La FIFA apuesta por la Superliga
La Superliga Europea no es una idea de «barra de bar», como bien se empeña en sostener Javier Tebas. Si así lo fuera, la FIFA no habría dado su apoyo tácito a un proyecto donde el máximo organismo del fútbol mundial tiene intereses marcados. Los grandes clubes europeos, en su afán por fundar una competición mucho más lucrativa que las tradicionales ligas, saben que su mejor aliado para llevar a cabo su emancipación de la UEFA y las Ligas Nacionales es contar con la ayuda de Gianni Infantino y su organización.
La FIFA apoyará a la Superliga Europea siempre y cuando los grandes clubes le garanticen su participación en la Copa Mundial de la FIFA, un torneo que todavía no ha visto la luz, pero que contará con ocho clubes europeos a partir de 2022. La organización supranacional ambiciona reducir el poder de una UEFA que se le ha subido a las barbas en los últimos tiempos con una Champions League que ha sido muy lucrativa para las arcas del organismo continental liderado por Aleksander Ceferin, pero cuyo reparto económico no ha dejado conforme a nadie.
La UEFA no ha compartido lo suficiente con la ya mencionada FIFA, con las Federaciones Nacionales –que tampoco se han opuesto al proyecto– y con unos grandes clubes que plantean este órdago porque el dinero que reparte la máxima organización continental se les ha quedado escaso. Las Ligas Nacionales tampoco han protegido a los grandes clubes imponiendo el reparto centralizado de derechos televisivos. Muchos clubes se sienten expoliados por clubes pequeños que viven como nuevos ricos gracias a pagos de ingresos que no generan ni por asomo.
Los grandes clubes han hecho cuentas por la pandemia y ésta ha acelerado una idea que podía haberse demorado una década a lo sumo. La Superliga tiene los mimbres para arrancar en poco tiempo y esa idea aterra a unas Ligas Nacionales que verían caer en picado el interés en su competición. Ni Real Madrid ni Barcelona ni Atlético, los tres equipos con más posibilidades de integrar la nueva competición, tienen la intención de abandonar sus torneos domésticos, pero sí que se plantean fórmulas para poder seguir siendo competitivos en todos ellos con plantillas que superen los 25 jugadores para atender todos los compromisos. Todo será cuestión de llegar a un punto de entendimiento.
Un cambio imparable
«El modelo del fútbol europeo necesita un nuevo impulso y nuevas evoluciones de este deporte. El fútbol debe hacer frente a este nuevo tiempo y el Real Madrid seguirá ahí. Todo el mundo aboga por la reforma del panorama competitivo actual», aseguró Florentino Pérez en la Asamblea del Real Madrid. El dirigente sabe de lo que habla, ya que su contacto con Infantino es más que fluido, tras convertirse en el primer presidente de la Asociación Mundial de Clubes en 2019.
La Superliga europea, más pronto que tarde, hará un anuncio público de sus intenciones. Actualmente se están cuadrando cifras, contratos, participantes y apoyos de una competición que va a alterar el orden existente en el mundo del fútbol. Obstáculos a la vista hay pocos. JP Morgan ya ha apalabrado poner 5.000 millones de euros para arrancar el proyecto y las tradicionales reticencias de los clubes ingleses a unirse a este tipo de proyecto han desaparecido por la presencia de dueños americanos en clubes como el Liverpool y el United.
El apoyo incondicional de la FIFA a este cambio va a ser fundamental para que la competición reciba un respaldo en forma de legalidad, así como a nivel organizativo y de árbitros. La UEFA, tras muchos años no habiéndose sentado a hablar, quiere ahora negociar una salida amistosa para que la Champions League no se convierta en la Europa League. Las federaciones nacionales han recibido la garantía de la FIFA de que sus competiciones, además de la ventanas de la selecciones, no van a ser las sacrificadas en este nuevo proyecto y que habrá un reparto justo. Las Ligas Nacionales, con Tebas a la cabeza, parece que se han quedado en fuera de juego.