¿Conoces el síndrome de la alimentación nocturna?
Este trastorno afecta alrededor del 2% de la población mundial
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A pesar de ser un hábito de lo más recurrente en gran parte de la población mundial, el llamado síndrome de la alimentación nocturna es un desorden alimenticio, psicológico y del sueño. Se caracteriza por la ingesta de una gran cantidad de comida, que en algunas ocasiones alcanza el 70% del total diario, después de cenar y a horas intempestivas. Además, el paciente suele comer muy poco durante el día, derivando todos sus esfuerzos a este atracón final.
Este comportamiento nada tiene que ver con un ataque de ansiedad, sino con un componente emocional muy fuerte. El síndrome de la alimentación nocturna está asociado principalmente a la depresión, los desequilibrios hormonales o una baja autoestima. Este desorden es más frecuente en mujeres, con un porcentaje del 66%, a una edad adulta que ya supera los 30 años y en pacientes que sufren obesidad o sobrepeso. Eso sí, es muy importante no confundirlo con otros trastornos como la bulimia nerviosa o la polifagia, pues sus síntomas son de lo más dispares.
Conductas habituales del síndrome de alimentación nocturna
- Consumir la mitad de las calorías diarias después de cenar.
- Sentir tras el episodio un sentimiento de culpa superior al de placer o satisfacción.
- Protagonizar atracones nocturnos, principalmente de hidratos de carbono. Destacan la bollería industrial, la pasta, el pan o los dulces.
- Tener desordenes del sueño como insomnio o sonambulismo.
- Perder la capacidad de dormir si no cumples con dicha conducta.
- El consumo de alimentos no tiene lugar de una vez. El paciente come pequeñas cantidades de comida cada dos o tres horas durante toda la noche.
Estos síntomas deben recibir un tratamiento de urgencia, ya sea a través de fármacos o terapias nutricionales, o mediante remedios caseros. En este último grupo se recomienda, por ejemplo, escoger alimentos saciantes como la avena, el yogur o el té; cenar un plato rico en hidratos de carbono, para así saciar el ansía. O, en los casos más extremos, cerrar la puerta de la cocina con llave.
Temas:
- Alimentación