Fotografía para comérsela

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Todo el mundo habla del rey emérito y solitario, de audios comprometedores, del puñetero calor y de la viruela del mono, perfecto ingrediente que le faltaba a la receta de esta época tan distópica. No sé ustedes, pero si a mí me dicen que el Generalísimo resucita, a lo Vizcaíno Casas, me lo creo. Cansado ya de temas feos, hoy les traigo uno ligero, ligerísimo, fresquito, agradable y bonito. Una noticia que merecería más espacio en su cabeza. No sé si lo saben, pero durante dos semanas, Madrid acoge la primera exposición en España de Pink Lady® Food Photographer of the Year.

Se trata del premio de fotografía gastronómica más importante del mundo, patrocinado por las manzanas Pink Lady®, y al que se presentan profesionales y amateurs de todo el mundo para poner de relieve la creciente importancia de esta nueva disciplina artística, la fotografía gastronómica, auspiciada por el auge de lo culinario y de las redes sociales. En la galería Síntesis Digital Lab (calle Téllez, 19. Madrid) pueden verlo durante dos semanas. Y gratis, que está la luz muy cara.

En sus once años de vida, el certamen se ha convertido en un indispensable dentro de su categoría y, también, del panorama fotográfico general. Es muy reseñable la calidad de los trabajos recibidos. Hay muchas, muchas categorías. Algunas se prestan a la mera exhibición de la hermosura; otras son capaces de contar historias, mostrar la realidad y las costumbres de diferentes culturas e, incluso, servir de denuncia social. No hay que olvidar nunca que una cámara de fotos puede resultar una excelente arma para cambiar las cosas, o por lo menos, para mostrar la necesidad de hacerlo.

Kebabiyana, del fotógrafo indio Debdatta Chakraborty, se ha alzado con el primer premio de la categoría principal. Es una instantánea tomada en Khayyam Chowk, un callejón de Srinagar —ciudad ubicada en el valle de Cachemira—, que muestra el trabajo del cocinero de uno de los numerosos puestos de comida que, de noche, se extienden a lo largo de esta calle. ¿Creador o sacerdote? El halo misterioso es inegable. «Khayyam Chowk no es muy diferente durante el día de otras calles de Srinagar, pero de noche, cuando los vendedores encienden sus hornos de carbón, el aroma y el humo de los kebabs wazwan convierten este callejón en un paraíso para los amantes de la comida», ha declarado el flamante ganador.

También hay historias bonitas detrás de muchas imágenes. Autumnal Woodland Apple Party, de Amanda Farnese Heath (Reino Unido), resultó ganadora de la categoría Pink Lady® Apple a Day, que premia imágenes protagonizadas o relacionadas con las manzanas. La autora pidió a un grupo de niños que idearan su tea party perfecta y luego la recreó en un precioso bosque escocés, con este bucólico y encantador resultado.

En otra de las categorías principales, Champagne Taittinger for Celebration, resultó ganadora la instantánea Traditional Skill, de Chen Ying (China), obtuvo el primer premio al inmortalizar a una familia, reunida en su pequeña granja para cocinar las tradicionales albóndigas rellenas de arroz, que auguran prosperidad para el Año Nuevo.

También es especialmente hermosa la imagen de John Wyand (Reino Unido), titulada Gathering prunings on Corton Hill, que muestra la poda de invierno en los viñedos de Corton Hill, en la zona de Borgoña, y que ha recibido el máximo reconocimiento de Overall Winner de Errazuriz Wine Photographer of the Year, que premia fotografías relacionadas con la viticultura.

Hay otro galardón que reconoce las mejores fotógrafas femeninas. Este año, el oro del Claire Aho Award for Women Photographers es para la sudafricana Marguerite Oelofse, que celebra el mestizaje cultural con un claro guiño a la obra del postimpresionista Henri Matisse.

Cierro con la ganadora de la categoría para menores de diez. Rupkotha Roy Barai, de Bangladesh, emociona con su fotografía de unas mujeres vendiendo pescado y de la sonrisa de un pequeño espectador.

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