Ignorancia totalitaria
Podemos es sinónimo de ignorancia. Al comparar a Hitler y Franco con una fiesta tradicional tan querida en Navarra como es ‘la Javierada’, esa ignorancia es también totalitaria. Si el neurólogo austriaco Sigmund Freud viviera, tendría un maná de estudio con los populistas. La obsesión de sus integrantes con dictadores y tiranos y su capacidad para relacionarlos con cualquier contexto denota una fascinación subconsciente de lo más inquietante. Esta celebración data del siglo XIX y consiste en una peregrinación en honor a uno de los patronos del Reino, San Francisco Javier. Su popularidad llega a tal punto que ha trascendido a la mera festividad religiosa para convertirse en un punto de encuentro, convivencia y cultura que concita a decenas de miles de personas. Sin embargo, allí donde hay respeto y fraternidad, Podemos encuentra una oportunidad para apoyar que se relacione con el genocida alemán y el dictador español.
La postura del Partido Socialista de Navarra tampoco ha sido mucho mejor a este respecto, ya que se ha abstenido a la hora de condenar que se estigmatice ‘la Javierada’. El cuadro que contiene ese abyecto mensaje fue expuesto en una polémica muestra en el Ayuntamiento de Pamplona. Tal fue el escándalo que llegó incluso al Parlamento de Navarra donde suscitó el lógico rechazo por parte de las fuerzas constitucionalistas —PP y UPN—. Sin embargo, el grupo socialista que dirige María Chivite se abstuvo de apoyar ese rechazo al igual que Geroa Bai y EH Bildu. Sólo han sido superados en estolidez por la ignorancia totalitaria de Podemos, que ve franquismo y nazismo por todas partes hasta el punto de hacer el ridículo sin posibilidad de pausa. Chivite debería reflexionar sobre su postura a este respecto, ya que alinearse con populistas y proetarras no parece la mejor decisión posible para los socialistas de Navarra. Especialmente cuando Pedro Sánchez pretende llegar a La Moncloa.
Si el PSOE quiere ser una alternativa real al Gobierno de Mariano Rajoy debe abandonar los tics independentistas en comunidades como Cataluña, Valencia o Baleares así como el populismo neopodemita que adopta en ciertas ocasiones y que se convierte en una rémora para la proyección de su imagen en resto de las comunidades autónomas. La formación que más años ha gobernado España desde la Transición hasta nuestros días debe ser indiscutiblemente socialdemócrata, españolista y constitucional. Cualquier otra opción es un equívoco. Así se ha demostrado en Cataluña, donde su connivencia con los independentistas provocó el segundo peor resultado de su historia en los últimos comicios. El ejemplo de Navarra es claro: el PSOE puede situarse junto a los que creen en nuestro país o con los que acuden a las marchas en favor de los presos de ETA. La elección debería estar clara.