‘Japón. Una historia de amor y guerra’, la gran exposición de Madrid sobre la cultura nipona
El próximo 22 de septiembre, abre al público en CentroCentro, espacio del Área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, Japón. Una historia de amor y guerra. La exposición reúne por primera vez en Madrid una selección de más de 200 piezas pertenecientes a una de las colecciones más prestigiosas del mundo, la Colección Bartolone Gobbi, un verdadero viaje para descubrir la atmósfera elegante y refinada del país nipón a través de 11 secciones que recorren desde el periodo Edo (1603-1868) hasta el siglo XX.
La fascinación por la cultura japonesa tiene una larga tradición en Occidente, siendo alimentada en los últimos siglos a través de la literatura y de las artes. Japón, tradicionalmente ha supuesto la fantasía del lejano Oriente, la seducción de lo desconocido y, sobre todo, el modelo de una cultura donde prima la perfección, el gusto exquisito y el equilibrio entre la naturaleza y el espíritu. Emoción, estética y comunicación, son las claves para entender esta completa exposición que trata de mostrar al público a través de sus estampas, creadas por los artistas más representativos de la cultura nipona como Hiroshige, Tupamaro, Hokusai o Kuniyosh, el gusto por la naturaleza, la vida cotidiana, el amor en sus diferentes versiones, el mundo femenino con las geishas o la caligrafía como expresión estética.
La escenificación de la exposición se completa con objetos y elementos de la vida japonesa: kimonos, los samuráis y sus rituales, la importante labor de transmisión cultural del teatro Nō o Kabuki, los avances estéticos en el grabado ukiyo-e, de tanta transcendencia para las vanguardias europeas del siglo XIX y la religión zen, de rígida moral, cuyas enseñanzas son percibidas por la percepción visual y artística de estas obras. Concluye esta exposición con los shashin o fotografías, pertenecientes a épocas avanzadas y consideradas copias de lo auténtico, que simbolizan una visión global de una cultura compleja y fascinante.
La delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte, Andrea Levy, subraya que “esta muestra va a ofrecer al público la oportunidad única de acercarse al exquisito universo de la cultura japonesa a través de un recorrido por las 200 piezas originales que se exhiben en esta exposición”. En este sentido, destaca que esta muestra supone “una gran noticia para Madrid y que, sin duda, aportará un interés adicional a la oferta cultural de CentroCentro y de todos los grandes museos que se concentran en el eje”.
La exposición está producida y organizada por Evolucionarte en colaboración con CentroCentro, y muestra una selección de la colección de Pietro Gobbi y Enzo Bartolone, grandes estudiosos y coleccionistas del arte japonés.
Sobre la Colección Bartolone Gobbi
Pietro Gobbi y Enzo Bartolone están considerados dos de los mayores coleccionistas de arte japonés en el mundo. Inician a coleccionar en los años noventa, cuando la cultura nipona era aún desconocida en Europa, atraídos por su diversidad respecto a la nuestra. La colección consta de más de 350 objetos entre los que destaca una primera edición del album ilustrado Yoshiwara keisei shin bijin awase jihitsu kagami de Kitao Masanobu, que data de 1784. Se trata de uno de los álbumes impresos en color más suntuosos de todos los conocidos en la cultura japonesa.
Uno de estos ejemplares se puede admirar en el British Museum de Londres. Otra de las particularidades de la colección Bartolone Gobbi es que cuenta con objetos de uso cotidiano como tapetes o juegos de mesa que se enmarcan dentro del arte ukiyo-e.
Un recorrido del siglo XVII al XX
La exposición recorre cuatro siglos de historia a través de 11 secciones. La primera está dedicada al ukiyo-e, “el mundo flotante”, concepto que expresaba los valores hedonistas, volubles y cambiantes de la nueva sociedad burguesa de principios del siglo XVII y que desarrolló un nuevo lenguaje artístico plasmado principalmente en xilografías.
La segunda sección está dedicada principalmente al teatro Nō, el teatro clásico de Japón, al principio reservado únicamente a la aristocracia, y al teatro Kabuki, su versión más popular, cuyos actores se convirtieron en auténticos héroes de la calle.
A continuación, un apartado refleja la visión de la mujer en el ukiyo-e, con una selección de grabados dedicados a la bijn, “mujer hermosa”, estampas de geishas y cortesanas en las que el kimono es un elemento esencial en la representación, y que plasman la esencia del contexto de la nueva sociedad, las modas cambiantes, la belleza idealizada, la sensualidad, la gracia y la opulencia.
Tras un capítulo dedicado al shunga, las imágenes de la primavera, un género que abarca la amplitud del erotismo y en absoluto secundario en la producción ukiyo, dos apartados están protagonizados por los guerreros musha y samurái, donde se exhibirán, por primera vez en España, las armaduras de samuráis pertenecientes a esta colección.
El recorrido prosigue con la sección Fukei-e, dedicada al paisaje y a la dimensión simbólica de la naturaleza, donde se puede admirar la obra maestra Cien vistas del Monte Fuji de Katsushika Hokusai. A continuación, la exposición aborda las religiones: el shintō, la religión animista autóctona de Japón, que se centra en considerar que la naturaleza, en todas sus manifestaciones y formas, está animada y dotada de su propio espíritu, el kami; y en el butsu-dō, “el camino del Buda”, que se introdujo en Japón en el 552 pero nunca logró socavar las posiciones arraigadas del sintoísmo. Ambas religiones acabaron sincretizándose.
Por último, la sección 11 está dedicada a la fotografía del siglo XX. Los primeros fotógrafos japoneses experimentaron la fascinación de la pintura ukiyo, tanto por lo que se refiere a la elección de los sujetos como por el encuadre y el colorido posterior a la impresión. Pintores especializados coloreaban a mano las fotografías para imitar las estampas populares y policromadas de los artistas que trabajaron con técnicas xilográficas. De esta manera, la fotografía se erigió como uno de los principales medios por el cual el nuevo Japón quedará fijado en la eternidad.