Mejor un homenaje conjunto a los terroristas de ETA y de Hamás

En la apoteosis del desquicie político de la izquierda, Sumar, la formación de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha exigido a Pedro Sánchez rendir homenaje a los terroristas de ETA fusilados durante el franquismo, junto a otros miembros del FRAP. Entre ellos están los etarras del brazo político-militar de la banda Jon Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui, condenados por asesinato.
De esa forma pretenden rendir tributo a «los últimos fusilados por el franquismo» el próximo día 27 de septiembre, cincuenta años después de que fueran ejecutados. Para los socios de Sánchez, estos terroristas de ETA y del FRAP eran «presos políticos» de la dictadura de Franco.
«Es imprescindible, por tanto, que, coincidiendo con el 50 aniversario de las últimas ejecuciones de presos políticos por la dictadura de Franco, se homenajeen y recuerden apropiadamente a todas las personas que fueron ejecutadas durante la dictadura», aseguran los representantes de la formación magenta. Y en el colmo de la estulticia justifican este acto como «expresión del derecho a la reparación moral y a la recuperación de su memoria personal y colectiva».
A estas alturas, y ante la soberbia demostración de indignidad de la izquierda más extrema, incapaz de ponerse en la piel de las víctimas del terrorismo, se podría, para añadir más abyección a la propuesta, rendir homenaje de forma conjunta a los asesinos de ETA y a los terroristas de Hamás, aprovechando así la campaña de excitación antisionista del Gobierno de Pedro Sánchez.
El texto de la proposición no de ley de la formación de Yolanda Díaz exige que el Congreso exprese «su reconocimiento personal y colectivo y rinda homenaje» a «todas y cada una de las personas» ejecutadas por el franquismo por «razones políticas, ideológicas, de conciencia o creencia religiosa o de orientación e identidad sexual». Es decir, que en ese homenaje se incluiría a las figuras de estos terroristas. Pues nada, se añade a los terroristas palestinos y, ya puestos, se cuadra el círculo de la infamia.