Crisis empresarial

Grifols promete a la desesperada dos años récord a los inversores tras fracasar la OPA de Brookfield

Grifols, presidente, Glanzmann
Thomas Glanzmann, presidente de Grifols.
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Grifols intenta recuperarse del duro castigo sufrido en Bolsa tras la retirada de la OPA de Brookfield y la vuelta a sus problemas financieros y de gobernanza. Para ello, está contactando con inversores y analistas, a los que está prometiendo que 2024 y 2025 van a ser años de récord de beneficios, según fuentes del mercado.

«Vamos como un tiro», es el mensaje que Grifols está transmitiendo al mercado en este intento de recuperar su confianza tras el varapalo de la OPA. Tras anunciarse la marcha atrás de Brookfield el 27 de noviembre, el valor se hundió el 22,3% hasta 8,28 euros, pero desde ahí ha sido capaz de recuperar hasta los 8,79 que alcanzó ayer. No obstante, sigue muy lejos de los 10,50 euros por acción que ofrecía el fondo canadiense.

Estos contactos con inversores se inscriben dentro de la estrategia de Grifols de volver a centrarse en su plan estratégico, anunciada tras el fracaso de la operación: «El Consejo de Administración y el equipo directivo de Grifols siguen plenamente comprometidos con la ejecución del plan estratégico de la compañía, cuyo objetivo es aumentar el valor a largo plazo. En línea con este compromiso, Grifols anunciará próximamente un Capital Markets Day, donde presentará su visión estratégica e iniciativas clave diseñadas para conseguir oportunidades de crecimiento y mantener así un rendimiento sostenido», comunicó la compañía.

Mejoría hasta septiembre

La compañía catalana se apoya en los resultados presentados hasta septiembre, que mostraron un beneficio de 87,95 millones frente a las pérdidas del mismo período de 2023, así como una generación de caja -la gran preocupación de los analistas- positiva de 127 millones en el tercer trimestre, si bien en el conjunto de 2024 sigue siendo negativa de -69 millones.

Los ingresos en los nueve meses aumentaron el 9,1% y el Ebitda (beneficio bruto de explotación), el 25%, si bien en base «ajustada», dentro de las extrañas medidas contables de Grifols que le han valido las acusaciones de falta de transparencia por parte de Moody’s, Gotham y el propio Brookfield.

Para 2025, el consenso del mercado espera un crecimiento del 12% del Ebitda. Si eso se cumple, como promete Grifols, algunos analistas consideran que los precios actuales suponen una gran oportunidad de compra, ya que estaría valorando a la empresa en sólo 7 veces EV/Ebitda (valor de empresa, es decir, capitalización menos deuda, sobre Ebitda) estimado para el próximo año.

Dudas y obstáculos

Ahora bien, esa valoración parte de la base de que la contabilidad de Grifols refleja su realidad, algo sobre lo que existen muchas dudas por la citada falta de transparencia. Y también obvia una serie de problemas que recientemente ponía de manifiesto la firma de análisis ODDO. Por un lado, el enorme peso de los intereses de la deuda, que se comen el 70% del beneficio bruto; de ahí que otros expertos sostengan que el múltiplo de Ebitda no es tan atractivo si se tiene en cuenta que el grueso del mismo se usa para pagar intereses.

Por otro lado, el mal resultado de sus inversiones: todas las compras superiores a 1.000 millones acometidas por la empresa han destruido valor y han incrementado la deuda en 4.500 millones.

Y como la deuda, pese a haberse reducido, sigue siendo de 9.200 millones, ODDO cree que Grifols sólo tiene tres alternativas no excluyentes entre sí: refinanciar la deuda, algo que será muy complicado; vender activos, si bien cuando uno vende a la desesperada (fire sale), el precio suele ser de derribo; y la peor de todas para la cotización, una ampliación de capital por la que Grifols no conseguiría un precio de más de 7 u 8 euros para las acciones A, según fuentes del mercado.

Eso, sin contar los problemas de gobernanza, como las opacas relaciones con Scranton -el holding de la familia Grifols- que están en el centro de las críticas de Gotham. Precisamente, ayer la empresa defendió sus alegaciones en la demanda presentada en EEUU contra el fondo bajista que inició sus ataques en enero. No obstante, la SEC (comisión de valores) de ese país ha archivado su investigación sin sanciones, porque este tipo de prácticas de mercado allí se consideran normales.

Otro elemento que está en el foco del mercado es la presencia de Tomás Dagá en el consejo. Actualmente, está calificado como «otro externo» y es socio del bufete Osborne Clarke que representa a la empresa y a la familia, con el consiguiente conflicto de interés. De hecho, varios fondos presentes en el capital han exigido su salida del órgano de gobierno, según informó Expansión.

Este lunes, Grifols ocupó las dos vacantes que había en su consejo por cooptación con Pascal Ravery (independiente) y Paul S. Herendeen (dominical en representación de varios fondos presentes en el capital, Flat Footed, Mason Capital y Sachem Head). No obstante, mantuvo en su puesto al polémico Dagá, que según las fuentes es el auténtico cerebro de la estrategia de la compañía.

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