Los cambios de Sánchez para «enseguida»

Los cambios de Pedro Sánchez para

Uno de los asesores sanchistas que más trato, dicen, tiene con el presidente Sánchez, me informa que a los cambios introducidos a alto nivel en los órganos de poder socialista se sumaran otros en las próximas semanas.

El secretario general del PSOE quiere completar y ajustar su poder a una formación que se enfrenta -de no mediar milagro por medio-a una más que segura derrota en la decisiva cita electora del mes de mayo del próximo año. Coopta gente de su generación y, en general, que hayan hecho carrera política bajo su manto.

De los nombres que se citan como agraciados en la próxima lotería sanchista, sinceramente, ninguno de ellos me parece relevante, al menos, hasta el momento. Para la mayor parte de los observadores, el intento desesperado del jefe del Gobierno por recuperar la iniciativa y mitigar el enorme desgaste que acumula -personal y políticamente- es un ejercicio baldío. No parece – aunque en un país sureño como España nunca se sabe-que jugando a las damas, a esta la quito, a este le pongo-pueda ser capaz de enjugar una deriva letal para sus intereses.

Si la sentencia de los ERE le deja a la intemperie, mucho más la reacción a la misma. Sobre todo, que el ciudadano español, a estas alturas de la película, no se le puede camelar ya con señuelos porque tienen que llenar la nevera, pagar las facturas de la luz y hacer frente a un empobrecimiento clamoroso y galopante. Es lo que tiene haber mentido tanto y a todo el mundo.

El PSOE ha gobernado 26 años de los cuarenta en democracia. Hechos son amores. Y son irrefutables. Las palabras, palabras son. Las promesas incumplidas están ahí, vivitas y coleando. Sus socios tóxicos terminarán por apuñalarle. La democracia española necesita un PSOE que haga olvidar el sanchismo a toda velocidad, como en su día hizo Alfredo Pérez Rubalcaba con el zapaterismo.

El problema es encontrar, aunque sea con un candil, al nuevo Rubalcaba.

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