El ministro De la Serna ganó el pulso a Cospedal en el congreso regional del PP de Cantabria

Sáenz de Buruaga
María José Sáenz de Buruaga junto al ministro de Fomento, Íñigo de la Serna. (Foto: EFE)

El congreso regional del PP de Cantabria ha enfrentado al ex presidente autonómico Ignacio Diego con la que fuera número 2 de su Gobierno, María José Sáenz de Buruaga. La victoria de esta última por tan sólo cuatro votos de diferencia ha terminado con un reguero de denuncias presentadas en los juzgados y en los órganos del partido.

Más allá de las acusaciones de pucherazo de las que ha informado OKDIARIO, este resultado es fruto del frágil equilibrio de poder en la dirección nacional del PP. Ignacio Diego estaba convencido de contar con la confianza de la secretaria general María Dolores de Cospedal, quien finalmente ha evitado interferir en el proceso. En cambio, el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, se volcó para apoyar la candidatura de Sáenz de Buruaga en varios actos. «De la Serna se implicó tanto que no podía permitir que su candidata fuera derrotada», indican fuentes del partido.

Todos coinciden en que la nueva presidenta del PP de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, ha tenido hasta ahora una trayectoria política extraordinariamente discreta: tanto durante su etapa como concejal de Suances (donde optó dos veces, sin éxito, a la Alcaldía) como durante los cuatros años que ocupó la Vicepresidencia del Gobierno regional presidido por Ignacio Diego (entre 2011 y 2015).

Pero su posición la convierte en la persona adecuada para manejar el aparato del partido a la espera de que, en las elecciones autonómicas de 2019, el ministro de De la Serna regrese a Cantabria para ser candidato a la Presidencia del Gobierno autonómico. Si no es llamado a más altas responsabilidades.

A Diego le tocó «gestionar la miseria»

Todo empezó hace seis años. En las elecciones municipales y autonómicas de 2011, Ignacio Diego se convirtió en presidente de Cantabria al obtener una amplia mayoría absoluta, mientras que Íñigo de la Serna revalidó su cargo de alcalde de Santander, también con un fuerte respaldo electoral.

Pero pronto nació la rivalidad entre ambos. Ignacio Diego había heredado una deuda descomunal en el Ejecutivo autonómico, hasta el punto de que en diciembre de 2011 tuvo que recurrir a la ayuda del Gobierno central para poder pagar la nómina de los funcionarios. Le tocó hacer todo tipo de equilibrios para poder sacar adelante sus principales proyectos. Por su parte, el alcalde Íñigo de la Serna reivindicaba la importancia de la capital y reclamaba un mejor trato para su Ayuntamiento.

El fuerte carácter de ambos también ha influido en este enfrentamiento. «De la Serna es un gestor muy brillante, pero le falta empatía en las distancias cortas», señalan fuentes del PP de Cantabria, «muy centrado en el día a día del Ayuntamiento, no pudo dedicar su atención a la organización del partido ni al trato con los alcaldes y cargos públicos». Por el contrario, Nacho Diego, que antes fue alcalde de la población industrial de Astillero, «gana en las distancias cortas y conoce como nadie la situación de los distintos municipios», añaden las mismas fuentes.

Rajoy se hace el gallego

La situación estalló en el congreso regional de 2012, cuando Nacho Diego decidió sacar de la ejecutiva del PP al entonces alcalde de Santander. Aquel mismo año, De la Serna fue nombrado presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), lo que le obligó a tener una mayor presencia en Madrid y le facilitó un trato directo con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

Las tornas cambiaron en las elecciones de 2015, cuando se produjo una debacle del PP en la mayoría de Comunidades autónomas. Cantabria no fue la excepción. Ignacio Diego perdió la mayoría y tuvo que ceder la Presidencia del Gobierno de Cantabria a Miguel Ángel Revilla. También Íñigo de la Serna perdió la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Santander, pero pudo seguir gobernando mediante un pacto con Ciudadanos. Nacho Diego había perdido la partida, también ante los ojos de la dirección nacional del PP.

El pasado verano, comunicó al presidente Mariano Rajoy que no iba a optar a la reelección como presidente del PP de Cantabria. Acaso esperaba que el jefe del Ejecutivo le animara a continuar, pero Rajoy se mostró tan gallego como siempre: «Bueno, bueno, esto no puede ser, ya lo hablaremos».

Meses después, Nacho Diego ofreció a la entonces secretaria general del PP de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, su apoyo para que se convirtiera en la presidenta regional del partido. Ella aceptó encantada dar ese paso, pero le dejó claro que no iba a aceptar su tutela ni iba a incorporar a su equipo a los colaboradores del ex presidente autonómico.

Las denuncias de ‘pucherazo’

Ya el pasado mes de febrero, una nutrida representación del PP de Cantabria acudió a Madrid para participar en el congreso nacional del partido. Una noche, en la terraza de un pub situado frente al hotel en el que se alojaban, se enfrentaron los partidarios de Sáenz de Buruaga con los de Nacho Diego, entre acusaciones mutuas. Los primeros amenazaron a los segundos con barrerles del partido, dicen los afines a Diego.

Esta situación animó al ex presidente autonómico a presentar su candidatura, para optar de nuevo a la presidencia del partido, pocos días antes de que se cerrara el plazo. Lo hizo huérfano de apoyos en Madrid (más allá del respaldo de la secretaria general Cospedal, que ha delegado la gestión del día a día del partido en Fernando Martínez Maíllo), pero con el aval de buena parte de los alcaldes de la provincia.

Finalmente ha perdido el pulso por tan sólo cuatro votos de diferencia. Pero la batalla por las presuntas irregularidades detectadas en el congreso regional va a continuar ante los tribunales y ante las instancias del partido.

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