Maduro viaja a China a la desesperada para negociar la recompra de deuda soberana

Maduro
Xi Jinping, presidente de China y Nicolás Maduro, presidente de Venezuela (Foto. Getty)
María Villardón

Venezuela está en manos de los inversores extranjeros. El país de Nicolás Maduro posee una deuda externa de decenas de millones de dólares que, hasta ahora ha podido ir pagando con más o menos holgura. Sin embargo, la crisis que azota a la región y la prohibición de que los bonos venezolanos sean negociados en los mercados de EEUU han obligado al Gobierno a mandar un emisario a China y renegociar la compra de deuda soberana y bonos de la petrolera estatal PDVSA.

La escasez de liquidez, las pocas posibilidades de Maduro de financiarse en los mercados exteriores por el rechazo internacional y el pírrico precio del Brent están ahogando al régimen de Maduro. Tanto, que el Ejecutivo venezolano ha enviado a Simón Zerpa, presidente del Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden), entidad que invierte los ingresos del petróleo, y vicepresidente de PDVSA a China a renegociar la compra de deuda soberana y de la petrolera estatal.

Pero no sólo eso, fuentes venezolanas han asegurado al diario El Nuevo País, que, además esta recompra, se están discutiendo acuerdos para potenciar las industrias sobre las que se sustenta la economía venezolana como las infraestructuras. Un sector que, de mejorar con inversiones económicas, tendría un impacto directo sobre el otro eje central de las finanzas del país: el petróleo. Las refinerías de Venezuela están en mal estado, por lo que incluso la gasolina es casi un bien de lujo y la tasa de inflación mensual del 20% tumba drásticamente los sueldos de los ciudadanos.

Los analistas defienden que esta recompra de bonos, que vencen en 2018 y 2019, sería una ventaja para Venezuela porque podría beneficiarse de un ahorro considerable en el pago de intereses.  Según las mismas fuentes, los esfuerzos de esta comitiva latinoamericana en China se centran en la composición, junto con tres entidades asiáticas, de un fondo que se encargue de la compra a descuento de los ‘papeles’ venezolanos.

Si esta ‘joint venture’ transitoria consigue comprar la deuda soberana a precio de mercado actual, sólo pagarían 1.700 millones de dólares, un 30% menos. La intención, según el rotativo local, sería canjear al vencimiento, los bonos que se logren recomprar a cambio de nueva deuda de PDVSA con vencimientos a 2037 y 2047.

Sin duda, un balón de oxígeno para una economía que se ahoga en sus propias deudas y que, de no estar en manos de China y Rusia, no tendría más remedio que proclamar el ‘default’. Para los meses venideros, concretamente en octubre y noviembre, el Gobierno de Maduro está obligado a abonar 1.600 millones de dólares y 1.800 millones de dólares, respectivamente.

La escasez de moneda extranjera no es baladí, sobre todo porque su principal fuente de financiación es una industria que no está pasando por su mejor momento. “La probabilidad de que incumplan con los pagos está aumentando”, explica a NYT un analista londinense de la firma Exotix Partners. Y añade: “Hasta ahora tenían el compromiso de pago, algo sorprendente debido a la situación política, pero cabe preguntarse por cuánto tiempo aguantarán gastando más en deuda que en importaciones”.

El Gobierno ha tenido que reducir un 80% la importación de alimentos subvencionados para los venezolanos, lo que ha hecho florecer el contrabando, no sólo de alimentos sino también de tráfico de divisas.

El Brent, de referencia en Europa, cotiza en Londres en los 52 dólares tras el acuerdo de la OPEP en noviembre, aunque el frenazo en la producción no ha tenido el impacto esperado. El crudo no ha logrado ni rozar los 60 dólares, el cártel ha abierto la puerta a ampliar la congelación de bombeo más allá de marzo de 2018.

Los expertos concluyen que para que la situación financiera del país y PDVSA mejore sustancialmente, se necesita un barril cotizando en los 70 dólares. Un escenario que, al menos a día de hoy, parece poco probable.

El ocaso de la petrolera estatal PDVSA

Podríamos decir que la petrolera de Venezuela podría haber sido y no fue o fue y ya no lo es, ambas opciones serían las correctas. Venezuela tiene un mar de riqueza bajo sus pies, sin embargo, el endeudamiento del país con países externos y la ausencia de inversión en las infraestructuras han llevado a PDVSA al ocaso.

Eso sumado a una confianza ciega en una industria que se pensó que jamás se agotaría. ¿Quién lo iba a pensar? El Brent tenía una cotización de ensueño con el barril a 120 dólares, pero la gallina de los huevos de oro ya no está en la región de Venezuela, el crudo se agotó y el barril comenzó a reducirse a 26 dólares, incluso menos, pero ya era demasiado tarde.

El Gobierno, confiado en la riqueza eterna, no invirtió en las infraestructuras y ha dejado la industria del país absolutamente obsoleta. El dinero de PDVSA se agota, está endeudada y produce 2 millones de barriles diarios, un millón menos que en los últimos 20 años.

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