Los ‘numeritos’ de Podemos en el Congreso para chupar cámara
Esta legislatura será recordada, entre otras cosas, por el Gobierno en minoría del PP, pero también por los incontables numeritos que los diputados de Podemos han protagonizado en el Congreso, todos ellos disfrazados de supuestas protestas pero con un objetivo común: chupar cámara.
Tanto el secretario general de la formación morada, Pablo Iglesias, como su portavoz en la Cámara Baja, Irene Montero, y el resto de diputados podemitas, han dejado imágenes y enfrentamientos con el resto de parlamentarios del hemiciclo que poco han tenido que ver con legislaturas anteriores.
El resto de grupos en el Congreso no dudan en censurar la actitud «chulesca» y «desafiante» de los diputados de la formación morada. Tampoco ha pasado desapercibido para la Mesa del Congreso, que buscan poner fin a estos shows a través de «un gran consenso político» y del Reglamento debido al «hartazgo mayoritario» existente entre el resto de la Cámara Baja.
Se fueron en la investidura de Rajoy
Ya antes de que comenzara a rodar la actual legislatura, los diputados de Podemos dieron un show en el hemiciclo del Congreso. Fue en la investidura de Mariano Rajoy, en la que acabaría siendo elegido nuevo presidente del Gobierno.
En la jornada de la primera votación, los parlamentarios podemitas abandonaron el Pleno de la Cámara Baja por unas palabras del portavoz del PP, Rafael Hernando, que recriminó a Pablo Iglesias el hecho de «usar el nombre de España para ponerse al servicio de dictadores».
Era el momento del turno de palabra para Rajoy, cuando Iglesias reclamó tres minutos para responder al portavoz popular, algo a lo que la presidenta de la Cámara, Ana Pastor, se negó. De esta manera surgió la queja de los miembros de Podemos, que no dudaron en abandonar en masa el Parlamento.
«Cuatro millones de dólares», se limitó a declarar Hernando cuando Pastor le volvió a conceder el turno de palabra para ver si se retractaba de lo que había dicho. Según pudo saber OKDIARIO, la impulsora de este ‘motín’ fue Irene Montero, que por aquel entonces era la portavoz adjunta de su partido en el Congreso.
«Vámonos, vámonos», gritó Montero al resto de sus compañeros cuando Pastor se negó a concederle el turno de palabra a Iglesias. De esta forma, los diputados podemitas permanecieron en el exterior del hemiciclo durante toda la intervención final de Rajoy, para luego regresar a sus escaños y así no faltar a la votación.
Dejaron el hemiciclo para apoyar a Homs
Antes de que empezara un Pleno a mediados del mes de marzo, el diputado del PDeCAT Carles Campuzano pidió el turno de palabra para defender la «dignidad» de su partido y la de su ex portavoz, Francesc Homs. Lo hacía después de que Homs fuese condenado por el Tribunal Supremo a 13 meses de inhabilitación tras desobedecer al Tribunal Constitucional por convocar el 9N.
«En base al artículo 71.3 del Reglamento de la Cámara, solicito intervenir en defensa de la dignidad de los diputados del PDeCAT después de la expulsión del señor Homs por esta Cámara en ejecución de la sentencia del Tribunal Supremo, entendemos que esa expulsión…», reclamaba el diputado de PDeCAT.
En ese instante, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, le cortaba el micrófono debido a que el artículo 71 del Congreso hace referencia a las intervenciones en el hemiciclo por alusiones.
«No procede concederle la palabra en este momento por la cuestión a la que usted alude. Como sabe, ya fue discutida en el Pleno de la Cámara con ocasión del debate de la concesión del suplicatorio correspondiente», le replicaba Pastor, al tiempo que añadía que «en relación del artículo al que usted hace mención, que se refiere a alusiones, no ha lugar, muchas gracias señor Campuzano».
Tras esta respuesta de la presidenta de la Cámara, los diputados del PDeCAT comenzaron a abandonar el hemiciclo, con un Campuzano visiblemente molesto y realizando aspavientos. A ellos se les unía los parlamentarios de Unidos Podemos y de ERC para solidarizarse con los miembros de la antigua CDC.
