Vicente Gil: «Sánchez odia a Israel porque le vendió Pegasus a Marruecos»
Pedro Sánchez ha hecho, nuevamente, el ridículo internacional con el ataque de Irán a Israel. Si sólo fuera eso, nos daría igual. El problema es que ha dejado a España a la altura del betún.
El sábado por la noche las naciones más importantes del mundo occidental y libre, empezando por Estados Unidos, condenaron de forma rotunda al régimen iraní. La Unión Europea hablaba de un ataque «inaceptable». Pero nuestro Pedrito se descolgó con un tuit en el que decía: «Seguimos con máxima preocupación ‘los acontecimientos’ en Oriente Próximo». ¡Los acontecimientos! ¿Qué acontecimientos? ¿Eurovisión? ¿Un partido de fútbol? Un ministro del Gobierno de Israel calificó, horas después, a Sánchez como «el cero absoluto» de la política internacional.
Joe Biden habló con Netanyahu y llamó a los primeros ministros de Alemania, Francia, Italia e Inglaterra. A Sánchez lo ignoraron todos. Biden prefirió hablar incluso con Meloni antes que con Sánchez.
Hecho ya el ridículo, a las nueve y media de la mañana del domingo, Sánchez lanzó otro tuit. La rectificación fue peor. La redacción de parvulario o la extensión del mensaje para tratar de justificar la metedura de pata de la noche anterior le delataban. Fue patético. El tuit tenía, por supuesto, el toque narcisista imprescindible para un enfermo de ego como Sánchez. Empezaba diciendo: «Tras una larga y angustiosa noche…» en plan caudillo paternalista que ha velado por nosotros mientras dormíamos. Pero vamos a ver, señor Sánchez, ¡si le ignoró todo el mundo! Si hablaron hasta con Meloni. Le imagino a usted en Moncloa mirando el teléfono a ver si sonaba… y nada de nada. Haberse ido, hombre, a dormir tranquilamente. Usted no pinta nada. Es un cero absoluto.
Luego añadía el tuit que, tras la larga noche, «se ha confirmado la escala del ataque perpetrado por Irán …» ¿Qué pasa? ¿Que no se fiaba de lo que decía Israel? ¿Que no veía las imágenes de los drones y los misiles volando en televisión? ¿Quién es el patético del gabinete de Sánchez que, para justificar lo de la noche anterior, escribió esta estupidez que le delataba más?
¿Moncloa se enteró a las 9 de la mañana del domingo de que había un «ataque perpetrado por Irán». No. ¿Es tan tonto Sánchez? No. Entonces, ¿por qué esta posición? ¿Por qué su apoyo a los terroristas de Hamás? ¿Por qué aliarse con Irán y con quienes -si pudieran- nos pasarían a cuchillo a todos -como estamos viendo estos días en cualquier rincón del mundo- para hacer de España, otra vez, un Califato?
Yo se lo digo. En Pedro Sánchez hay una mecla de razones personales y del antisemitismo atávico de la izquierda española que demuestra, de nuevo, también en este tema, que es la izquierda más atrasada, reaccionaria y carca de Europa.
La violencia y el odio que muestra la izquierda española en sus manifestaciones de estos meses en favor de los palestinos (y, sobre todo, de Hamas) y en contra de Israel harían las delicias de las SS nazis. Las barbaridades que se ven y se oyen en esas manifestaciones demuestran lo que harían si pudieran y que el antisemitismo cutre del PSOE y de la izquierda es peor que el de Hitler y sus cámaras de gas.
Piensen, ahora, despacio, que Sánchez situó como vicepresidente del Gobierno de España a un tipo como Pablo Iglesias que venía, directamente, de trabajar y cobrar de Hispan TV, la televisión oficial del régimen de los ayatolás que sirve de plataforma internacional de su integrismo islamista. Sánchez hizo a un acólito de Irán vicepresidente del Gobierno de España. Nuestros compañeros tertulianos progres (a sueldo) se reían de nosotros cuando lo denunciamos en las televisiones, como la relación con Venezuela.
Irán es una amenaza para la seguridad de Madrid, Barcelona, Soria, Coruña, Sevilla o Badajoz tanto como para Tel Aviv o Jerusalén y este fin de semana lo ha demostrado. Israel es nuestra primera barrera y garantía de seguridad.
