Ni a 20 ni a 30 grados: trabajo en una lavandería y ésta es la temperatura a la que debes poner las toallas en la lavadora


Durante el verano, las toallas se convierten en uno de los textiles más utilizados en el hogar. Cada ida a la playa, cada chapuzón en la piscina o ducha refrescante implica usar al menos una, por lo que terminan acumulando humedad, residuos de protector solar, arena o incluso cloro. Por eso, no es de extrañar que en esta temporada nos demos cuenta de que pierden su suavidad, ya no huelen igual de bien o comienzan a sentirse ásperas al tacto. A la hora de ponerlas en la lavadora, muchos piensan que basta con usar un buen detergente o añadir suavizante, pero lo cierto es que cuidar correctamente las toallas requiere algo más de atención.
Pocas personas se detienen a pensar que lavar toallas no es lo mismo que lavar camisetas o pantalones. Estos textiles tienen una composición diferente, están diseñados para absorber humedad y, por tanto, requieren cuidados distintos. Uno de los errores más frecuentes en los hogares es meterlas en la lavadora junto con toda la ropa sucia, sin pensar en la carga ni en el tipo de tejido que se mezcla. Esto, además de impedir una limpieza adecuada, puede hacer que las fibras se aplasten y pierdan su capacidad de absorción. También es un error habitual llenar en exceso el tambor. Cuando esto ocurre, las toallas no pueden moverse libremente, lo que impide que el agua y el detergente penetren bien en las fibras. El resultado: una limpieza superficial y la acumulación de residuos, tanto de suciedad como de productos de lavado.
¿A qué temperatura se deben lavar las toallas en la lavadora?
Uno de los aspectos más importantes a la hora de lavar correctamente las toallas es la temperatura del agua. Aunque a veces se recomienda lavar a 30 grados para ahorrar energía, este nivel puede no ser suficiente para eliminar bacterias, restos de sudor o grasa corporal. Tampoco es necesario usar temperaturas muy altas, ya que esto podría dañar las fibras o hacer que se encojan.
La temperatura ideal para lavar las toallas es de 40 grados. Este punto medio permite eliminar eficazmente la mayoría de los gérmenes y residuos sin comprometer la integridad del tejido. Además, es útil para mantener los colores, especialmente el blanco, que con el tiempo tiende a volverse grisáceo si no se cuida adecuadamente.
La elección del detergente también juega un papel fundamental. Lo ideal es optar por un detergente enzimático, es decir, que contenga ingredientes capaces de descomponer la grasa, el sudor y otros residuos que se adhieren a las fibras. Estos productos están formulados para realizar una limpieza profunda sin necesidad de recurrir a altas temperaturas o productos agresivos.
En cuanto al suavizante, aunque parezca contradictorio, no es recomendable usarlo con toallas, ya que dejan una película sobre el tejido que, con el tiempo, reduce la capacidad de absorción. Una buena alternativa es añadir una taza de vinagre blanco destilado durante el ciclo de enjuague. Este ingrediente natural ayuda a eliminar los restos de detergente, desinfecta, neutraliza malos olores y deja las toallas más frescas y suaves.
Una vez terminado el ciclo en la lavadora, hay que sacar las toallas cuanto antes y colgarlas al sol. El aire natural y la luz solar no solo secan más rápido, sino que actúan como desinfectantes naturales. Eso sí, es recomendable sacudirlas antes de tenderlas para que las fibras no queden apelmazadas.
Este consejo no es muy conocido, pero puede marcar una gran diferencia en la textura final de las toallas. Consiste en dejarlas reposar durante unas 24 horas tras el secado, antes de guardarlas en el armario. Este tiempo de descanso permite que las fibras se relajen, absorban algo de humedad del ambiente y recuperen parte de su elasticidad natural. Así, se evita que se endurezcan y se quiebren con el uso frecuente.
Cómo alargar su vida útil
Además de los consejos anteriores, hay algunas prácticas que pueden ayudar a mantener las toallas como nuevas durante más tiempo:
- Evita lavar con tejidos que suelten pelusa, como las prendas de lana.
- No uses lejía, ya que daña las fibras y acelera su desgaste.
- No planches las toallas, el calor directo aplasta los rizos y las vuelve más ásperas.
- Lávalas por separado, al menos la primera vez, para evitar que destiñan o absorban color de otras prendas.
- Cambia de toalla con frecuencia, no uses la misma por muchos días seguidos, ya que la humedad acumulada favorece la proliferación de bacterias.
Cuidar las toallas es más sencillo de lo que parece, pero requiere atención a los detalles. Desde la temperatura del lavado, el tipo de detergente, la forma de secarlas y hasta el almacenamiento, todo influye en su durabilidad y apariencia. Unas toallas bien cuidadas no sólo ofrecen mayor confort, sino que también representan un ahorro a largo plazo. Sólo se necesita una buena rutina de cuidado para disfrutar siempre de toallas suaves y limpias.