Faltan al minuto de silencio por Barberá
El 23 de noviembre del año pasado, fallecía la ex alcaldesa de Valencia Rita Barberá. Esa jornada había Pleno en el Congreso, en concreto, sesión de control al Gobierno, por lo que se decidió rendir un minuto de silencio en el hemiciclo en memoria de Barberá.
Todos los grupos parlamentarios estuvieron presentes en esta ceremonia, excepto los diputados de Unidos Podemos, que decidieron ausentarse de este acto en la Cámara Baja. «No vamos a participar en un homenaje a alguien que ha estado marcado por la corrupción», explicaban algunos dirigentes de la formación como Pablo Iglesias o el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, a través de las redes sociales.
No obstante, sus socios electorales de Valencia, Compromís, no secundaron este gesto puesto que sí que asistieron a este minuto de silencio. Los miembros de ERC también les afearon esta actitud: «Sería injusto hablar de según que cosas en un día como hoy y sería poco elegante por mi parte», manifestaba Rufián, portavoz adjunto de la formación independentista.
El protagonista de esta polémica decisión fue Pablo Iglesias, que ordenó a su grupo parlamentario por mensajería telefónica no participar en el minuto de silencio por la ex alcaldesa de Valencia ni en otros actos similares.
«Lamentamos la muerte de Barberá pero no podemos participar en un homenaje político a alguien cuya trayectoria está marcada por la corrupción», esgrimía el máximo mandatario podemita a los periodistas en los pasillos del Congreso.
Se negaron a saludar y a aplaudir al Rey
Con motivo de la solemne apertura de la XII Legislatura, el Rey Felipe VI acudió al Congreso para pronunciar un discurso. Los parlamentarios podemitas aprovecharon la presencia del jefe del Estado para llamar la atención mediática a través de varios desplantes.
En primer lugar, los diputados de Unidos Podemos, al igual que los de ERC y Bildu, se negaron a saludar al monarca a su llegada al Congreso. Durante el discurso que pronunció el Rey los podemitas tampoco le aplaudieron en ningún momento, aunque sí que se levantaron cuando finalizó su ponencia. Los parlamentarios nacionalistas del PNV tampoco aplaudieron al monarca. Hasta 25 diputados del grupo morado se quedaron sentados mientras sonaba en el hemiciclo el himno de España.
Pero los desplantes no acabaron ahí, puesto que un senador de Unidos Podemos exhibió una bandera de la II República durante todo el discurso de Felipe VI. Y es que los miembros de la Cámara Alta también estaban invitados a este evento.
Los diputados de Izquierda Unida, que se encuentran integrados en la confluencia de Unidos Podemos, lucieron escarapelas con los colores de la bandera de la II República en sus solapas como forma de protesta contra la monarquía.
El parlamentario de la formación morada por Jaén Diego Cañamero también se sumó a estos desplantes al lucir una camiseta que tenía como lema «Yo no voté a ningún Rey».
De esta forma, los podemitas aprovecharon esa jornada en el Congreso para dar visibilidad a su protesta contra la institución monárquica, evitando cualquier gesto de cortesía con la Casa Real y rompiendo el protocolo institucional.
«A usted el Congreso se la bufa»
A finales de marzo, Pablo Iglesias quiso llamar la atención del resto de parlamentarios del Congreso al dirigirse al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un tono y unos términos coloquiales que poco tienen que ver con el de un representante en las Cortes Generales.
«A usted, señor Rajoy, el Congreso se la suda y se la bufa», reprochaba Iglesias a Rajoy, en referencia al informe de los letrados de la Cámara que aconseja un uso restrictivo de la capacidad de veto.
Así se mostraba el líder de Podemos en la sesión de control al Gobierno sobre las funciones que, a su juicio, cumple la capacidad de veto que ostenta el Ejecutivo para frenar iniciativas parlamentarias que alteren los Presupuestos.
Según el máximo mandatario podemita, ese informe a Rajoy «le trae sin cuidado», por lo que consideró previsible que su respuesta fuera «me importa un comino, me importa un pimiento…, un huevo, un rábano o hasta un pepino».
Pero Iglesias no se quedaba ahí, puesto que también daba por hecho que el presidente del Gobierno tuviera atado el apoyo a los Presupuestos Generales del Estado.
