REAL MADRID VS MANCHESTER CITY

Bale cita al Madrid con La Undécima

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Bale celebra el 1-0 del Real Madrid. (Reuters)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Elegía Zidane al once que debía llevar al Real Madrid rumbo a Milán. No tenía a Casemiro ni a Benzema, así que no podía repetir su equipo preferido. Optaba por Isco y por Jesé para suplir a los lesionados. Para ambos, una reválida y una oportunidad para entrar en la historia. Era un equipo para tener la pelota, para atacar y para ser fiel al estilo sobre el que el Real Madrid edificó su leyenda europea.

Keylor Navas guardaba la meta, escoltado por su cuarteto de fieles guardaespaldas: Carvajal, Pepe, Ramos y Marcelo. Por delante Kroos daba un pasito hacia atrás y ocupaba el puesto de mediocentro, ese que desempeña con oficio pero sin demasiado brillo. A su lado Modric, el cocinero que guisa el fútbol de ataque del Real Madrid, e Isco, dispuesto a poner esa pizca de desborde e imaginación tan necesaria para darle sabor al juego del equipo.

Arriba estaba Bale, en su mejor momento de forma y madurez desde que llegó al Bernabéu, junto a Jesé, uno de esos futbolistas con ángel a los que uno les confiaría su herencia. Y estaba Cristiano. Cristiano Ronaldo. Él. Héroe, deseado, líder y goleador de un Real Madrid que se encomendaba a su Di Stéfano de los tiempos modernos en el camino a La Undécima.

Enfrente el Manchester City, equipo construido a golpe de cheque como la fortuna de Luis Bárcenas, un rutilante elenco de estrellas dudosamente dirigidas por Pellegrini, aquel técnico que pasó a la historia del Real Madrid por el puntaje, pero sobre todo por el alcorconazo y por el lionazo. El Ingeniero se guardaba las espaldas con un equipo con más músculo que un culturista. Fernando, Fernandinho y Yayá Touré le daban una presencia imponente al centro del campo citizen.

El City de De Bruyne y sobre todo del Kun Agüero, siempre con una deuda pendiente con el Real Madrid, el equipo en el que soñó jugar. El fantasma del argentino atemorizaba a los madridistas más temerosos, porque el Kun, hasta en su día más aciago, es un jugador capaz de arruinarte la vida.

Dominio sin ritmo

Eran las nueve menos cuarto en todos los relojes cuando Skomina soplaba su silbato y arrancaba el duelo. Noventa minutos, seguro que molto longos, separaban al Real Madrid de Milán. Vestía el City con el color de los chaletos reflectantes de los coches, pero no ponía el autobús. En el centro de la mediapunta, la imponente presencia de Yayá Touré, con su cuerpo de portero de discoteca. Tocaban los blancos con la paciencia de un pendolista veterano.

A los cuatro minutos encontró el Real Madrid el primer córner, que cabecearon a pachas y sin peligro primero Pepe y luego Bale. Hart se hizo con la pelota llovida del cielo. Los de Zidane atacaban rápido, pero defendían demasiado atrás, así que el City estaba cómodo tocando la pelota lejos de su portería.

Y antes de los diez Manuel Pellegrini, el primero de la conga, tuvo un contratiempo. Kompany se rompió como si le hubieran disparado en el muslo y tuvo que entrar en su lugar Mangala, otro bicharraco de esos que quitan no ya el hipo, sino la hiperclorhidria. En el 12 Cristiano tuvo su primera ocasión después de un buen centro de Carvajal desde la derecha, pero el testarazo del luso se marchó demasiado arriba.

El partido estaba congelado como Walt Disney. Se podía oler el miedo en ambos equipos, que se podían uno a otro con la pelota en los pies. Poco a poco, orientaba el Real Madrid el duelo hacia la meta de Hart. Pero a los blancos, como a una balada de Álex Ubago, les faltaba ritmo.

Bale para La Undécima

Pero a los 19 apareció Bale para decirle al mundo por qué el Real Madrid tiró la casa por la ventana para ficharle. Fue otra vez en una llegada de Carvajal, que filtró un pase al desmarque del galés. Hostiamendi rompía el fuera de juego y Bale se internó en el área, miró a Hart y se sacó de encima un derechazo soberbio, a mitad de camino entre el disparo de un bazuca y un taco de billar, que voló por encima del meta del City y se coló tras tocar en el otro palo. Un golazo espectacular que situaba al Madrid camino de La Undécima.

