El final de una larga escapada

Ignacio González
El ex presidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González. (Foto: EFE)

Parece que la huida hacia adelante de Ignacio González acabará en Málaga. Si el juez acepta la petición del fiscal, el que fuera presidente de la Comunidad de Madrid tendrá que responder a los delitos de cohecho y blanqueo de capitales por ese dúplex que primero alquiló y después adquirió y a través del cual podría acabar sentado en el banquillo junto a su mujer y al presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo. Las conversaciones del propio González pueden constituirse como las pruebas definitivas para encausarlo por una residencia de lujo que, siendo de adquisición irregular, además fue decorada por el matrimonio González con un gasto que rondó los 200.000 euros. Demostración de que ilegalidad y ostentación se suelen dar la mano con asiduidad.

Junto a su mujer Lourdes Cavero, ambos pagaron el dúplex con 600.000 euros en negro, según los informes policiales, e hicieron de esta compra el fin último de una auténtica obra de ingeniería financiera que ejemplifica una época en España donde los lazos entre algunos políticos y ciertos constructores fueron muy cercanos. De hecho, este caso parte con el soborno a González y posterior pelotazo por parte de Fernando Martín (Martinsa). Mediante la inestimable colaboración de Enrique Cerezo, movieron el dinero a través de paraísos fiscales como Mónaco, Miami, Delaware, Panamá e incluso las exóticas Islas Vírgenes. No obstante, la obra acabó con goteras tras las investigaciones policiales y se vino abajo a causa de esa aluminosis tan particular que carcome los cimientos de la actividad política cuando ésta se deja llevar por el ventajismo y la corrupción.

Cuando el diario El Mundo destapó el caso en 2012, González se enfrascó en una cruzada personal para demostrar su inocencia que se ha demostrado inútil. Desde el principio, chirrió que un político regional pudiera permitirse el lujo de comprar un piso de 495 metros cuadrados cifrado en casi 1,3 millones de euros de los que González habría pagado aproximadamente la mitad con dinero de procedencia delictiva. De nada le ha servido la pantalla que intentó interponer entre su ambición y la realidad y que colocaba como titular oficial del dúplex al testaferro estadounidense de origen mexicano Rudy Valner. Al final, y a tenor de la solicitud de la Fiscalía Anticorrupción de Málaga, tendrá que hacer frente a la justicia.

Este caso es una bofetada más sobre la maltrecha reputación del Partido Popular de Madrid. El reto que tiene por delante, Cristina Cifuentes, responsable de la gestora que dirige la formación en estos momentos, es mayúsculo. Al tiempo que gestiona la región como presidenta de todos los madrileños, deberá regenerar el partido para devolverle la credibilidad perdida y tratar de situarlo de nuevo como plaza indiscutible del Partido Popular a nivel nacional. Para ello, la fórmula que ha reclamado la propia Cifuentes, de un congreso abierto a cada militante, parece un buen principio para una tarea titánica. Mientras tanto, González espera, delatado por sí mismo, a que se consume la crónica de una detención anunciada para dar explicaciones ante el juez.

 

 

 

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