5 pueblos medievales de Castellón detenidos en el tiempo


Castellón, tierra de contrastes entre el Mediterráneo y las sierras del Maestrazgo, esconde rincones que parecen haber resistido intactos al paso de los siglos. La provincia alberga pueblos medievales que conservan murallas, castillos y entramados urbanos de una autenticidad difícil de encontrar hoy en día. La combinación de arquitectura medieval, atmósferas tranquilas y paisajes únicos convierte a estas localidades en auténticos tesoros.
Morella: la joya monumental del interior
Morella se alza majestuosa sobre una colina, rodeada por más de dos kilómetros de murallas que aún hoy protegen su casco histórico. En lo alto, su castillo imponente domina el paisaje, mientras que la basílica gótica de Santa María la Mayor se erige como símbolo del poder espiritual y artístico que tuvo la villa en tiempos pasados. Pasear por sus calles empedradas es recorrer siglos de historia, con rincones que cuentan episodios de la Reconquista y del comercio medieval.
El atractivo de Morella no se limita a su patrimonio arquitectónico. Declarado miembro de Los Pueblos más Bonitos de España, la localidad ha sabido conjugar tradición y modernidad con una oferta cultural variada y una gastronomía local que atrae cada año a miles de visitantes.
Peñíscola: la fortaleza del Papa Luna
Peñíscola es probablemente uno de los enclaves más fotogénicos de la provincia. Situada en una península rocosa que se adentra en el Mediterráneo, su casco antiguo está coronado por el famoso castillo templario-papal, residencia del Papa Luna. Este monumento, visible desde kilómetros de distancia, convierte a Peñíscola en un destino ineludible para quienes quieren conocer la historia templaria y papal de la región.
Pero la localidad es también sinónimo de vida mediterránea: sus calles estrechas, las fachadas blancas decoradas con buganvillas y las espectaculares vistas al mar la convierten en un lugar en perfecta armonía.
Vilafamés: el encanto islámico y bohemio
Vilafamés, de origen islámico, sorprende por su trazado urbano irregular y su casco antiguo declarado Bien de Interés Cultural. Sus calles empedradas, enmarcadas por casas de piedra rojiza, crean una atmósfera mágica que ha enamorado a visitantes y residentes por igual. Uno de sus símbolos más conocidos es la Roca Grossa, un gigantesco bloque de piedra que parece desafiar la gravedad.
Además de su atractivo medieval, el municipio se ha consolidado como un lugar de encuentro para artistas y amantes del arte contemporáneo.
Culla: autenticidad en el Alt Maestrat
El Conjunto Histórico-Artístico de Culla, declarado Bien de Interés Cultural, conserva la esencia de siglos de historia gracias a su entramado de callejuelas empedradas, el antiguo hospital medieval y la iglesia de El Salvador, con su torre de gran presencia arquitectónica. Su ubicación, en lo alto de una colina, regala panorámicas de la comarca del Alt Maestrat.
Mascarell: un tesoro amurallado único
Mascarell tiene una singularidad que lo hace único: es el único pueblo de la Comunidad Valenciana que conserva íntegramente su recinto amurallado. Sus muros, levantados en el siglo XIII, encierran un pequeño entramado de calles que mantienen intacto el trazado medieval original. Entrar aquí es viajar directamente a la Edad Media.
Aunque su tamaño es reducido, cada rincón del pueblo conserva detalles arquitectónicos que hablan de su pasado: la iglesia parroquial, la antigua casa consistorial y las viviendas tradicionales ofrecen una imagen auténtica de la vida medieval.
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