Las vidas de Letizia

Las vidas de Letizia

La vida de Letizia son muchas vidas. Me atrevería a decir que tiene tantas como un gato. Hace unos días comenzó otra nueva: la de reinona. Ella, que se ha cansado de acercarse al pueblo aunque sea con cierto asco y desgana, que conoce los cines Renoir de la Plaza de los Cubos como la palma de su mano, que es capaz de aguantar que Felipe se tome una cerveza en un bar del centro de Madrid sin casi reñirle por la innecesaria ingesta de calorías. Ella, esa misma Letizia, es ahora la portadora del joyón de la Corona. Parece como si los reyes —a los que muchos seguimos llamando príncipes— se hubieran cansado de jugar a ser los monarcas molones por los que ellos se tienen y hayan decidido sacar la artillería pesada.

Me los imagino el día mismo de la lectura de la sentencia de Nóos, mientras inauguraban la exposición del Thyssen, maquinando su plan. Es curioso que estuvieran viendo pinturas traídas de Hungría al tiempo que en Palma otros hacían el húngaro. Venían días de pompa y circunstancia con la visita del matrimonio Macri, esa pareja de maduritos interesantes que llegaron para fumar la pipa de la paz y servir de cobayas a nuestra monarquía: contra ellos iban a probar el cambio de estrategia de la Casa Real; más fastos, más patio de la armería, más honores, más Rolls-Royce, más cenas de gala. Nada de ir en vaqueros por la ciudad y cenar en tascas. Se acabó la miseria.

Había que hacer una demostración de fuerza ante el pueblo y ante los exiliados de Ginebra, esos a los que ni nombran, no vaya a ser que alguien los tome por reales. La mejor forma de atizar en los dientes a su cuñada Cristina era desempolvar la tiara de platino y brillantes de Victoria Eugenia, esa que sólo pueden usar las reinas. Me hubiera gustado ver ese momento; el instante en que la corona se aposta sobre el antiguo cerebro de plumilla de Letizia. Si se miró al espejo, ¿qué vio? ¿Qué viste, Letizia? ¿Viste a la niña que eras cuando ibas a clase de ballet en Oviedo? ¿Qué opina la adolescente que tuvo que irse a vivir a Rivas-Vaciamadrid de tanto brillo sobre su cabellera? ¿Es la misma mujer que se casó con el profe de Literatura o es otra?

No sé cómo se llevará la actual reina de España con aquella intrépida reportera de CNN o con la presentadora que nos informaba de los atentados del 11 de septiembre o del desastre del Prestige. Aquella muchacha tenía la nariz algo más aguileña y un cierto rubor en las mejillas del que esta nueva Letizia carece. Pero desde luego todas esas mujeres y niñas —la aprendiz de ballet, la estudiante de periodismo, la esposa del profesor, la presentadora de informativos— son otras personas y tuvieron otro destino, y la reina no puede ni quiere acordarse de ellas. Puta vida.

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