OPINIÓN

El rey Donald I se ríe de los manifestantes demócratas… con razón

El rey Donald I se ríe de los manifestantes demócratas… con razón
  • Carlos Esteban
  • Columnista de Internacional. Quince años en el diario líder de información económica Expansión, entonces del Grupo Recoletos, luego en Intereconomía, donde fundó el semanario católico Alba, escribió opinión en Época, en La Gaceta y ahora como freelance en OKDIARIO.

Siete millones de estadounidenses se han lanzado esta semana a la calle en varias ciudades bajo un pintoresco lema: “No Kings”. No quieren tener un rey. En este sentido, las manifestaciones han sido un éxito rotundo: no hay ni rastro de rey en Estados Unidos.

Lo que realmente ha demostrado la multitudinaria protesta es un fenómeno que se está reproduciendo por todo Occidente, a saber, que la izquierda -en el caso americano, el Partido Demócrata- se ha vuelto invotable. Y no solo porque su modelo hiperestatalista se haya agotado, acelerando la decadencia de Estados Unidos, y sean incapaces de ofrecer una sola iniciativa novedosa, eficaz y atractiva, sino porque no pisan suelo.

Los demócratas en particular y la progresía en general están en una realidad paralela, en ese mundo de yuppi de las llamadas “ideas de lujo” que solo se pueden permitir los ricos porque tienen los medios de aislarse del mundo real.

Así, mientras los gringos de a pie ven que no hay modo de comprar una vivienda decente con unos sueldos estancados desde hace décadas y alquilarla no es una opción mucho más asequible, la izquierda redobla sus ideas disparatadas para arreglar problemas que no existen, como la brecha de género, el derecho de los varones transgéneros para entrar en el vestuario de señoras, el errático e indefinible cambio climático y el racismo presuntamente sistémico.

Y el fascismo, claro. En las manifestaciones hemos podido ver en muchas pancartas y escuchar en muchas declaraciones a los medios que la América de Trump se ha convertido en un régimen fascista, quizá sin advertir que en un verdadero régimen fascista no podrían estar en la calle pegando alaridos contra el régimen sin acabar en las listas de desaparecidos.

Todo son performances como la de la Flotilla de nuestras entretelas, gestos grandilocuentes que se disuelven en la nada y buenismo barato que ni si acerca a solucionar los acuciantes problemas reales.

Por supuesto, a este lado del Atlántico la prensa sumisa nos lo cuenta todo al revés. Las manifestaciones, nos cuentan, son la prueba de que el poder de Trump se tambalea. No: con las manifestaciones de marras le ha venido Dios a ver a Trump, son una bendición para la actual administración, que solo tiene que reproducir las fotos y vídeos de las marchas y decirles a los votantes: “¿Veis? De esto os habéis librado votándome”.

Y en el mejor momento. Aquí ya hablamos del muy real cisma del mundo MAGA que se inició con la negativa de Trump a hacer pública la famosa Lista de Epstein y se ha ido agravando con el creciente belicismo de su política exterior.

Pero no hay nada que temer porque no hay nada que votar al margen de los republicanos. El Partido Demócrata es un marasmo. En la ciudad de Nueva York va a presentar a un ugandés recientemente naturalizado de origen indio, Zohran Mamdani, que se fotografía sonriente con un imán condenado por terrorismo y presenta un programa para la ciudad a la izquierda de Pol Pot.

Trump, que si bien no es rey de Estados Unidos sí lo es del troleo grueso, ha respondido en redes con un vídeo de IA en el que aparece con corona pilotando un caza desde el que suelta sobre la multitud de manifestantes heces en abundancia. No es fino ni sutil, vale, pero resulta perfectamente descriptivo de la materia en la que están hundidos los demócratas y que, por cierto, rima con “izquierda”.

Lo último en Opinión

Últimas noticias