Crisis del coronavirus

Ximo Puig amplía el cierre perimetral pero rechaza hacer los test necesarios para llegar a la media española

La pérdida del ritmo en los test no ha ido en retroceso a medida que se ha ido agravando la enfermedad

Ley de cambio climático del Gobierno de Ximo Puig
El presidente de la Generalitat Valenciana el socialista Ximo Puig.
Carlos Cuesta

El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, anunciaba ayer mismo la prórroga del cierre perimetral en la Comunidad Valenciana durante, «como mínimo», una semana más. Lo hará inmerso en dos factores: el primero, el escaso número de test que realiza en su comunidad. Y dos, toma la decisión mientras afirma que el cierre perimetral tiene «un impacto mínimo» en la economía.

Según Ximo Puig, el cierre perimetral es una medida que «no afecta excesivamente a la economía», lo mismo que ocurre, como ha expresado en las restricciones del «trasiego de las personas» durante las horas nocturnas, en referencia a la prohibición hasta el 9 de diciembre de movilidad entre la medianoche y las 6 horas.

Pero, posiblemente, lo más llamativo de las decisiones de Ximo Puig es la generosidad en los cierres a la movilidad de los ciudadanos cuando el calificativo que más se amolda a la política de test en la Comunidad Valenciana es el de la tacañería.

El ranking oficial de test realizados por regiones, publicado por el Ministerio de Sanidad, revela que la media española se sitúa en estos momentos en 294,06 pruebas por 1.000 habitantes. Y la Comunidad que gobiernan Ximo Puig y Mónica Oltra se sitúa en 217,56 test, claramente por debajo.

Ritmo de elaboración de test

Es más. Es que esa pérdida del ritmo de elaboración de test no ha ido en retroceso a medida que se ha ido agravando la enfermedad, sino en aumento, con lo que la crítica de la oposición ya ha empezado a alertar de que el escaso número de test realizados puede estar alterando la fotografía real de la enfermedad en la región: la Comunidad Valenciana muestra un dato medianamente moderado en cuanto a la gravedad de la enfermedad (con una incidencia acumulada de 250,39 casos), pero con menos de la mitad de test por habitante realizados que, por ejemplo, en La Rioja.

Los datos de test realizados por territorios en poder del Ministerio de Sanidad muestran que de 17 comunidades, la valenciana ocupa la posición número 15. Dicho de otra manera, la tercera por la cola.
Es más, la semana del 22 de octubre, la Comunidad Valenciana se situaba 67 puntos por debajo del nivel nacional en elaboración de test por habitante. La semana del 15 de octubre, quedaba a 58 puntos. Y ahora esa distancia se dispara hasta los 76,5 casos.

El caso de Madrid

Mientras, la comunidad que más ataques ha recibido por parte del Gobierno central, la de Madrid, muestra un dato de 373,20 test por 1.000 habitantes, superando ampliamente la media nacional y quedando por encima de territorios como Ceuta, Melilla, Aragón, Extremadura, Castilla La Mancha, Andalucía, Galicia, Canarias, Cantabria, Cataluña, Murcia o Castilla y León.

Hay que recordar, de hecho, que Pedro Sánchez utilizó el dato de incidencia acumulada de contagios para cerrar Madrid en el momento en el que la Comunidad superaba los 500 casos. Lo usó comparando con el resto de territorios, pero sin tener en cuenta el número de test que se realizaban en esos momentos en cada región española.

Eso supuso que Madrid, inmersa ya en un cribado con 5 millones de test de antígenos, fue castigada por hacer lo que debía: detectar los casos persona a persona. Porque al hacer más test, obviamente detectaba más casos, especialmente los de los asintomáticos. Madrid, de hecho, según los propios datos del Ministerio de Sanidad, contaba con un 95% de contagios procedentes del grupo de asintomáticos en las primeras fechas de octubre: y todos ellos, sin test no se desvelaban.

Los datos demostraban una realidad paralela a la que Sánchez quiso mostrar de Madrid. Una realidad que evidenciaba que las regiones que más test llevaban a cabo en esos momentos, detectaban más casos asintomáticos y, por lo tanto, tenían altas posibilidades de figurar peor en el ranking por culpa, precisamente, de hacer lo que tenían que hacer.

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