juicio de los amigos, o el sentirse excluido del grupo.

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