Una burla a los catalanes

Una burla a los catalanes

A los catalanes no independentistas. A los catalanes “libres de nacionalismo”, que dice un digital dolç. A quienes, como yo, estuvieron en un tris de regar profusamente las plantas cuando pasaba una hilera de procesistas entonando cánticos insultantes. A quienes incluso pensaron en dejar caer una maceta y no lo hicieron. A quienes les cortaron las vías del tren y llegaron tarde a una entrevista de trabajo. A quienes vieron a la misma alcaldesa que les frio cuando se les atrasó un IBI, saboteando el Ave. A quienes tuvieron que contenerse cuando les quemaron un contenedor debajo de su casa. A quienes pensaron en enfrentarse al piquete que le cerraba el paso a su camión y se aguantaron. A quienes no insultaron a los de la manifestación del lacito amarillo cuando pedían que volvieran quienes trataron de arrebatarles sus más elementales derechos. A quienes no devolvieron las pedradas a los “antifascistas” que destruían el mobiliario urbano. A los catalanes que confiaron en que, a los que nos habían dado un golpe de estado, a los que desde las instituciones nos habían cortado calles o autopistas, a los que nos habían puesto en peligro invadiendo lugares sensibles como el aeropuerto, a todos ellos, la Ley y el Estado les pondrían al final en su sitio. A los catalanes como yo, que nos han tomado el pelo.

Nos lo ha tomado el PSOE, nos lo ha tomado Pedro Sánchez. Nos ha dejado a los pies de los caballos. No es cierto que sus votantes hayan elegido el engendro de partidos que le ha apoyado. Que hayan elegido a un vicepresidente chavista de un partido que ha sido asesor de Evo Morales y que, posiblemente, llegue al gobierno con una sorpresa boliviana en su interior. A defensores de las dictaduras de Irán, Venezuela o Cuba. A Bildu-etarras que no se han arrepentido, que no hacen nada para aclarar los más de 300 asesinatos sin autoría, que rinden homenaje a los asesinos de tanta gente inocente.

No es cierto que le hubiesen votado tantos de saber de sus tratos con el PNV, de su negociación para que la Guardia Civil, esa que tanto sufrió y jamás se lanzó a la venganza, a esa tan apoyada y querida por la mayoría de los españoles, se la eche de Navarra.

Perdonen que hable “de lo mío”. Ya sé que está feo: que si Teruel existe, que si León no sé qué, que si nosaltres els valencians. Pero, oigan, que han pactado con quienes han destruido nuestra convivencia, han hecho huir a las empresas, nos insultan desde los medios públicos que pagamos entre todos y han corrompido nuestras policías autonómicas y locales. ¡Hasta a los bomberos! Un presidente del gobierno que habla en lenguaje nacionalista, que se refiere a un falso “conflicto” entre Cataluña y España, que denuncia la “judicialización de la justicia” o que asegura que en España hay “diversidad de identidades”. Un presidente que nos va a dejar a merced de un nuevo “Pacto del Tinell” donde las fuerzas “progresistas” (sic) tendrán poder suficiente para barrer a quienes no pensamos como ellos. Ser una basura rinde. Menudo ejemplo para todos nosotros.

Ya hemos visto que todos nuestros esfuerzos para “desescalar” el conflicto civil en Cataluña no nos ha servido de nada. Pedro Sánchez se saltó, en su descarnado deseo de poder, todas las líneas rojas de la democracia. Se ha burlado de los españoles, pero muy especialmente de los catalanes. No podemos callarnos más. Nos han perdido el respeto y se lo han perdido a toda España. Hasta en Europa nos toman por el pito del sereno. Debe de ser muy duro ser diputado en Bruselas y ver a los sediciosos como Pedro (exactamente, Pedro) por su casa. Basta ya. Prou.

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