Six Kings Slam

Nadal se revuelve y cae con honor ante Djokovic en su último baile juntos

El balcánico, más fresco y rápido de cabeza y piernas, se impuso en la final de consolación (6-2, 7-6)

Rafa Nadal se rinde a Alcaraz tras perder su último duelo contra él: «Es un animal»

Rafa Nadal
Rafa Nadal, durante un punto en el partido ante Djokovic en el Six Kings Slam. (EFE)

Las luces del Kingdom Arena de Riad se apagaron por completo para dar paso a dos tenistas que han brillado con luz propia durante dos décadas. Nadal y Djokovic desprenden un aroma nostálgico en cada raquetazo. El definitivo lo dio el balcánico. Más rodado, con mayor rapidez de piernas y cabeza, se impuso (6-2 / 7-6) en Riad. Ambos como parte de la millonaria exhibición creada por Arabia Saudí y bautizada como Six Kings Slam.

Antes del adiós definitivo de Rafa la Copa Davis en Málaga, el balear desfiló por última vez para disputar un partido de individuales, si Ferrer no lo remedia el próximo mes de noviembre. El artificial congreso de Riad, embaucado de hologramas y, especialmente, millones de euros, precintó una serie histórica entre Rafa y Novak. Los golpes de Nadal rezuman nostalgia, conducen inexorablemente a los tiempos en los que era el balear quien arrollaba y desprendía derechas ganadoras. Ya no es así.

Pese a que el cartel ofreciera un luminoso enfrentamiento con Djokovic, el último entre ambos, las diferencias se hicieron patentes enseguida. Por más que Rafa trató de revolverse con grandeza, como hizo en el veraniego partido de los Juegos Olímpicos. Desde entonces no competía. Novak le despidió en la capital francesa y Novak le recibió en la saudí con un partido con aroma a los 60 enfrentamientos anteriores. El inicio, un clásico. Punto peleado desde el fondo de la pista bajo un largo intercambio que se le escapó a Rafa.

Mantuvo el balear su esencia, la llevará hasta la eternidad, aunque su físico se lo niegue. Él le lleva la contraria. Su golpeo a la pelota tras el fallo de Djokovic se tradujo como el primer juego para el balear y una liberación. Hasta entonces se presentó con la derecha algo atenazada y una rotura en contra. Entró en una espiral de bolas largas y otras a las que no llegaba que acabó con Nole precintando (6-2) la primera manga. Prácticamente con idéntico resultado al primer set del duelo olímpico en París (6-1).

Reacción de Rafa

Nadal miraba a su equipo mientras reseteaba sobre lo protagonizado sobre la pista. Se frotó con la toalla y compareció en el segundo set como el que no tiene nada que perder. Razones y currículum posee. Argumentos y puntos los aglutinó ante un Djokovic sorprendido por al vigorosidad de los golpes del balear. Se intercambiaron roturas de servicio para dar la bienvenida a una manga equilibrada. Nada tuvo que ver con la primera.

Nadal mantuvo la solidez en el saque y le devolvía en el juego inmediato cada pérdida de servicio. Pasaba a responder con colmillo cada revés paralelo que intentaba el serbio. Intentó hacer acopio de una serie de estímulos que necesitará para esa cita de la Davis, teniendo en cuenta que no compite desde finales de julio y que lo ha hecho a borbotones esta temporada.

No hubo un gran desgaste físico. Ni por el lado del serbio ni por el del español, aunque sí golpes de los de antes, que quedarán escritos para la eternidad. Nadal tiró de esencia para levantar una bola de partido en contra y forzar el tie break. Puro Rafa. Su mentalidad la he permitido mantenerse en la élite durante dos décadas que acaban ahora con una derecha a la red. Se fundieron en un sentido abrazo e intercambiaron sonrisas cómplices. Se acaba una era irrepetible.

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