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Bale marca el 1-0 ante el City. (Reuters)

A los 23 tuvo Cristiano la suya, pero su disparo, después de una buena jugada por la banda izquierda, se marchó demasiado arriba. El Real Madrid, con viento a favor, ponía la velocidad de crucero con un inspirado Isco y un exhuberante Carvajal. Atrás, Ramos y Pepe se imponían en cada duelo con el Kun Agüero. También Kroos gobernaba el centro del campo como la Merkel gobierna Europa.

El Real Madrid pudo hacer el segundo, pero Skomina acertó al anular el tanto de Sergio Ramos, que estaba completando un enorme partido, en el minuto 36. El Bernabéu se había apresurado a celebrarlo, pero Pepe estaba en fuera de juego. Los de Zidane apretaban sin ahogar y dominaban sin llegar a merecer del todo el 2-0.

Y con el público del Bernabéu desenvolviendo el papel de aluminio del bocata para el descanso, Fernandinho hizo que a más de uno se le quitara el hambre. Fue en una buena maniobra de Kevin de Bruyne, que filtró el balón al brasileño, cuyo pepinazo se estrelló contra el poste derecho de Keylor Navas. Respiraba el madridismo con alivio, porque el City, sin hacer nada, seguía a un gol de Milán.

Modric perdona el segundo

Una tremenda galopada de Jesé por la izquierda dio el pistoletazo de salida al segundo tiempo. Bale intentó buscar a Cristiano en una diagonal del luso, pero su centro se quedó algo corto. El Real Madrid parecía dispuesto a marcar un segundo gol que le diera un colchoncito vital de respiro. Otra vez Jesé en el 50 rondó el gol, pero su disparo dentro del área se fue alto.

Modric se marcó un Higuaín en el 51 después de un pase magistral de Bale, el mejor de los 22 futbolistas sobre el campo. El croata estaba más solo que Rita Barberá en el PP y no se lo creyó. Hizo un mal control y Hart se le echó encima para evitar el segundo. Zidane no se lo podía creer ni el Bernabéu tampoco.

Seguía atacando el Madrid como un político en campaña. Esta vez fue Cristiano quien tuvo en su cabeza el 2-0, pero el remate blandito del luso lo atrapó Hart adornándose como una adolescente haciéndose un selfie. Y seis minutos después, de nuevo la tuvo CR7, pero su disparo abajo lo atrapó Hart. Los de Zidane, ahora sí, se merecían el gol de la tranquilidad.

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Bale y Cristiano se abrazan. (Reuters)

En el 63 Bale siguió con su exhibición después de un cabezazo plástico y violento, que se estrelló contra el travesaño de Hart. La mala suete, igual que en Etihad, se cebaba con el equipo de Zidane. Ya estaba Lucas Vázquez en el campo por un desfondado Jesé y el técnico madridista preparaba a James para relevar a Isco.

Dominio y sufrimiento

El Real Madrid gobernaba el partido con puño de hierro, pero no definía en el área. El segundo se le resistía como a Pedro Sánchez la investidura para desesperación del hemiciclo madridista. No había noticias del City ni de ninguna de sus estrellas, quizá porque el balón era un monopolio blanco. Pero, de repente, el equipo de Zidane comenzó a echarse atrás y los de Pellegrini dieron un paso adelante.

Tocaba sufrir, pero el Madrid no es el Atlético y sufre mejor con la pelota que sin ella. Replegaban los de Zidane con un 4-5-1 y con Cristiano jugando casi de chupagoles. Iban a ser diez minutos eternos en el Bernabéu. El partido ya era un fado para el Madrid, que echaba de menos las ocasiones perdidas al inicio del segundo tiempo. Una falta lateral que De Bruyne estrelló contra el lateral de la red heló la sangre del madridismo.

Era el 86 y Zidane metía a Kovacic y sacaba del campo a Modric. Croata por croata. Faltaban cuatro minutos más la prolongación que quisiera conceder Skomina. A Zidane se le iba a salir el corazón y a los madridistas también. Dos minutos después el Kun rondó el 1-1, pero su disparo envenenadísimo se marchó alto por poco.

Keylor y Ramos despejaron al alimón un pase envenenado que iba directo al Kun. Del choque salió malparado el meta madridista, que tuvo que ser atendido mientras el Bernabéu intentaba animar a coro para sacudirse los nervios. Minuto 92 y el Real Madrid seguía sufriendo. Una contra comandada por Kovacic demostró lo mal que está James físicamente. Minuto 93. El partido no se acababa nunca.

Minuto 93 y 20 segundos. Hostiamendi pegaba a Cristiano pero Skomina pitaba falta pero no el final. El tiempo estaba cumplido y el Real Madrid perdonó el segundo en los pies de James. Un córner de Cristiano y era el 95. Entonces sí, entonces Skomina pitó y el Real Madrid se metió en la final de Milán y empezó a encargar La Undécima.

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