Especie invasora

Parece una vulgar patata, pero es una de las especies invasoras más peligrosas de España y ya está en expansión

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Helianthus tuberosus. Imagen: Lupus~huwiki.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

No todas las especies invasoras tienen patas o alas. Algunas echan raíces… y parecen una patata. Se llama tupinambo o pataca. Su aspecto recuerda al jengibre o a una patata deforme, pero esconde una de las amenazas vegetales más serias para los ecosistemas húmedos de España.

Aunque muchos la conocen por sus usos culinarios (como la «alcachofa de Jerusalén»), el tupinambo es una planta invasora con una enorme capacidad de expansión.

Esta es la especie invasora que parece una patata, pero está arrasando ecosistemas

Helianthus tuberosus, conocida como tupinambo, pataca, topinambur o alcachofa de Jerusalén, se trata de una herbácea perenne que se reproduce vegetativamente a través de sus tubérculos y rizomas.

Crece con fuerza en riberas, humedales, campos de cultivo e incluso bordes de caminos. Puede competir y desplazar agresivamente a la vegetación autóctona. Además, sus fragmentos se dispersan fácilmente por corrientes de agua o con el movimiento de tierras, lo que dificulta mucho su erradicación.

Aunque se originó en América del Norte, especialmente en la región de los Grandes Lagos o los valles de los ríos Ohio y Mississippi, hoy el tupinambo está ampliamente naturalizado e invasor en zonas templadas de Europa, Asia, Oceanía y Sudamérica.

En Europa central, como Francia, Alemania, Suiza o Austria, ha sido objetivo de campañas de erradicación. En España, se ha expandido principalmente por provincias del centro, este y noreste de la Península Ibérica, donde coloniza hábitats húmedos y alterados.

¿Qué impacto tiene esta planta invasora en España?

El tupinambo no sólo desplaza plantas nativas, sino que puede alterar ecosistemas enteros. En zonas ribereñas, forma densas colonias monoespecíficas, ralentiza la regeneración de árboles, agrava la erosión de las orillas y pone en riesgo estructuras de protección contra inundaciones.

Sus tubérculos, desenterrados por roedores, contribuyen al deterioro físico del terreno. Por si fuera poco, sus raíces pueden emitir sustancias alelopáticas que impiden el crecimiento de otras plantas. También afecta a insectos polinizadores al desplazar a las especies vegetales de las que dependen.

En agricultura, se comporta como una maleza. Incluso pocos tubérculos por metro cuadrado pueden reducir el rendimiento de cultivos como el maíz, la remolacha o la cebada en más de un 70%. Su eliminación resulta cara y lenta, y puede requerir años.

Por todas estas razones, en España está incluida en el Catálogo de Especies Exóticas Invasoras, regulado por el Real Decreto 630/2013.

¿Qué se está haciendo para detener a este tubérculo invasor?

Eliminar el tupinambo no es fácil ni barato. Sus tubérculos pueden permanecer activos durante años y rebrotar con facilidad.

Entre las medidas aplicadas:

  • Siega repetida: En Alemania, cortando las plantas dos veces al año durante dos años se logró controlar poblaciones. Es más eficaz si se combina con el desenterrado de tubérculos.
  • Uso de herbicidas: Productos como glifosato, dicamba o mezclas con MCPA han dado resultados variables. Son más eficaces si se aplican a tiempo, pero su uso es complicado cerca de ríos.
  • Métodos combinados: Lo más efectivo hasta ahora ha sido combinar siega mecánica o manual con herbicidas adecuados. Este método ha logrado eliminar completamente la planta en algunas zonas al año siguiente.

A largo plazo, también se estudian posibles agentes de control biológico, como hongos y parásitos específicos, aunque aún no se aplican a gran escala.

¿Se puede comer esta especie invasora?

Sí, esta especie invasora se puede comer, aunque pocos lo imaginarían. Esa es una de las razones por las que fue introducido en Europa en el siglo XVII. El tupinambo es un tubérculo comestible, de sabor dulce y terroso, parecido al de la alcachofa. Tiene una textura crujiente en crudo y se vuelve tierna cuando se cocina.

Es rico en fibra, especialmente inulina, buena para la salud intestinal y el control glucémico. Aporta carbohidratos complejos, vitaminas del grupo B y minerales como potasio, hierro y magnesio.

Además, es muy versátil, se puede hervir, asar, freír, usar en purés, sopas o crudo en ensaladas. En Francia sigue siendo muy apreciado. Puede reemplazar a la patata en muchos platos, e incluso se usa para hacer ñoquis o chips crujientes.

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