Las actividades extraescolares que marcan tendencia este año


La elección de actividades extraescolares ya no es lo que era. Hasta hace no tanto, la decisión solía pasar entre fútbol, baloncesto o quizás inglés. Hoy el panorama es mucho más amplio: la oferta se ha multiplicado y combina propuestas tan diferentes como la robótica infantil, el baile moderno, el mindfulness o el dibujo de manga. No es casualidad. Los padres buscan actividades que enganchen a sus hijos, y los niños piden experiencias que sientan como propias, alejadas de la rutina escolar.
Tecnología en primera fila
La gran estrella de la temporada son los talleres de robótica y programación. En muchas academias ya se puede ver a niños montando robots con piezas modulares, experimentando con sensores o probando impresoras 3D. “No es solo jugar con cables, aprenden a pensar”, resume un monitor de un centro de Chamberí. Y lo cierto es que este tipo de actividades ayudan a entrenar la lógica y a trabajar en equipo, dos habilidades que más de un padre desearía haber adquirido a esa edad.
Algo parecido ocurre con la música digital. La figura del DJ ha saltado de las discotecas a las aulas, y hoy muchos chicos quieren probar a mezclar canciones en una mesa o a crear su propia base en el ordenador. La guitarra y el piano siguen estando ahí, claro, pero lo digital ofrece una puerta distinta hacia la creatividad.
Artes marciales, baile y mucho movimiento
Entre las actividades más físicas, street dance o el baile urbano o ocupa un lugar destacado entre las actividades extraescolares. El empuje de programas de televisión y redes sociales ha hecho que este estilo se convierta en un clásico moderno. Además de ser divertido, mejora la coordinación y la memoria, y da a los niños una forma de expresarse que conecta con lo que ven en su día a día.
Las artes marciales, por su parte, mantienen su atractivo intacto. Karate, judo o taekwondo no pasan de moda. A algunos padres les sorprende que los pequeños se enganchen tanto, pero lo cierto es que la disciplina, el orden y la superación personal que transmiten son un plus evidente. Y a muchos niños les fascina la idea de llevar un cinturón de color y progresar paso a paso.
Creatividad en todas sus formas
No todo es sudar la camiseta. Las actividades artísticas siguen vivas y, en algunos casos, más de moda que nunca. El dibujo de manga y cómic es un buen ejemplo. Lo que empezó como una afición casera se ha convertido en talleres específicos donde los adolescentes aprenden a crear personajes, jugar con las tramas y dar vida a sus propias historias.
También resurgen propuestas como la cerámica o las manualidades, que pueden sonar antiguas, pero funcionan muy bien como espacio de calma. Moldear barro, pintar o experimentar con materiales sigue teniendo algo terapéutico que engancha tanto a niños como a adolescentes.
Y, cómo no, el teatro infantil. Una de esas actividades que nunca pasa de moda porque lo tiene todo: mejora la expresión oral, fomenta la confianza y enseña a trabajar en equipo. A muchos chavales les sirve además para perder la timidez y descubrir que son capaces de hablar delante de un público.
Running y mindfulness: bienestar en clave infantil
Las nuevas tendencias también apuestan por el bienestar de cada uno de los niños. Cada vez más colegios y academias ofrecen mindfulness adaptado para los alumnos. Se trata de sesiones breves, con dinámicas sencillas y juegos de respiración para aprender a manejar emociones y concentrarse. No se trata, ni mucho menos, de que un niño medite como un adulto, sino de darle herramientas para gestionar la presión que pueda tener en el día a día.
El running infantil es otra propuesta muy emergente. Se centra en fijarse metas alcanzables, el placer de correr en grupo y disfrutar del aire libre. En tiempos de pantallas, para muchos padres suena casi como un regalo que los niños disfruten de igual manera al aire libre.
Una decisión difícil
Cada niño es distinto y lo que a uno le motiva puede aburrir a otro. Pero lo que sí está claro es que la oferta de este año en Madrid y en otras ciudades permite probar casi de todo. Desde los más tecnológicos hasta los más creativos, pasando por los que necesitan movimiento constante, hay un abanico amplio que va mucho más allá de lo académico.
Al final, lo importante no es llenar la agenda, sino dar con esa actividad que haga que los niños esperen con ganas la tarde del martes o el jueves. Esa ilusión es, en sí misma, el mejor aprendizaje.