El consumo responsable de agua debe mantenerse cuando viajamos

El consumo responsable de agua debe mantenerse cuando viajamos

Todos somos turistas o queremos serlo.  El turismo se ha convertido en una industria que mueve en todo el mundo un gasto directo de 2,3 billones de euros al año. Viajar nos hace más felices que poseer cosas porque genera experiencias tridimensionales auténticas y recuerdos relevantes en nuestras vidas, algo que todavía no ha conseguido copiar el mundo virtual. Pero, ¿somos ciudadanos responsables con recursos como el agua cuando viajamos? ¿Cerramos el grifo cuando toca cuando estamos en un alojamiento turístico? El compromiso con el planeta no puede olvidarse cuando nos vamos de viaje. El binomio de turismo de “sol y playa” es el que más se transforma en “sequía y vulnerabilidad ambiental” debido al calentamiento del planeta.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la “hoja de ruta” diseñada por Naciones Unidas (ONU) para salvaguardar la Tierra para las generaciones venideras, contemplan la importancia de un turismo sostenible para cuidar los recursos hídricos, fundamentales para el mantenimiento y el desarrollo de la actividad humana. Sin agua no es posible la actividad turística porque es elemento clave para el propio mantenimiento de la vida. El Día Mundial del Turismo, que se celebra el 27 de septiembre, es una buena oportunidad para reflexionar sobre cómo hacer más sostenible la nueva “industria de la felicidad”.

El reto de garantizar el suministro

Aunque el turismo absorbe sólo el 1% del consumo mundial de agua (frente a un 70% la Agricultura y un 19% la Industria), el problema es que se concentra en lugares donde los recursos hídricos son escasos y además se focaliza en los meses estivales. España, el segundo país del mundo más visitado con 82,6 millones de turistas extranjeros en 2018, conoce bien el problema en zonas como las islas Canarias, Baleares, el Levante o la Costa del Sol, donde la población de los municipios turísticos se dispara durante las vacaciones y pone en tensión toda la red de suministro, provocando un impacto notable en los ecosistemas.

SUEZ España, que ha incorporado plenamente los ODS en todas sus actuaciones, gestiona en Canarias la distribución de agua potable en los municipios turísticos de Arona (Tenerife), San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), Pájara y Antigua (Fuerteventura). El consumo en el mes de agosto ha aumentado este año en 213.973 metros cúbicos, lo que supone un incremento del 11% respecto a la media anual. Para atender esta sobredemanda ha sido necesario que funcionaran al 100% tanto los módulos de desalación, fundamentales en las islas y grandes consumidores de energía, como la extracción de pozos subterráneos. Un sobreesfuerzo para garantizar el suministro que ha sido acompañado por los ingenieros, manteniendo por encima del 90% la eficiencia de los sistemas de abastecimiento.

Marbella es otro punto de estrés hídrico en verano debido a la actividad turística. El consumo en la época estival se duplica en los meses de julio y agosto.  La gestión sostenible que realiza SUEZ para garantizar la disponibilidad del recurso se basa en una serie de medidas dirigidas al cuidado de los acuíferos, sobre todo para aliviar la presión a la que están sometidos continuamente. Durante los últimos años, se han desarrollado varios proyectos de investigación que han permitido un mayor conocimiento de los acuíferos y su comportamiento, logrando establecer unas pautas adecuadas para garantizar el aprovechamiento óptimo del recurso sin comprometer su sostenibilidad. En otoño e invierno, se preservan los acuíferos de mayor profundidad para disponer de más recursos en verano, lo que incluye la recarga artificial aprovechando los excedentes cuando la pluviometría lo permite. Otra medida consiste en minimizar las pérdidas de agua permitiendo un ahorro en el volumen de agua no registrada (ANR) de más de 0,6 Hm3 en los 3 últimos años (el agua equivalente al consumo anual de una ciudad de aproximadamente 10.000 habitantes).

Ciudades de éxito como Barcelona, con más de 8 millones de turistas que pernoctan en hoteles, también deben hacer frente a esta demanda que, debido a las características del turismo urbano, se distribuye de manera más regular a lo largo de todo el año. Aigües de Barcelona es la encargada de prestar el servicio con los más altos estándares de calidad tanto en la Ciudad Condal como en su área metropolitana. Precisamente, en la corona de Barcelona se encuentra el municipio de Castelldefels, conocido por sus amplias playas. Aquí el consumo de agua total (doméstico, industrial y municipal) durante los meses de julio y agosto, supone prácticamente un 20% del consumo anual.

El sector debe dar ejemplo

En España, mientras un ciudadano medio consume 127 litros al día, el gasto por turista oscila entre los 450 y los 800 litros, en función de la estación y de la zona. Estas cifras se calculan considerando el gasto hotelero y restaurador (cocina, lavandería, aseos, piscinas, refrigeración y riego), así como de actividades como el golf, las saunas, los parques temáticos y el gasto municipal en servicios de higiene.

El sector turístico es consciente del reto y hace tiempo que ha tomado medidas porque el agua supone en torno al 10% de sus gastos fijos. La mayoría de los establecimientos ha implantado soluciones para mitigar el consumo. Se trata de opciones sencillas y baratas, entre las que se encuentra la reducción del caudal en grifos y duchas –que suponen un ahorro entre el 40% y 50%– y la implantación de cisternas de doble carga, entre otras medidas. Al ser una las principales actividades socioeconómicas del mundo, el turismo debe asumir un papel de liderazgo y garantizar que las empresas y los destinos inviertan en una adecuada gestión del agua en toda la cadena de valor. Un desafío para todos.

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