«A usted se la bufa el informe de los letrados, lo importante ya lo tiene atado, y son los Presupuestos que tendrá con apoyo de Ciudadanos, PNV, Coalición Canaria y un diputado socialista de Nueva Canarias. Se la bufa a usted el informe de los letrados», reiteraba el líder del partido morado.
Ante esto, Rajoy respondía de forma irónica que «espero que todos los citados tomen buena nota y hagan caso», en alusión a sus posibles apoyos para sacar adelante las partidas presupuestarias.
También le recordaba a Iglesias que, al igual que el Gobierno respeta el Parlamento, «el Parlamento también debe respetar al Ejecutivo y, por tanto, la capacidad que le otorga la Constitución de vetar iniciativas parlamentarias si tienen consecuencias presupuestarias».
Iglesias retó a un diputado del PP
Pablo Iglesias ha mostrado en más de una ocasión su lado más chulesco y macarra en los Plenos del Congreso, como cuando retó hace unas semanas a otro diputado del PP a que bajara de su escaño para encararse.
Sucedió a mediados del mes de febrero, durante una sesión de control al Gobierno. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, se encontraba contestando a una pregunta realizada por el diputado de Unidos Podemos y en Marea Antonio Gómez Reino acerca del nombramiento del ex director general de la Guardia Civil Arsenio Fernández de Mesa como consejero de Red Eléctrica de España (REE).
«Ustedes han dicho que ser director de la Guardia Civil es equivalente a corrupción», le recriminaba Montoro a la bancada podemita, produciéndose acto seguido una bronca entre podemitas y populares en el hemiciclo.
La portavoz de Podemos, Irene Montero, llamaba en ese instante «caraduras» a los diputados del PP, al tiempo que les señalaba de forma provocadora.
Iglesias también se mostraba con una actitud retadora, emplazando al parlamentario popular por Málaga Ángel González a que abandonara su escaño para que pudieran hablar cara a cara: «¿Tú a mí? ¡Baja, baja, baja!», le decía el líder podemita a González con unos aspavientos desafiantes.
Ante este espectáculo, Ana Pastor se veía obligada a intervenir para tratar de poner orden, y tomando el micrófono advertía al hemiciclo que «les aseguro que tengo una función muy complicada, pero les puedo asegurar que se va a mantener el orden en la Cámara y lo primero que hay que hacer es respetar».
Así censuraba la presidenta del Congreso la actitud de los parlamentarios de Podemos, al tiempo que remarcaba que «ustedes quieren que nos respeten los ciudadanos y ese respeto se gana aquí cada día, de la mañana a la noche y especialmente respetando a quienes son o pueden ser sus oponentes políticos».
Iglesias llama «sinvergüenza» a Soraya
El secretario general de Podemos volvía a perder las formas en el Congreso de los Diputados, llegando a llamar «sinvergüenza» a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Iglesias defendía de esta forma peculiar a su portavoz y pareja sentimental, Irene Montero, que había quedado retratada por Santamaría en la sesión de control al Gobierno.
Esto se producía después de que Montero interrogara a la vicepresidenta sobre las exclusivas de OKDIARIO en torno a las escuchas al Rey Juan Carlos en los años 90. La portavoz podemita preguntaba también si este periódico tenía más informaciones acerca de este asunto.
«Estos hechos ocurrieron hace 25 años, cuando usted estaba en primero de infantil y yo en primero de carrera», empezaba su réplica Santamaría, al tiempo que tachaba la intervención de Montero de «seudoparlamentarismo».
En su respuesta, la vicepresidenta también hacía referencia a la libertad de información y de prensa en España: «Las instituciones no funcionan como ustedes creen y menos como ustedes querrían, poniendo en cuestión todo lo que no pueden controlar, empezando por la prensa y siguiendo por la inteligencia».
Pero la vicepresidenta no se quedaba ahí, puesto que reprochaba a la bancada podemita que criticasen «a la prensa y a la justicia si no les dan la razón».
Ante esto, Iglesias y Montero realizaban aspavientos desde sus escaños al tiempo que seguían la intervención de la dirigente popular con varios «¡muy bien!» de forma irónica.
