Barberá y Rajoy hicieron las paces tras una llamada del presidente antes del verano

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Rita Barberá, Mariano Rajoy y Alberto Fabra durante un mitin del PP en Valencia. (Foto: Getty)

Rita Barberá no entendía el «silencio» de Mariano Rajoy. A pesar del estrecho vínculo que la unía al presidente, en su entorno se quejaba de la actitud del líder del partido, al permitir que «los niñatos» de Génova hicieran declaraciones tan duras contra ella. Este era el lamento que la senadora del Grupo Mixto expresaba a su círculo más cercano.

Barberá recordaba que ella fue la que sostuvo a Rajoy tras la derrota electoral de 2008. Aquella misma noche tras el discurso, casi de despedida, que el candidato popular pronunció desde el balcón de Génova, fue la alcaldesa de Valencia la que -apoyada por Francisco Camps- alentó y animó a un Mariano hundido a continuar al frente de la formación. Valencia se convirtió entonces en el gran bastión del líder ‘popular’, repitiendo apoyo y cierre de filas en el famoso Congreso de Valencia, en el que Esperanza Aguirre tramaba hacerse con las riendas del partido.

«A ella le dolía mucho que, su compañero y amigo, se pusiera de perfil ante las declaraciones terriblemente injustas, que algunos de los nuevos en Génova, iban vertiendo  por los medios de comunicación», señalan fuentes del entorno más cercano de la ex alcaldesa. “¡Tendría que pararlos!», aseguran que exclamaba Barberá.

Sin embargo, fueron dos los momentos que hicieron que la senadora se reconciliara con el presidente. Por un lado, Barberá entendió, como un gesto de aprecio y apoyo, su inclusión en la Diputación Permanente del Senado apenas 10 días después de que se destapara la Operación Taula. Una acción  duramente criticada por sus adversarios políticos. Entendían, que la única finalidad de la maniobra, era conseguir que la ex alcaldesa pudiera mantener su aforamiento en caso de repetición de elecciones.

Por otro lado, el momento en el que verdaderamente ambos sellaron la paz, se produjo poco antes del verano, cuando Mariano Rajoy «por fin» descolgó el teléfono. El mismo presidente confirmaba, esta semana, que mantenía contacto con ella, y que el pasado lunes se intercambiaron algunos mensajes telefónicos.

Sin embargo, el capítulo de Rajoy no es el único que marcó los últimos meses de Rita Barberá. María Dolores de Cospedal se sitúa entre las que «mejor se portaron con ella y no solo estos meses, su familia asegura que el trato estos dos duros días ha sido magnífico». Por contra, entre sus enemigos destacan cuatro nombres: «Isabel Bonig, Fernando Martínez Maíllo, Javier Maroto y Alfonso Alonso, además de la nueva cúpula del PP valenciano».

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El candidato a lehendakari por el PP, Alfonso Alonso (2i), acompañado por el presidente del partido en Álava, Javier de Andrés (i); el vicesecretario general, Javier Maroto (3i); el presidente del PP de Gipuzkoa y cabeza de lista, Borja Sémper (3d) (Foto: Efe)

Bonig entró a encabezar la lista negra de la ex alcaldesa, con el apoyo a la moción presentada por Compromís en las Cortes valencianas para retirarle el escaño en el Senado. Un gesto que Barberá no olvidó nunca.

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Isabel Bonig junto a Mariano Rajoy y Rita Barberá. (Foto: AFP)

Con los vicesecretarios, Maroto y Maíllo, Rita tuvo distintos encontronazos. En particular con el vicesecretario de organización de los populares, con quien protagonizó una dura discusión. Barberá dio rienda suelta a su carácter y elevó el tono hasta que consideró que la conversación había acabado. Desde entonces, según las mismas fuentes, Maíllo dejó de ser el interlocutor válido entre ella y Génova. Fue la propia secretaria general, María Dolores de Cospedal, la que tomó las riendas. Negoció con la valenciana en los momentos más tensos de la relación entre Rita  y su formación. «Con ella sí se entendía», subrayan.

Brecha en el partido

La muerte de Rita Barberá, ha abierto aun más la grieta existente en el PP, desde que «los nuevos» llegaron a Génova. Ya hace meses que en las filas de los populares se debatía la postura del partido sobre la senadora. Para muchos, Barberá era un problema que tenía que desaparecer de la formación cuanto antes. Por eso, no dudaron en celebrar la exigencia de Ciudadanos de apartar de sus cargos a todos los imputados por corrupción en las instituciones.

A día de hoy son bastantes los miembros del partido que recuerdan la «agonía» de aquella mañana, en la que desde Génova 13 se intentaba convencer a la ex alcaldesa de Valencia de que abandonara el partido de motu propio y  su escaño en el Senado. Sin embargo, para decepción de algunos compañeros, Rita se mantuvo en la Cámara Alta, aunque para ello tuviera que pasar a engrosar las filas del Grupo Mixto.

El temor que sentía a ser juzgada por un tribunal valenciano, la obligó a situar al PP al límite. En juego estaba:  el apoyo de Ciudadanos en la investidura de Mariano Rajoy.

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