Una moción por todos los catalanes
Desde que el independentismo decidió hacer saltar por los aires la convivencia en Cataluña, no ha pasado ni un solo día en el que no piense en las consecuencias para nuestro país.
Confieso que al comienzo pensé que el delirio de los Puigdemont, Torra y compañía los llevaría a desafiar al Estado, a incumplir la ley o a jugarse, incluso, la cárcel. Lo que nunca pude imaginar es que esos mismos terminarían por amparar públicamente a un grupo de presuntos terroristas de los CDR preparados para atentar contra las instituciones y provocar estragos entre los propios catalanes.
En estos años, el independentismo ha pasado de la radicalidad al odio visceral, del insulto al señalamiento personal, de pintar las fachadas y los negocios de los que no piensan como ellos a atesorar -según la Audiencia Nacional- explosivos con los que llevarse por delante a quien y lo que sea necesario para alcanzar su enajenada fantasía de la independencia.
El camino que Puigdemont, Torra y los CDR han recorrido ha sido asfaltado por años de tolerancia y compadreo con el nacionalismo excluyente. Pero no todos los partidos se han comportado igual en Cataluña: en los últimos 15 años, mientras PP y PSOE retrocedían, Ciudadanos se ha convertido en la primera fuerza política del Parlament con 36 escaños y en el partido que más iniciativas ha presentado, defendiendo leyes como la del maltrato infantil, la de gratuidad de los libros de texto, los intérpretes para niños sordos, el fin de las listas de espera en sanidad y de los barracones escolares y, por encima de todo, el cumplimiento de la legalidad constitucional.
Fue Ciudadanos quien obligó a Mariano Rajoy a aplicar el artículo 155 para impedir una debacle del Estado. Fue Albert Rivera el que puso a Pedro Sánchez tres condiciones (ruptura con Bildu, prohibición de indultos y no subir impuestos) para desbloquear España y afrontar el desafío separatista. Y ahora, es de nuevo Ciudadanos quien pone sobre la mesa una moción de censura para apartar a Quim Torra de la Generalitat.
La moción llama a los constitucionalistas a devolver la convivencia a Cataluña. Los catalanes no pueden esperar ni un minuto más mientras su seguridad está en juego, mientras su ‘molt honorable president’ jalea a los CDR a la espera de que las bombas estallen. ¿Hasta cuándo pueden hacer el resto de los partidos la vista gorda? ¿Cómo puede Pedro Sánchez coquetear con los indultos mientras el Estado de Derecho se desmorona a sus pies?
Apoyar la moción es la única salida responsable para acabar con la espiral destructiva en la que el independentismo ha sumido a España y a Cataluña. Y a los que tildan la moción de censura de “electoralista”, les digo una cosa: despréciennos, insúltennos si quieren porque ya estamos acostumbrados, pero voten ‘sí’ a la propuesta. Háganlo no por nosotros, sino por el futuro de España y de todos los catalanes.
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