Si Aragonés sabía que Sánchez le espiaba, ¿por qué le sigue apoyando?

Aragonés Sánchez

Que Pedro Sánchez conocía en plenas negociaciones para su investidura el espionaje al líder de ERC, Pere Aragonés, por parte del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) como «coordinador» de los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR), es tan de cajón que los intentos del Gobierno de trasladar que las escuchas eran cosa exclusiva del Gobierno de Mariano Rajoy provoca risa. Mientras Sánchez alababa el «diálogo» y el «pacto» con los separatistas para lograr «un país unido» porque «se lo debemos a nuestros hijos y a nuestros nietos», Aragonés -con conocimiento de Sánchez- estaba siendo espiado, algo, por otra parte, normal en un Estado de Derecho: los servicios secretos piden autorización a un juez para seguir los pasos de quien es sospechoso de conspirar contra los intereses nacionales. Que Aragonés y otros ilustres separatistas estaban a lo que estaban es una evidencia empírica, de modo que las excusas de Sánchez son de una cobardía moral apabullante. Lo sabía, pero como es un cínico redomado al tiempo que conocía el seguimiento que el CNI hacía de Aragonés y otros dirigentes independentistas catalanes, salió diciendo aquello de la urgencia de «retomar el diálogo» con el separatismo para «superar el conflicto político» en Cataluña, dejando atrás «la deriva judicial que tanto dolor y tanta fractura ha causado en buena parte de la ciudadanía catalana y española». Y un cuerno: Sánchez estaba al tanto de todo como, por otra parte, es su obligación. No nos engañemos: el ofendidito presidente de la Generalitat de Cataluña es el primero que sabe que Pedro Sánchez  sabía que lo estaban espiando.  Otra cosa es que tragara, que tragó. Y sigue tragando.

El CNI solicitó al Tribunal Supremo el aval para espiar a Aragonés con un software instalado en su teléfono móvil, entre julio de 2018 y marzo de 2020. Los servicios de Inteligencia ampararon la petición de espionaje en sus sospechas de que el vicepresidente de la Generalitat ejercía «en la clandestinidad» labores de coordinación de los CDR, al margen de su papel institucional, según consta en los autos que autorizaron el uso de Pegasus en el dispositivo del líder de ERC y que este jueves fueron facilitados por el Gobierno al juez que investiga el caso. Menos juegos florales y menos cinismo, señores.

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