El Islam en España

La Junta Islámica: «Más del 50% de los musulmanes que residen en España tienen nacionalidad española»

Ejemplares del Corán (EUROPA PRESS).
Ejemplares del Corán (EUROPA PRESS).
Borja Jiménez

La Junta Islámica en España, con sede en Córdoba, ha admitido este miércoles que «más del 50% de los musulmanes residentes en España tienen nacionalidad española, siendo muchos de ellos nacidos en el país, aunque de familias migrantes». En este sentido, el organismo islámico español ha pedido que la gestión de la religión sea propia y no se deje influir por países terceros, como Marruecos, para que no suceda como en Francia o Bélgica.

Según ha advertido la Junta Islámica, países como Marruecos «intentan ejercer influencia sobre el Islam español, evidentemente está Marruecos, con cerca de un millón de personas originarias del país vecino». En este sentido, ha apelado a desarrollar «una gestión del Islam propia» en el país, como «garante» de su «independencia» ante terceros países, como Marruecos, entre otros, para así evitar «las malas experiencias vividas» en otras naciones europeas, «como Francia o Bélgica, donde esas visiones foráneas han perjudicado a las nuevas identidades nacionales, lo que ha favorecido en algunos casos la islamofobia y la extranjerización permanente de los ciudadanos de confesión musulmana».

La Junta Islámica ha explicado que ha mantenido «una reflexión constante sobre la realidad del Islam» en España, «sus distintos avatares, su crecimiento exponencial en los años 90 y, cómo no, el fenómeno de la radicalización violenta, que conduce por desgracia en algunos casos a la violencia terrorista».

Así, en las tres últimas décadas «se han vivido muy diversos intentos de controlar el desarrollo normalizado del Islam en España por parte de países terceros y también por parte del Estado español. Hemos vivido un larguísimo proceso que ha pasado por el desconocimiento del fenómeno de las conversiones de españoles y del propio Islam como religión en constante crecimiento».

A ello, se sumó «la aparición del terrorismo internacional», lo que condujo «todos los esfuerzos hacia el control y la prevención del radicalismo y de la aparición de los grupos terroristas con adeptos en nuestro país» y, «sin duda, en este campo hay que felicitar a las administraciones españolas, que han sido especialmente eficaces en esa tarea».

Por el contrario, según ha señalado la Junta Islámica, que preside la cordobesa Isabel Romero, «estos fenómenos nos han llevado a un desarrollo anormal en el crecimiento y normalización de la práctica del Islam en nuestro país» y, en este contexto, «algunos países de mayoría musulmana han intentado de forma constante tener influencia en los contenidos doctrinales de los musulmanes españoles, ya sean migrados o autóctonos».

Entiende la Junta Islámica que «Marruecos es claramente de vital importancia para España y para Europa», por cuestiones de «seguridad fronteriza, control migratorio, caladeros de pesca, materias primas y alianzas internacionales», pero «extender esto a la gestión del Islam en España es desconocer o querer obviar las malas experiencias vividas en otros países europeos», como las ya citadas Francia o Bélgica y, «al mismo tiempo, se han obviado casos de éxito en la integración de poblaciones diversas, en cuanto a origen y confesión».

Para la Junta Islámica, «tampoco termina de tener lógica el haber depositado toda la confianza de la gestión del Islam español en el lobby sirio, que durante más de 30 años ha liderado, con el beneplácito de nuestras administraciones, la no gestión del Islam español», lo que «ha facilitado el posicionamiento de grupos e ideologías como Hermanos Musulmanes o el wahabismo».

El asunto, en cualquier caso, según ha aclarado Junta Islámica, «no es de personas o nacionalidades, sino del hecho de que en España no necesitamos inspiración islámica foránea», pues la Península Ibérica «ha sido la cuna de los más importantes pensadores, científicos, matemáticos y filósofos musulmanes reconocidos en todos los rincones del planeta», mientras que «Marruecos o cualquier otro país islámico tienen sus propios modelos de gestión religiosa, adecuados a sus realidades culturales, políticas e ideológicas, y la mayoría no coinciden con nuestra realidad».

Ostracismo

Por otro lado, el «ostracismo crónico de los gestores de la Comisión Islámica de España (CIE), incapacitada de visión contemporánea del islam y sus retos en nuestra sociedad, nos han conducido a un impasse que ha impedido el desarrollo de una ciudadanía de confesión musulmana en igualdad de derechos y obligaciones con el resto de la ciudadanía».

Ello «ha impedido la normalización del Islam español» y promovido «su extranjerización, con la consecuente desafección, episodios de discriminación, delitos de odio y vulneración de los derechos de los ciudadanos españoles de confesión musulmana», en «cuestiones como el velo, la sexualidad, el terrorismo o los guetos», que «siguen estigmatizando y extranjerizando al colectivo» musulmán.

A esto se suma «la opinión de personas que consideran que la única salida para el Islam en España es entregarlo a Marruecos, a sus representantes en España; muchos de ellos en las estructuras del asociacionismo religioso de la CIE, en una falsa ecuación de ‘o Marruecos o el caos’, pero, por fortuna, la mayor parte de los más de 1.500 oratorios y mezquitas en toda la geografía nacional viven pacíficamente y satisfechos con la democracia y la libertad que disfrutamos, especialmente con la libertad de conciencia».

Medidas

Ante todo ello «lo primero» que se debe lograr es que los musulmanes en España puedan «vivir como ciudadanos de pleno derecho en aspectos tan sencillos como poder optar a enterramientos» según creencia; «poder acceder a alimentación y servicios halal en los establecimientos públicos, también ala enseñanza del Islam en las escuelas e institutos públicos y concertados», y lograr «el respeto del resto de los ciudadanos», para «que dejen de percibir el Islam como algo exógeno e incluso contrario a nuestro modelo cultural, modelo que por cierto es ya tan diverso como es el propio mundo».

La cuestión, según ha lamentado la Junta Islámica, es que «las administraciones públicas carecen de formación mínima en la comprensión de la diversidad, y mucho menos del Islam. No existen expertos que las asesoren ante posibles conflictos o vulneración de derechos, ni se ha diseñado una estrategia a medio plazo que ayude a regular el Islam español, que conduzca el modelo de sociedad que deseamos en Europa, y que filtre las injerencias de otros estados, que suelen usar el Islam como vehículo para infiltración de ideas políticas».

Por eso, «si éste gobierno o cualquier otro llega a la misma conclusión» de que «no hay más opciones que Marruecos para el Islam español, estaremos replicando una fórmula que ya se ha demostrado fallida, con lamentables consecuencias para propios y ajenos».

Considera la Junta Islámica, en definitiva, que se puede optar por «una gestión del Islam propia, con las bases y fundamentos del Islam de nuestras raíces y con todas las aportaciones de pensamiento, espiritualidad y cosmovisión del Islam andalusí, proyectado y necesariamente reinterpretado en nuestra sociedad contemporánea», siendo «necesario y urgente actuar políticamente sin miedo y, sobre todo, con conocimiento y visión de futuro», pues «el cortoplacismo, tan viciado en la política actual, no sirve de nada en este asunto».

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