La mujer astronauta de la NASA: Eileen Collins revela el mayor reto de su vida (y no fue pilotar un transbordador espacial)
Eileen Collins explica en un documental sus retos siendo astronauta y también madre
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Cuando piensas en las grandes figuras de la NASA, probablemente no te venga a la cabeza Eileen Collins. Y eso que fue la primera mujer en pilotar un transbordador espacial y la primera en comandarlo. Dos auténticos hitos para una astronauta. Pero, a pesar de lo que logró, su nombre no aparece en los libros de historia con la frecuencia que debería.
Un nuevo documental, Spacewoman, quiere poner fin a ese silencio. Su historia, contada ahora en primera persona, es mucho más que una lista de misiones o récords espaciales. Collins rompió barreras cuando nadie se lo esperaba, y lo hizo sin hacer ruido, con una mezcla de firmeza y sencillez que sigue sorprendiendo. La BBC se reunió con ella en el Museo de Ciencias de Londres y descubrió no sólo a una mujer con una gran determinación, sino a alguien que paradójicamente a lo que es su profesión, tiene los pies en la Tierra. «Te diré que es más difícil ser madre que comandante de un transbordador espacial», confesó entre risas. Porque, aunque muchos pensaron que el mayor reto de su carrera fue pilotar en el espacio, ella lo tiene claro: fue criar a sus hijos.
Astronauta de la NASA revela el mayor reto de su vida
Nacida en un entorno donde los referentes femeninos en ciencia y tecnología eran casi inexistentes, Collins decidió que eso no sería un impedimento. Lo que para otros era una limitación, ella lo convirtió en impulso.»Estaba leyendo un artículo en una revista sobre los astronautas del Gemini. Probablemente tenía 9 años y me pareció lo más genial del mundo. Eso es lo que quiero hacer», contó a la BBC. «Por supuesto, en aquella época no había mujeres astronautas. Pero yo pensé: ‘Seré una mujer astronauta».
Ese sueño infantil fue tomando forma poco a poco. Sabía que para entrar en la NASA tendría que destacar, así que se alistó en el ejército y se formó como piloto de pruebas. Allí sobresalió, y finalmente fue seleccionada para el programa espacial. Cuando se lanzó su primera misión, en 1995, era consciente de la presión que suponía ser la primera mujer en pilotar un transbordador. «Trabajé muy duro porque no quería que la gente dijera: ‘Mira, la mujer ha cometido un error’. Porque no se trataba solo de mí, sino de las mujeres que vendrían después», explicó.
Comandante, madre y referente
El reconocimiento no tardó en llegar y, con él, un nuevo reto: ser la primera mujer en comandar una misión espacial. Pero Collins también era madre de dos hijos pequeños, y eso generaba reacciones inesperadas en su entorno profesional. En las ruedas de prensa, muchos se sorprendían de que pudiera ser madre y comandante a la vez. Ella nunca dudó de su capacidad para compatibilizar ambos roles. «La mejor formación que he recibido para ser comandante ha sido ser madre, porque tienes que aprender a decir que no a la gente», dijo entre risas.
Collins asumía cada desafío con aplomo, incluso en los momentos más oscuros del programa espacial. En 2003, el transbordador Columbia se desintegró durante su reentrada en la atmósfera, provocando la muerte de los siete astronautas que iban a bordo. Ella conocía a varios de ellos. Pese al dolor, su papel como comandante la obligaba a seguir adelante. «Creo que abandonar la misión habría sido lo contrario de valiente… y yo quería ser una líder valiente. Quería ser una líder segura de sí misma. Quería infundir esa confianza en los demás», declaró a la BBC.
Una maniobra histórica que salvó vidas
El regreso de los vuelos espaciales no fue sencillo. En 2005, Collins comandó la primera misión después del desastre del Columbia. Pero el destino le jugó una mala pasada: durante el despegue, se desprendió un nuevo trozo de espuma del tanque externo, el mismo fallo que había provocado la tragedia dos años antes. Esta vez, sin embargo, la NASA tenía un plan para inspeccionar el escudo térmico: una maniobra nunca antes realizada.
Collins debía pilotar el transbordador Discovery para realizar un giro completo de 360 grados bajo la Estación Espacial Internacional, de forma que los astronautas a bordo pudieran fotografiar el vientre de la nave y comprobar si había daños. Era una maniobra extremadamente arriesgada. «Había ingenieros y directivos que decían que era imposible, alegando todo tipo de razones por las que era demasiado peligroso», recordó.
Pero la comandante tenía claro que era viable. «Escuché la discusión, sabían que yo era la comandante y dije: ‘Parece que podemos hacerlo’». Lo hizo. Con calma y precisión, Collins giró lentamente la nave y permitió así una inspección visual clave que permitió detectar daños a tiempo y realizar una caminata espacial para repararlos. Gracias a esa decisión, toda la tripulación regresó a casa sin incidentes.
Una retirada voluntaria (pero con la vista puesta en el cielo)
La misión de 2005 fue la última de Collins. Decidió retirarse tras su cuarta misión para dejar paso a las nuevas generaciones. Nunca se planteó continuar en el programa ni mirar atrás. «Tomé mi decisión y no miré atrás», dijo con serenidad a la BBC. Aun así, no cierra la puerta del todo a una posible vuelta. «Sí, me encantaría ir en una misión algún día. Cuando sea anciana, tal vez tenga la oportunidad de volver al espacio».
Mientras tanto, su legado queda como inspiración para futuras generaciones. Y su consejo para los jóvenes que sueñan con las estrellas es tan simple como poderoso: «Hagan los deberes, escuchen a su profesor, presten atención en clase y lean libros, y eso les dará algo en lo que concentrarse».
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