Están a punto de perderlo todo por culpa de la erupción del Cumbre Vieja. Y la Policía les permite volver a sus domicilios por un período máximo de una hora por última vez. Acuden acompañados de familiares y amigos, procedentes de toda la isla de La Palma, para tratar de sacar de sus viviendas todas las pertenencias posibles. Se trata de una carrera contra el reloj: perder lo mínimo posible y, por encima de todo, salvar los recuerdos de toda una vida.
OKDIARIO ha acompañado durante unas horas a la Unidad de Intervención Policial durante esta tarea que se convierte en un reto tanto para los afectados como para los policías. Todo es nuevo para ellos. El tiempo juega en contra de los vecinos y el río de lava no permite a los agentes darles todo el que querrían. Todos ayudan. Como si se tratase de una carrera de relevos.
«Estamos dando el 200%, como debe ser». Así resume el inspector jefe de la Policía, coordinador del décimo grupo de la Unidad de Intervención Policial, Pedro Cuesta, la operación que están desarrollando desde el pasado domingo centenares de funcionarios de seguridad en la isla de La Palma.
Entre las atribuciones que tiene conferida la UIP de la Policía, conocida también como la unidad antidisturbios, está la de actuar en catástrofes públicas o calamidades. En estos casos se encargan tanto de garantizar la seguridad de los ciudadanos, impidiendo el paso allí donde hay peligro, y de colaborar en las tareas de rescate.
La gran mayoría de estos agentes han llegado procedentes de otras islas de las Canarias o incluso de la península. Trabajan a destajo para ayudar en la evacuación de personas afectadas por la erupción del volcán o para garantizar su seguridad cuando se les permite volver a sus domicilios a recoger sus pertenencias.
Cuesta, en declaraciones a OKDIARIO, asegura que «la dificultad principal de este dispositivo es que nos enfrentamos a un evento que era desconocido para todas las unidades policiales y los cuerpos de emergencia». Asegura este mando policial que «lo afrontamos aportando todo lo que podemos y sabemos».
Los agentes agradecen la colaboración de la población «que está afrontando las indicaciones que se le dan de manera correcta y de manera impecable». Y eso pese al nerviosismo y a la incertidumbre de no saber qué se encontrarán una vez lleguen a sus viviendas. Aún sabiendo que, en la mayoría de casos, será la última vez que pisarán la que ha sido su casa durante los últimos años o casi toda su vida.