Sanidad restringe las mascarillas anticontagio a los sanitarios que realicen prácticas de alto riesgo
El Ministerio de Sanidad contempla en sus protocolos que sólo un reducido grupo de sanitarios utilice mascarillas protectoras autofiltrantes (tipo FFP2 o FFP3), las que realmente sirven de barrera frente al coronavirus. El resto de los profesionales de los hospitales, según figura en un documento oficial, deben realizar su trabajo con las mascarillas de tipo quirúrgico, las mismas que Sanidad advirtió que no servían para evitar contagios.
La escasez de mascarillas en general es endémica en España. Pero concretamente, el acceso a las mascarillas protectoras autofiltrantes, las de uso profesional que protegen entre un 92% y un 98% frente a patógenos externos, sí que es realmente complicado. Según datos de Sanidad de hace dos semanas, del grueso de las mascarillas que había comprado el Gobierno -en torno a 100 millones de unidades- sólo un 3% de ellas eran de tipo FFP2 o FFP3. Las eficaces con el virus.
Los 97 millones restantes son mascarillas quirúrgicas, las que el Gobierno recomienda para que una persona contagiada frene la expansión del virus a quien le rodea. No son profilácticas frente al Covid-19, como ha reconocido abiertamente Sanidad, que sin embargo recomienda su uso a la gran mayoría de sanitarios (a aquellos que no tengan una relación directísima con el virus).
En las nuevas instrucciones difundidas el lunes 14 de abril por el Ministerio de Sanidad se especifica que sólo hay tres supuestos en los que los sanitarios deben llevar estas mascarillas ‘anticontagio’. Así figura en las páginas 17 y 18 de los nuevos protocolos de «prevención y control de la infección en el manejo de pacientes con COVID-19».
Según recoge el documento, la gran mayoría de las labores sanitarias de un hospital están exentas del requerimiento de utilizar mascarillas FFP2 o FFP3. Por ejemplo, aquellos sanitarios que lleven la comida a enfermos de coronavirus, que les presten «tareas de cuidado directo» en los boxes de aislamiento, los celadores que acompañan a los pacientes durante su ingreso, los sanitarios que tengan que valorar el posible caso de Covid-19 (triaje), los conductores de ambulancia o los que se ocupen de tareas de limpieza y tratamiento de residuos deberán hacer su trabajo con mascarillas quirúrgicas. Con el consiguiente riesgo de contagio que ello supone.
Ante la falta endémica de material de protección efectivo, las mascarillas autofiltrantes -insistimos, las únicas que protegen del virus- sólo las deben usar, según Sanidad, los sanitarios involucrados en las siguientes tareas: personal que efectúa procedimientos con generación de aerosoles (como la toma de muestras para hacer un test, la mayor práctica de riesgo de contagio), el personal de laboratorio que trabaje con muestras del coronavirus, o a quienes deban manipular cadáveres «con riesgo de generar aerosoles».
Fuentes sanitarias explican que, en la práctica, tan sólo se recomienda el uso de mascarillas autofiltrantes a los profesionales sanitarios que realicen las pruebas del coronavirus a los pacientes u otras prácticas de alto riesgo. En el caso de quienes manipulen cadáveres, la generación de aerosoles sólo se produce en «prácticas de autopsia clínica», que según los protocolos de Sanidad están prohibidas para pacientes con positivo de Covid-19. Es decir, que en el manejo de cuerpos se utiliza de forma generalizada la mascarilla quirúrgica.
Estas mismas fuentes advierten de los graves riesgos que estos protocolos entrañan sobre la salud de los sanitarios, en vista que los estudios epidemiológicos mundiales muestran que el virus se puede contagiar por su suspensión en el aire. Especialmente en espacios cerrados como hospitales. «Si hubiera mascarillas de las buenas para todos, a nadie se le habría ocurrido recomendar mascarillas de uso no profesional como está haciendo Sanidad», concluyen a OKDIARIO fuentes de la sanidad pública.