Tras la salida de Pablo Iglesias

Sánchez descarta una remodelación profunda del Gobierno con la mirada puesta en un adelanto electoral

El martes Pedro Sánchez dará a conocer los cambios que provoca la salida de Iglesias, aunque no habrá sorpresas

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez y Fernando Grande-Marlaska.
Joan Guirado

La salida de Pablo Iglesias del Gobierno, para intentar asaltar la Presidencia de Madrid, no acarreará más cambios en el Ejecutivo que los estrictamente necesarios. Pedro Sánchez ha pactado los nombres y las plazas con su todavía vicepresidente segundo y no quiere abrir ningún fuego, por ahora, a las puertas de una campaña electoral. Si hay remodelación en profundidad, cómo se había sopesado e incluso había llegado a deslizar Sánchez en privado, será en verano y siempre que decida agotar la legislatura.

En la crisis del próximo martes, día en el que el líder de Podemos hará efectiva su dimisión, Iglesias será sustituido al frente de la Vicepresidencia segunda por la titular de Economía y Transformación Digital, Nadia Calviño. Esta, a su vez, cederá la Vicepresidencia tercera a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que escalará hasta ser la cuarta máxima responsable del Gobierno. Al frente de Derechos Sociales y Agenda 2030, pese a que su nombre ha suscitado debate, a Pablo Iglesias le sustituirá su hasta ahora secretaria de Estado, Ione Belarra.

Con estos cambios mínimos, Sánchez quiere transmitir que su gabinete funciona y que él está contento con los miembros que lo conforman. Aunque no es así. Pero los acuerdos «están para cumplirlos», señalan en su entorno, aunque él decidió unilateralmente desproveer de la Vicepresidencia segunda a Podemos para entregársela a Calviño. Los morados, que inicialmente no veían claro el cambiazo, acabaron aceptando a cambio de que Díaz mantuviese Trabajo y se aceptase a Belarra. La futura vicepresidenta también fue decisiva a la hora de acatar la decisión de Sánchez: «No me voy a pelear por un sillón», le espetó a Iglesias.

Reforma en profundidad

Pedro Sánchez hace varios meses que tiene sobre la mesa una reforma en profundidad de su gabinete, que pasaría por reducir la estructura gubernamental, y dar un nuevo empuje a su equipo. En resumidas cuentas, ahorrar en personal, de cara a la galería, y fortalecer su núcleo duro. Desde el inicio de la pandemia el presidente espera el fin de la crisis sanitaria para acometer estos cambios.

Aunque se había especulado que esto podía ocurrir en enero, aprovechando la salida de Salvador Illa, o ahora, con la marcha de Iglesias, Sánchez tiene claro que debe esperar hasta que el país recupere la normalidad. «Luego será el momento», sostienen en su entorno, de analizar de nuevo los equilibrios con Podemos y la vigencia de las carteras actuales y el trabajo realizado por sus titulares a lo largo de los últimos meses.

Algunos de los departamentos, como el de Universidades, Ciencia e Innovación, podrían volver a unirse en un solo Ministerio. Eso provocaría la salida de Manuel Castells para dejarlo todo en manos de Pedro Duque. Otros dirigentes en la cuerda floja son el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, o el de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas.

¿Elecciones en otoño?

Pero esta remodelación en profundidad que el presidente Pedro Sánchez hace meses que quiere llevar a cabo, y que en su entorno sitúan en el próximo verano, sólo será una realidad si tiene claro que va a agotar la legislatura. O si Podemos sigue tensando la relación y la coalición acaba rompiéndose. El posible adelanto electoral, que algunos vislumbran para los meses de octubre o noviembre, puede romper los planes presidenciales y obligarle a aguantar con el equipo actual hasta la convocatoria de las elecciones.

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