Pero la tara de Sánchez con Israel, aparte del antisemitismo del PSOE, tiene que ver, en mi opinión, con un factor personal propio del cuadro psicológico del presidente del Gobierno. Israel es el país que vendió a Marruecos el sistema Pegasus gracias al cual Rabat lo sabe todo del móvil de Pedro Sánchez, incluidas sus conversaciones con Begoña Gómez o Ábalos, entre otros. Esto, a un narcisista, le genera mucha inseguridad.
Esta circunstancia personal (ahora que se investiga la corrupción del caso Koldo y las actividades de Begoña Gómez) llevó al ególatra de La Moncloa a cambiar 45 años de política exterior de un plumazo y entregar el Sahara a Marruecos. O a dejar a la Guardia Civil en pelotas ante los narcos del Estrecho o la inmigración ilegal.
¿Qué había en el móvil de Sánchez? Hoy hemos visto las fotos de Koldo y Ábalos en Barajas la noche del Delcygate. Hay más imágenes. Se lo adelanto. Sánchez odia a Israel porque le vendió Pegasus a Mohamed VI. No le den más vueltas.
Irán ha atacado a Israel este fin de semana, pero lleva años acosándole y preparándose para intentar eliminarla. Irán ataca ahora a Israel por su aproximación estratégica, en estos últimos años, a países árabes de enorme influencia en las distintas ramas y regiones del islam. Uno es Arabia Saudí y el otro Marruecos.
Marruecos e Israel son, más allá de la circunstancia de Pegasus, aliados estratégicos en muchos otros aspectos. Como el multimillonario negocio del cannabis terapéutico, que está empezando, y donde la avanzada tecnología de Israel se ha aliado a la capacidad infinita de producción de cannabis en el Rif marroquí. Ese enorme negocio con el que se forran los mandamases del régimen marroquí a los que el OCON Sur de la Guardia Civil molestaba.
Israel y Marruecos, con Estados Unidos al fondo, son la nueva línea de seguridad estratégica que nace en Washington, cruza el Atlántico, pasa por el Estrecho y llega a Oriente Medio. Y no sólo pasa por el Estrecho. Cada vez pasa más por Canarias y, por eso, Estados Unidos quiere entregar el Sahara a Marruecos. Como vemos estos días con el chuleo de esas maniobras de la Marina Real marroquí frente a Fuerteventura en aguas del Sahara autoapropiadas por Rabat con el consentimiento, lógicamente de la Casa Blanca.
Desde Zapatero somos la nada. Hasta tal punto que Estados Unidos (hay informes) se planteó la posibilidad de trasladar Rota a Marruecos. Desde el impresentable Zapatero, la política exterior española ha pasado a la tercera división con el PSOE. Zapatero ofendió a Estados Unidos sin levantarse ante su bandera en un desfile militar en Madrid y eso en Washington -sean republicanos o demócratas- no lo perdonan. Luego, sacó sin avisar a las tropas españolas de Irak poniendo en riesgo a miles de soldados aliados de otros países. Y hasta se fue a Túnez a animar a que todo el mundo hiciera lo mismo. ¡Hay que ser tonto, ignorante o malvado! O las tres cosas.
Lo que ha venido con Sánchez es peor. Las relaciones internacionales se construyen sobre la confianza. ¿Qué confianza puede dar Sánchez, que metió a Pablo Iglesias en el CNI, pasea las maletas de Delcy Rodríguez por Barajas, desbarra con Israel y Hamás y se inclina ante los ayatolás de Teherán? ¿Qué confianza vamos a dar cuando sólo te elogian los carniceros de Hamás o los hutíes? ¿Qué confianza genera un gobierno que, para sobrevivir, le da la amnistía y premia a unos golpistas que han intentado romper tu propio país con el asesoramiento de Putin? ¿Se creen que las embajadas de Madrid no informan a sus cancillerías? ¿Imaginan esto en Estados Unidos o Alemania?
Esto es lo que hay. Israel y Marruecos conocen todos los secretos del móvil del presidente del Gobierno. Sánchez, el ególatra, está desnudo ante Mohamed y Netanyahu, pero tiene que darle carnaza barata electroral a su tropa izquierdista atrasada y antisemita. Sánchez no sabe de dónde sacar los votos que tapen su corrupción.
La política exterior de España depende de los líos personales de Sánchez, Begoña, Ábalos y Koldo y de las filias y fobias de un señor enfermo de un yo insoportable y enfermo de poder, que no es consciente de que representa a España… porque, en realidad, Sánchez odia a España.
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