No obstante, el líder podemita le profería un insulto a la vicepresidente del Gobierno al ser incapaz de contenerse tras el vapuleo a la que había sido sometido su portavoz: «¡Sinvergüenza!», exclamaba Iglesias después de que Santamaría finalizase su réplica.
Montero acusó al PP de «matonismo»
La portavoz de Podemos, Irene Montero, acusó a mediados de marzo a la bancada del PP en el Congreso de «matonismo», mientras que los populares denunciaron las «amenazas» de los podemitas.
Esta bronca duró varios minutos en el Hemiciclo, enmarcada en la convalidación del Real Decreto para la reforma del sector de la estiba, que finalmente no salió adelante.
El diputado del PP Miguel Barrachina arremetió contra los parlamentarios de Unidos Podemos por no defender el escaso número de mujeres que trabajan en el sector de la estiba, siendo que ellos portaron brazaletes violetas el Día de la Internacional de la Mujer Trabajadora.
En ese momento, se produjo un cruce de reproches y de gritos que comenzaron los podemitas contra la bancada popular. «Yo ya he recibido suficientes amenazas del sector, como que para que ahora los del brazalete vengan también a amenazarme», llegó a manifestar Barrachina durante su discurso.
Esto enfureció a Iglesias y a Montero, que no dudaron en levantarse de sus escaños para hablar y quejarse ante Gloria Elizo, vicepresidenta cuarta de la Mesa del Congreso y miembro también de Podemos, ante la incredulidad del resto del hemiciclo.
«Señorías, están dando un ejemplo lamentable a los ciudadanos», afeaba Pastor a los diputados que estaban armando alboroto. Después de esto, Montero pedía turno de palabra para atacar a los diputados del PP.
«El señor orador se ha referido a que mi grupo parlamentario estaba amenazando, es radicalmente mentira», esgrimía la portavoz podemita en alusión al diputado del PP, alegando a su vez que «creo que el ‘matonismo’ del grupo parlamentario popular también merece una reflexión de esta cámara».
Ante estas palabras, Pastor le daba la palabra a Barrachina para ver si se retractaba de sus declaraciones, a lo que contestaba que «he dicho que Podemos amenaza, y quienes amenazan a periodistas, quienes amenazan a policías y quienes amenazan a jueces también amenazan al Partido Popular».
Esto encendía aún más el descontento entre los diputados de Podemos, pero todavía quedaba por intervenir el portavoz del PP, Rafael Hernando, que también había pedido intervenir.
«Montero ha hablado de ‘matonismo’ al referirse a mi grupo, solamente quiero manifestar que el orador de Podemos ha estado haciendo uso de la palabra con absoluta normalidad y sin interrupciones, cosa que no ha podido el portavoz de mi grupo», señalaba Hernando, concluyendo que «por lo tanto, si ha habido ‘matonismo’, no ha sido de mi grupo, si no más bien de otro».
Cañamero defiende a Bódalo
Diego Cañamero acudió en un Pleno de finales de marzo al escaño del ministro de Justicia, Rafael Catalá, para pedir la libertad del violento delincuente Andrés Bódalo, encarcelado desde hace un año por agredir al PSOE Juan Ibarra en Jódar (Jaén) en 2012.
Cañamero le enseñó a Catalá dos fotos: una en la que aparece Iñaki Urdangarin bajo el título «Urdangarin, en libertad en Suiza», y otra en la que sale su compañero encarcelado con el lema «Bódalo, un año en prisión en Jaén».
Por este motivo, la Mesa del Congreso aprobó que Ana Pastor amonestase verbalmente al diputado del partido morado. Sin embargo, el afectado consideró este hecho injusto al no considerarlo una «ofensa», al tiempo que se llegaba a declarar «insumiso judicial».
Cañamero obviaba la razón por la que estaba ingresado en prisión el que fuese su fuese su compañero en el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT).
Cabe recordar que el diputado podemita también tiene problemas con la Justicia, después de que el juzgado número 4 de Utrera (Sevilla) iniciase los trámites para que Cañamero pueda ser juzgado por el Tribunal Supremo.
En concreto, el ex portavoz del Sindicado Andaluz de Trabajadores fue imputado por un presunto delito contra la salud pública por la huelga de basuras en El Coronil (Sevilla), que se prolongó durante 71 días y de la que Cañamero fue el principal promotor.