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El pueblo de Madrid en el que se puede comer carne los viernes de Cuaresma: tiene cuatro letras y es el único de España

pueblo de Madrid
Pueblo de Meco. (Foto: Redes Sociales)
Blanca Espada

España es un país que atrae a millones de turistas cada año, en busca de sol, playas y ciudades que tengan grandes monumentos, pero no podemos olvidarnos de sus pueblos y más, si tenemos en cuenta que algunos de ellos tienen grandes historias así como murallas, puentes emblemáticos o incluso castillos. Pueblos ideales para una escapada o para visitar ahora que estamos en verano. Si estás en Madrid tenemos además el perfecto para ti. El pueblo de Madrid en el que se puede comer carne los viernes de Cuaresma: tiene cuatro letras y es el único de España.

Cuando pensamos en la Comunidad de Madrid, siempre nos viene a la mente su capital, sus museos, su oferta cultural y sus muchas actividades. Pero, a apenas unos kilómetros, hay pueblos con tanta historia que no nos podemos perder. Uno de esos lugares es Meco, una localidad pequeña en tamaño pero grande en curiosidades. Porque no sólo es conocido por su nombre corto de tan sólo cuatro letras, sino también porque allí se puede comer carne los viernes de Cuaresma gracias a un permiso muy especial concedido por el Vaticano. Este pueblo de Madrid, al este de la comunidad, se encuentra a unos 9 kilómetros de Alcalá de Henares, y forma parte de esa zona del Corredor del Henares que combina lo rural con lo urbano.

Es un lugar de paso para muchos, pero quienes se detienen a conocerlo descubren que tiene una personalidad muy marcada y una historia que no se parece a la de ningún otro pueblo de España. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2024 contaba con 15.732 habitantes, un número que ha crecido mucho en los últimos años gracias a su cercanía con Madrid y Alcalá.

El pueblo de Madrid que puede comer carne los viernes de Cuaresma

Lo que hace único a Meco es que es el único municipio español que cuenta con una bula papal que autoriza a sus habitantes a comer carne en Cuaresma, incluso los viernes, cuando la tradición católica marca abstenerse de este alimento. Un privilegio que además, se mantiene desde hace siglos.

¿Pero cómo se concedió esta bula papal? La historia de su origen cuenta con dos versiones. La primera nos lleva al siglo XV cuando el papa Inocencio VIII la habría concedido como una recompensa por los servicios de Íñigo López de Mendoza y Quiñones, segundo conde de Tendilla y señor de Meco, una de las familias más influyentes en la historia de Castilla.

La segunda versión es algo más reciente y apunta al siglo XVIII, cuando el papa Clemente XIV habría firmado este permiso porque Meco, al estar en pleno interior peninsular, no tenía fácil acceso al pescado fresco para cumplir con el precepto del ayuno.

Sea como sea, el hecho es que Meco conserva este privilegio que lo diferencia de cualquier otro municipio de España. De ahí nació la expresión popular «ni la bula de Meco», que se usa para hablar de situaciones donde ni un privilegio tan especial serviría para evitar algo inevitable.

Qué ver y qué hacer en Meco

Meco no es solo una curiosidad histórica. Pasear por sus calles todavía te recuerda a la Castilla de antaño, con casas bajas, plazas y un ritmo que no tiene nada que ver con el de la capital. A pesar de su crecimiento urbano, el pueblo conserva rincones con encanto como la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una construcción del siglo XVI que combina estilos góticos y barrocos, y que preside su casco histórico.

Y si llegas en fiestas, especialmente en abril con las dedicadas a la Virgen de la Cabeza, o las de septiembre en honor al Cristo del Socorro, verás el pueblo más vivo que nunca, con todo tipo de actividades, mercados, y mucho más.

Y en cuanto a la gastronomía,  aunque Meco no tiene un plato que lo defina, su oferta de bares y restaurantes se centra en cocina castellana, con asados, tapas caseras y menús de diario donde todo sabe a hecho en casa.

Y si tienes tiempo, en apenas diez minutos en coche estarás en el centro de Alcalá de Henares, con su universidad, su calle Mayor o la casa natal de Cervantes. Un plan redondo para una escapada de un día.

En definitiva, Meco es uno de esos lugares que no se visitan por casualidad. No tiene el turismo de grandes localidades, pero sí una historia que lo hace irrepetible. Su bula papal es un vestigio del pasado, un recuerdo de cómo las decisiones de la Iglesia podían cambiar la vida de un pueblo para siempre. Algo que para muchos será una simple curiosidad, pero también la excusa perfecta para conocer este pueblo este verano y descubrir así su encanto y la belleza que desprende por su tranquilidad y la buena acogida de quienes allí viven.

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