EL QUILOMBO

Milei para dummies

Milei para dummies
Luis Balcarce

Para quienes todavía no lo han entendido: Javier Milei no ganó estas elecciones legislativas por mérito propio, sino porque el peronismo da más miedo que una película de terror. Los verdaderos artífices de la victoria libertaria fueron Patricia Bullrich, Luis Petri y Diego Santilli, todos ex del PRO, el partido de Mauricio Macri, que remontaron 14 puntos de desventaja después de que el kirchnerismo les propinara una paliza el mes pasado. Ha sido una proeza, no se puede negar. Pero Milei, en lugar de salir como un energúmeno a saltar y gritar en un escenario, debe hacer una lectura sosegada para que esta victoria se convierta en la antesala de la verdadera resurrección argentina.

La realidad suele ser menos épica: los argentinos no votaron tanto por Milei como contra Cristina Fernández de Kirchner. El fantasma de CFK sigue siendo el mejor activador electoral del macrismo, que salió en masa aterrorizado ante la posibilidad de que la cosa se fuera definitivamente al carajo. Y es que el cartel peronista en la Provincia de Buenos Aires (PBA) parecía más una reunión de los Peaky Blinders que una candidatura democrática: entre Sergio Massa, Axel Kicillof, Máximo Kirchner, el ex montonero Jorge Taina y Juan Grabois, monaguillo del diabólico Papa Francisco, acumulaban más antecedentes penales que méritos políticos. Y tenía razón CFK cuando le advirtió a Kicillof del error de desdoblar las elecciones legislativas en PBA en provinciales y nacionales. La apabullante victoria K de hace sólo un mes desmovilizó a las mesnadas peronistas.

La boleta única también jugó su papel estelar. Adiós al robo de papeletas, los sobres trucados y las maniobras dignas de un prestidigitador. Ahora el presidente de Mesa te da la papeleta y un boli para que marques una cruz sin intermediarios. Simple, transparente y probablemente responsable de evitar el fraude al que el peronismo bonaerense tenía tan acostumbrados a sus huestes con el sobre y la papeleta en mano. Ahora entendemos por qué Kicillof le tenía tanto temor a la papeleta única en la Provincia de Buenos Aires: porque sus punteros políticos ya no tenían el poder de disponer de un sobre con la papeleta K para canjearlo por planes sociales en las villas miseria.

Por una vez, la política ha sido generosa con Argentina y le ha dado otra oportunidad para enterrar el populismo. Pero que Milei no se confunda: esto no es un cheque en blanco. Las urnas no tragan con las presuntas corruptelas de su hermana Karina ni con las maniobras de su gurú Santiago Caputo, ese «mago del Kremlin» criollo. Los argentinos están aprendiendo —por fin— que el camino hacia la prosperidad es infinitamente más duro que el camino de la servidumbre al que los encadenó el peronismo durante más de 80 años. Esta victoria es una prórroga, no una coronación. Milei tiene dos años de promesas pendientes que cumplir. Y el reloj ya está corriendo.

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