Meloni ocupa el lugar de España en Argelia

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Los políticos italianos son más inteligentes que los españoles, al menos en los últimos años. Nos lo demuestran al negarse a descentralizar su país, a la manera del Estado autonómico español, al negociar directamente con Donald Trump excepciones a los aranceles y al ocupar el lugar de España en Argelia.

El 23 de julio se celebró en Roma la quinta cumbre entre Italia y Argelia. La primera ministra Giorgia Meloni recibió al presidente argelino, Abdelmajid Tebboune, de 79 años, y firmaron numerosos acuerdos. La amistad no tiene sólo carácter económico, sino también estratégico. Enfrentada a Francia y España, Argelia encuentra un socio que le abre la puerta de Europa en Italia. ¡Otra ventaja que, por obra de Pedro Sánchez, los españoles perdemos, como el acuerdo con la colonia de Gibraltar tras el Brexit!

La adhesión de Sánchez al plan de autonomía para el Sáhara Occidental, que disimula la anexión de este territorio a Marruecos, causó la irritación de Argelia, la cual respalda al Frente Polisario contra su vecino marroquí. En los años 60, los dos países libraron la guerra de las arenas y desde 2021 las relaciones están rotas.

En marzo de 2022, Sánchez mostró su apoyo a Mohamed VI, todavía no sabemos el porqué… o por cuánto. En junio siguiente, el régimen argelino, que al igual que el marroquí tampoco es una democracia estilo escandinavo, suspendió el acuerdo de amistad con España, firmado por José María Aznar y Abdelaziz Buteflika.

Los intereses españoles en Argelia consisten en inversiones (en un país de crecimiento demográfico, cuya población es similar a la española en cantidad); el control de la emigración; y la compra de gas natural. Esta materia prima se incorporó al mix energético español cuando el Gobierno de otro socialista, Felipe González, suspendió la construcción de varios reactores alegando motivos ecologistas.

A pesar del enfado del régimen argelino, una gerontocracia formada por los militares y políticos de la guerra de la independencia contra Francia, éste ha continuado vendiendo gas natural a España, mediante la empresa Naturgy, socia de la estatal Sonatrach, encargada de la extracción del hidrocarburo y de su transporte. En 2024 y la mitad de 2025, Argelia ha vuelto a ser el primer suministrador de gas a España, por encima de Estados Unidos, Catar, Noruega y Rusia.

El mantenimiento de los negocios por parte argelina es lógico, ya que más del 95% de las exportaciones del país más extenso de África consisten en la venta de hidrocarburos. Por tanto, no va a perder un cliente, sino a hacerle pagar más. Y la venganza la notaremos en la factura de la electricidad.

Por el lado español, la decantación de Sánchez por Marruecos ha supuesto la pérdida de unas relaciones privilegiadas y la perspectiva de mayores negocios. España es el único país europeo con parte de su territorio en África (Canarias, Ceuta, Melilla y diversas islotes y peñones). Además, los yacimientos de gas argelinos penetran en Europa a través de cinco gaseoductos, dos que concluyen en España y tres en Italia.

Aparte de la economía, a España como nación soberana le interesa sobremanera la amistad con Argelia, aunque su gobierno sea socialista y esté aliado con Rusia (y antes con la URSS). Y eso es lo que hemos perdido.

Un diplomático español definió así la situación de nuestro país en el mapa: «España limita al norte con Francia y al sur, también». En consecuencia, una política permanente de Madrid, con independencia de los Gobiernos, debería de ser la alianza con Argelia. Desde la entrega del Sáhara Occidental en 1975, sólo un gobernante ha reconocido la necesidad de enfrentarse al eje París-Rabat, y fue Aznar, aunque después de unos años de continuidad con la penosa política tradicional de aceptación de los desprecios marroquíes.

Aznar firmó un tratado de amistad con Argelia (ahora suspendido), sacó del estancamiento el conflicto del Sáhara en el Consejo de Seguridad de la ONU y respondió militarmente a la ocupación de Perejil. Su mandato concluyó con los atentados del 11-M antes de las elecciones de 2004, cuyos autores materiales, según la sentencia judicial, fueron marroquíes.

Los presidentes de Gobierno posteriores a Aznar, es decir, Rodríguez Zapatero, Rajoy y Sánchez, regresaron al sometimiento a Francia y Marruecos. El efecto al otro lado del Mediterráneo es una Argelia aislada.

La declaración conjunta de Meloni y Tebboune incluye pronunciamientos sobre varios asuntos internacionales: la estabilidad en Libia (antigua colonia italiana), el alto el fuego en Gaza, la unidad nacional de Siria, la paz en Ucrania y, también, el Sáhara Occidental. Respecto a este conflicto, Italia y Argelia han expresado su apoyo a una solución «mutuamente aceptable» y de acuerdo con «las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad». Es decir, el referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui.

Ni Marruecos es nuestro vecino amable ni su plan de anexión del Sáhara cuenta con el respaldo de la comunidad internacional, como afirman sus voceros en España.

Los baleares que piensan que la política exterior no les toca, pregúntense por qué llegan a las islas pateras desde Argelia.

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