¿Por qué no te callas?

¿Por qué no te callas?

Es duro hacer callar a alguien. Los prebostes de lo políticamente correcto me afearían tal conducta indicando que cualquiera puede expresar su opinión de manera libre, argumentándolo con un sinfín de monsergas. Aquellos que enervan la libertad de expresión y a la vez cercenan dicho derecho cuando sus argumentos quedan en evidencia. Pero no reparan en qué ante el insulto, la mentira y la insidia, solo queda mandar callar. Debe callar López Obrador, Miquel Iceta y si, debe callar Bergoglio, “Papa Francisco”.

Debe callar López Obrador por sus falacias y su demagogia populista, rancia y embustera retórica de la izquierda cuyo fin es imponer una falsedad como “verdad inmutable” ocultando miserias y mezquindades ya difícilmente enmascarables. López Obrador esconde su exigua incompetencia. La carta en la que exige al Rey de España disculpas por los “agravios” de la Conquista de México y las “heridas abiertas” que según ese jumento aún persisten, es vergonzosa e intolerable y cualquier gobierno serio hubiera llamado de forma inmediata al embajador a consultas. Porque la historia, nuestro pasado y aquellos que lo hicieron posible merecen el mayor de nuestros respetos y glorias. Condena a Colón y apoya al chavismo, ese narco Estado corrupto y putrefacto, parejo en todo al suyo mismo.

Miquel Iceta, máximo exponente del socialismo catalán debe contener sus “alegres” comentarios pues solo consigue alimentar a la voraz e insaciable hiena soberanista. «Si el 65% de catalanes quiere la independencia, la democracia deberá encontrar un mecanismo». Y las pronuncia en pleno proceso judicial contra quienes se levantaron contra España y su orden constitucional, balbucidas ante un escaparate, Europa, que mira de reojo a nuestra nación y donde cualquier pronunciamiento loco e insensato puede desembocar en una condena a nuestra nación. Y porque la soberanía de España es sagrada e intocable. No existe porcentaje que pueda destruir lo edificado tras siglos de luchas, sacrificios, éxitos y quizá algunos fracasos, pero siempre con la esperanza de una convivencia en la unidad y en el progreso. Porque muchos dieron su presente por nuestro futuro.

Debe callar el Vicario de Cristo. Bergoglio camina en un mar de contradicciones entre su mensaje evangélico y lo que traslucen sus palabras que ni promueven la fe ni acercan al individuo a los dogmas del catolicismo de Roma. Sus desatinos en materia social gravitan en su mente concibiendo un mundo dominado por el “capitalismo sojuzgador de las capas populares”. Debería ser consciente de que no debe emitir proclamas ancladas en un viejo peronismo demagógico a las que tan acostumbrado estaba desde su Argentina natal, ideas que solo presentes en su imaginario, avituallan el orbe socialista y no el orbe católico, convirtiéndole en el gran aliado de las tesis de la izquierda radical que solo siembran en los países donde se impone, miseria, hambre, pobreza y en muchos casos, muerte. Debe callar cuando alimenta el voraz apetito peligroso y casi fenecido de la Teología de la Liberación, de inspiración marxista, que tanto daño hizo a la Iglesia en la América Hispana. Cuando argumenta de forma falaz el falso motivo por el que repudia viajar a España. «Visitaré España cuando haya paz», afirmó en el avión que le trasladaba a Marruecos, país “crisol” de paz, democracia y libertad. ¿Qué se cree que es España? ¿Por qué viajó a Turquía, Filipinas, Sri Lanka, Cuba, República Centroafricana, Azerbayán o Myanmar?, ¿se deben suponer países ahítos de concordia y justicia social?. España pasa por momentos difíciles, pero aquella nación puente y crisol de las bondades y bien haceres del catolicismo en América ha demostrado, a través de sus gentes, como sabe encauzarlas desde la tranquilidad, la confianza y la unidad. A pesar de nuestros políticos. Cuantas veces es necesario callarse. Cuantas veces es necesario el silencio. Porque como dijo Ludwig van Beethoven: “Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo”.

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