Roures vuelve a hacer el trabajo sucio del independentismo

Por si alguien tenía alguna duda de la estrategia de intereses cruzados entre el independentismo catalán y el empresario Jaume Roures, OKDIARIO aporta las pruebas definitivas que confirman las estrechísimas relaciones  entre el dueño de Mediapro y del diario podemita Público con el mundo secesionista. Hasta tal punto llegaba la connivencia de intereses que el empresario José Manuel Parra declaró ante el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata que el PDeCAT usó el entramado de Roures para pagar con facturas falsas la campaña electoral de Artur Mas en 2010.

El procedimiento era sencillo: la productora de Parra, Hispart, que había hecho trabajos para la antigua Convergencia por importe de 750.000 euros, giró  facturas a Triacom (participada en un 10 por ciento en aquel momento por Mediapro) por ficticios servicios prestados. De esa cantidad, Convergencia solo pagó directamente 150.000 euros, mientras que el resto se abonó a través de Triacom, cuyos ingresos proceden en un 70% de TV3.  Más claro,agua: Roures se prestó a hacer el trabajo sucio del independentismo y ofreció su entramado empresarial para pagar las facturas falsas derivadas de la campaña de la formación golpista.

Las revelaciones del empresario Parra ante la Audiencia Nacional vienen a confirmar en sede judicial las sospechas crecientes de que Roures ha jugado y sigue jugando un papel clave en el desarrollo del proceso de subversión constitucional del independentismo catalán, que ya denunció en el pasado la Guardia Civil, prestando ayuda financiera y mediática al entramado golpista. Roures reparte sus afectos entre el populismo de Podemos y el secesionismo catalán, ofreciendo interesada cobertura a unos y a otros ante la pasividad -todo hay que decirlo- de los distintos gobiernos que han dado alas a su entramado empresarial.

La retroalimentación de intereses entre el independentismo, el populismo podemita y el empresario favorito de ambos, Jaume Roures, piedra angular de un inquietante y complejo entramado político, económico y mediático, no es una sospecha, sino una absoluta realidad.