Mario Conde y María José de Castellví en Mallorca

Con ese toque mundano, cercano, elegante y algo cómplice, ideal para una columna social como la que les escribo a diario salvo que algo lo impida y si se me permite el atrevimiento, hoy seré mas Mercer que nunca, pero es que la ocasión lo merece.
Soy afortunado en amigos de toda condición, pero todos tienen algo en común, tienen algo que decir, que contar, porque son inteligentes y hacen que la vida a su alrededor sea más bonita. El sábado fue un día mágico para todos los que fuimos convidados a la casa de los Sanjuan Arias para un almuerzo como siempre delicioso, en esta casa se come bien siempre, y se sirve con la elegancia que pocos conservan.
Sabíamos de antemano que era un almuerzo para pocos en que estaríamos amigos tanto de la Isla como de Madrid y Andalucía. Amigos que queríamos vernos y Mayte lo organizó para que así fuera. La grata sorpresa es que nos encontramos a dos amigos queridos por todos los presentes que acudían por primera vez a una reunión de sociedad en una especie de oficialización de un noviazgo que va viento en popa.
Hacen una pareja estupenda, y además se nota que la vida les ha hecho un regalo pues el aspecto de ambos es magnifico. María José iba radiante con un romántico vestido azul cielo troquelado en los bajos y Mario siempre perfecto eligió una camisa azul oscuro con pantalón blanco de lino, además de unos coloridos calcetines que daban a su look un toque diferente.
Lo cierto es que el almuerzo era para gente elegante que se conoce de toda la vida, y sin embargo al parecer la convocatoria fue casual. En Mallorca y sobre todo en su capital, Palma es un susurro cuando quiere ser discreta, pero cuando se entrega al arte de la buena sociedad, lo hace con esa clase antigua que tanto echamos de menos. Y así fue, en la terraza y con la brisa del mar acariciando la cas de Maite Arias y Sergio San Juan, tuvo lugar uno de esos encuentros que marcan el tono de la temporada: la presentación en sociedad de Mario Conde y María José de Castellví.
Una pareja sorprendente, sí, pero también magnética. Ella, elegante sin esfuerzo, con esa mezcla perfecta entre distinción catalana y frescura mallorquina. Él, un clásico en reinvención perpetua, con esa mirada de quien ha visto mucho y aún le queda por vivir. Aparecieron juntos como si el mundo fuese solo suyo y por unas horas, lo fue. Todos los presentes queríamos a uno u otro, o a los dos como es mi caso pues ambos han sido siempre estupendos en mi mundo y generosos en su amistad. La pareja maneja porque conoce bien el gran mundo del poder y sus intríngulis, asi que mucho tienen en común y están a la misma altura.
Además ambos han pasado por situaciones complicadas que han sabido superar sin dar la nota en ningún momento, tirando para adelante con fuerza. Y han llegado juntos a un punto de felicidad que no se puede disimular. Felicidad que cruje.
La cita reunió a lo más refinado de la escena social de la isla. Entre los invitados destacaban nombres que son sinónimo de buen gusto y amistad verdadera: Como Mayte Spínola, siempre radiante, y su hermana Mamen, ese binomio infalible que aporta conversación inteligente y arte con mayúsculas. Mayte fue testigo de los momentos más complicados del hombre que fue modelo a seguir para varias generaciones de españoles, y lo sigue siendo puesto que la admiración por su persona sigue siendo altísima.
La siempre elegante Koki Font, que domina el arte del silencio justo y la sonrisa exacta, para la que se acuño un nombre, el coquismo, vinculado a esta mujer imprescindible en las fiestas más elegantes. Ella es sumamente elegante, duela de un físico que la ayuda a lucir modelos arriesgados pero nunca demasiado atrevidos. Tiene clase, y lo más importante sabe disfrutar de la vida. Con ella recordamos la época en que Mario puso de moda las sevillanas, que se volvieron imprescindibles en todas las fiestas del país, claro en las fiestas bien donde no había complejos de ningún tipo y aun de podía hacer lo que uno quisiera en libertad.
Esa España era muy distinta a la de hoy, más alegre, más fresca, aunque se vivieran situaciones horribles no se fomentaba la toxicidad ni el odio. Éramos mucho mas modernos que los que hoy creen serlo. Y claro surgieron nuevos dioses, y alguno de ellos fue castigado por haber accedido al Olimpo sin permiso de los viejos o antiguos poderosos.
Cambio de tema y les cuento de mi amiga Teresa Morenés, condesa del Asalto, que con ese aire de misterio que solo las mujeres nobles y leídas saben manejar es capaz de decir todo con un solo gesto. Fue la primera mujer que ingresó en la Diputación de la Grandeza de España y siendo una niña vivió de cerca cómo se fraguó la instauración de la monarquía, siendo como la novena hija de su tío el Conde de Fontanar, fundamental en Villa Giralda para conocer la historia reciente de España. Vive en una dehesa, rodeada de toros bravos y caballos, haciendo familia en el campo donde reúne a los suyos cada vez que puede. Caso el ganadero Juan Pedro Domecq Solís, un grande entre los grandes ganaderos, pero ella no abandonó la pasión por el campo y los toros de lidia que conoce mejor que nadie. Visitamos ese lugar mágico y nos quedamos obnubilados, aunque lo que a mi me obnubila de esta mujer que muestra su clase sin esfuerzo ninguno es su conversación, siempre interesante y sobre la actualidad.
Es un modelo a seguir en muchos aspectos, es guerrera, pero sin usar jamás los malos modos. Tampoco faltó otra noble del sur, mi adorada Sonia Valenzuela, impecable como siempre, destilando inteligencia y calidez andaluza, y bondad, de la que necesita el mundo. Àngels Mercer, compartía confidencias siempre discretas y se cuidó mucho de decir que, al día siguiente, ayer domingo, celebraba su cumpleaños para no acaparar una atención que ese día correspondía a otros. Y el joven de la casa, Eduardo San Juan Arias, que empieza a escribir su propio capítulo en la historia social de Palma, bajo la tutela sabia y generosa de sus padres cada vez menos importante porque se ha convertido en un hombre independiente e inteligente que no necesita muchas tutelas.
Todo transcurrió con la cadencia exacta. Comenzó con aperitivos sublimes, y conversaciones deliciosas que no requieren de altavoz para trascender. No hubo declaraciones, pero sí miradas que lo contaban todo. Discreción, complicidad y afecto, tres palabras que definen tanto a los anfitriones como al momento que se vivió.
La pareja se dejó ver relajada, cómplice, sin imposturas. María José, irradiaba serenidad. Mario, también sereno y observador, brindó por la vida vivida junto a todos. Palma, otra vez, se convirtió en el escenario perfecto para escribir historia la personal de los protagonistas de la Historia. Porque hay días prefectos que todos recordaremos. Este fue uno de ellos, perfectos para unirlo a mis vivencias pasadas y futuras, y siempre inesperadas que son un regalo.
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