NEGOCIACIONES

Puigdemont adelanta a Díaz que también exige la condonación de la deuda de Cataluña: 70.000 millones

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Joan Guirado

Yolanda Díaz ha roto el hielo en la relación del Estado con el prófugo Carles Puigdemont. Una visita que el líder de Junts per Catalunya considera «un logro del exilio» y que a la vicepresidenta segunda del Gobierno le ha servido para conocer de primera mano las exigencias de Puigdemont a cambio de facilitar la investidura de Pedro Sánchez. A las demandas conocidas hasta ahora, la amnistía y la autodeterminación -fijadas como líneas rojas-, el eurodiputado también reclama dinero: la devolución de los 20.196 millones de euros en la que cifran el déficit fiscal y la condonación de los 70.000 millones que Cataluña tiene pendiente de devolver a través del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA).

La también ministra de Trabajo y Economía Social, que estuvo cara a cara con Puigdemont casi tres horas en una de las muchas salas del Parlamento Europeo, fue una de las pocas aventajadas que conoció de primera mano las demandas -o más bien exigencias- que va a plantear tanto a Sánchez como a Alberto Núñez Feijóo para iniciar cualquier negociación. Hasta ahora sólo ha habido diálogo. Puigdemont, según fuentes conocedoras del encuentro, le trasladó a Yolanda Díaz que la amnistía y el derecho a la autodeterminación serían condiciones innegociables. La primera, una ley que olvide jurídicamente lo ocurrido en 2017, asumida ya por todas las partes implicadas en investir a Sánchez. La segunda con muchos más reparos en la parte socialista y la que puede acabar descarrilando la negociación.

Sin excusas para el PSOE

Díaz le pidió que rebajase sus pretensiones, que serán de máximos, para que el PSOE no pueda tener ninguna excusa para levantarse de la mesa en cualquier momento. Un temor que existe si las encuestas le auguran una subida y no depender de los separatistas. Pero no sólo la autodeterminación es una de las exigencias que la vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones le pidió rebajar. También, en las cosas del día a día, le pidió moderar sus peticiones en forma de cesiones, transferencias o pagos pendientes. Puigdemont, según las mismas fuentes, le advirtió que su pretensión era, «en esta legislatura», lograr el traspaso «de todas las infraestructuras y organismos de Estado» que todavía no han sido transferidos. Lo que en Cataluña se consideran «estructuras de Estado» y que son la base de la secesión.

Junts quiere el traspaso del aeropuerto de Barcelona, los puertos de Barcelona y Tarragona, los trenes de Cercanías o las competencias de la Seguridad Social. Todo «lo necesario para no depender en nada de Madrid», le explicó. Puigdemont le avanzó su voluntad de que el Govern pueda inscribir empresas y gestionar la afiliación de altas y bajas, así como la gestión de las prestaciones de desempleo y la relación con las mutuas colaboradoras del organismo. A Díaz, el ex president de la Generalitat, también le reclamó la cesión total de las competencias en materia de Trabajo y Ocupación -que precisamente dependen de ella-.

Deshielo

Yolanda Díaz ha sido la primera dirigente del Estado en visitar a Puigdemont de forma oficial. Con cámaras. Su negociador Jaume Asens, hace unos días, ya advirtió que era importante que algún líder estatal viajase hasta Bruselas. Y ha sido su jefa, nada menos que la vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones, la que lo ha hecho. Aunque no se sabe muy bien bajo si ese sombrero o el de líder de Sumar -y en consecuencia quién ha sufragado el viaje, en un vuelo regular, y la noche de hotel de ella, su equipo y los escoltas-. Un encuentro que ha servido para rehabilitar políticamente al líder de Junts, que sigue rechazando dar la cara ante el Tribunal Supremo.

La reunión de este lunes fue el primer paso de muchos que se van a dar de aquí a la investidura de Pedro Sánchez. Y el presidente en funciones tendrá que hacer alguno de ellos. Como «pedir perdón» al prófugo que se sintió insultado cuando Sánchez dijo de él que «ya era una anécdota». Puigdemont le ha trasladado a Díaz que le convenza para ello y de paso «que haga como ella». Es decir, que vaya a verle. Aunque fuentes cercanas al eurodiputado de Junts aseguran que una reunión cara a cara entre ambos no es una condición sine qua non. Si bien sí exigirán que algún alto dirigente del PSOE vaya a Bélgica a firmar el acuerdo.

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