Los equipos de rescate sobre el número de muertos: «Será un horror peor del que esperábamos»

Los servicios de emergencia civiles y la UME ya han conseguido llegar a las zonas más afectadas por la DANA, como Paiporta y Catarroja, y lo que allí se han encontrado les ha «helado la sangre». «Esto es un horror, mucho peor de lo que esperábamos», señala un militar español que ha trabajado en la zona de Paiporta. Sospechan que, en vista de los cuerpos que han ido encontrando, el balance de fallecidos pueda aumentar considerablemente en las próximas horas, por encima de los 202 actuales. El foco está puesto en garajes y bajo el amasijo de coches que bloquea las calles.

La zona cero de la DANA es aún un escenario apocalíptico cubierto por el lodo, las ramas y coches. Muchos coches. Son, precisamente, el mayor obstáculo al que se enfrentan los servicios de emergencia para tratar de acceder a estas poblaciones, las más afectadas por el torrente descontrolado de agua que bajó por el barranco del Poyo llevándoselo todo a su paso. De momento, también, más de 200 vidas.

Pero esa cifra, temen efectivos de la UME con los que ha podido hablar OKDIARO, se va a quedar dramáticamente corta en las próximas horas y días. Eso es, al menos, lo que extraen como conclusión de su primera jornada de trabajo sobre el terreno.

Los militares han instalado su puesto avanzado de mando en la gasolinera de Paiporta, desde donde han iniciado misiones para despejar las vías y llevar agua y víveres a los vecinos necesitados. La segunda fase de su despliegue de este viernes ha sido la de encontrar a desaparecidos. Una palabra que poco a poco va asimilándose con la una cruda realidad: la esperanza de supervivencia en una inundación desciende drásticamente a cada hora que pasa. En un terremoto, la víctima atrapada puede llegar a aguantar días. El agua, sin embargo, es letal. Y ya han pasado más de 72 horas desde que el agua arrasó Paiporta.

Lo que hay bajo los coches

La atención está puesta en los coches. Bajo ellos, más bien. Hay montañas de decenas de coches bloqueando las calles y es necesario sacar uno a uno para ir comprobando si hay cuerpos. Y «van saliendo muchos», dicen las fuentes militares consultadas. «Ya no es el alto número de fallecidos que van apareciendo, que es mucho mayor a lo que esperábamos en principio, sino muchas veces el estado en que se encuentran», indican. El amasijo de metal de las carrocerías, junto con los juncos y los troncos que trajo la riada, se convirtió en «una trituradora» bajo las aguas. Eso va a dificultar, dicen, el trabajo de identificación.

También se busca en los garajes, túneles y locales que se encontrasen por debajo de la línea del suelo. Ahí el agua ha hecho estragos: es el otro foco de la búsqueda de cadáveres, explican. Se están usando bombas extractoras para vaciar el agua pero hacen falta más, que llegarán entre el material del segundo refuerzo de 500 militares que el Ejército de Tierra ya ha enviado desde Andalucía, Cataluña, Madrid y Aragón.

Un goteo de víctimas

Sin embargo, explican, el aumento de cifras se va a ir produciendo por goteo. Dar de alta un fallecido en la lista oficial es un proceso que requiere mucha burocracia: levantamiento del cadáver, forenses, traslado, más forenses, identificación si es posible, comunicación a la familia, juzgado y luego al Centro de Coordinación Operativa Integrado (CECOPI), que lo incluye en la lista y lo comunica en su siguiente actualización. La última pasó de 158 a 202, sumando los 44 cuerpos hallados en la mañana del viernes.

El pasado miércoles por la mañana, cuando las cifras oficiales apuntaban a medio centenar de fallecidos, OKDIARIO consultó con estas mismas fuentes de emergencias para intentar conocer el verdadero alcance de la tragedia. Las cifras que se manejaban internamente ya entonces eran muy superiores, casi impensables en aquel momento pero muy próximas a la realidad en el actual: «Eso se queda corto, se moverá en la horquilla de los 200 a 300, en base al alto número de desaparecidos que hay tras las primeras 24 horas».

Así les llegaba de sus compañeros que ya estaban sobre el terreno y que les habían ido enviando audios de Whatsapp para informar, y preparar, para lo que verían si les daban la orden de acudir a Madrid. La orden llegó, pero lo que han encontrado ha superado todas sus previsiones. Ahora, no se aventuran a dar cifras ante el «horror» que tienen ante sus ojos.