Temporary Echoes: exposición de tres artistas en la dinámica y vanguardista galería LA BIBI
Exhiben sus obras el ucraniano Aljoscha, el ovetense Manu García y el sueco Oliver Sundqvist
Impactante muestra que parte de la intervención monumental del artista ucraniano en el espacio central de la galería
La galería LA BIBI, una galería joven y muy dinámica que tiene su sede central en Palma, en Establiments, pero que propone intervenciones y muestras en diversos puntos satelitales que pueden estar ubicados tanto en Londres como en Nueva York, está desarrollando un programa en verdad renovador, vanguardista y puntero, que el sector del arte contemporáneo de las Islas está agradeciendo de manera cada vez más entregada.
El mismo espacio expositivo central, en Establiments, es digno de competir con esos hangares de Chelsea tan afamados, el barrio galerístico actual por excelencia en Nueva York, donde se ubican esas inmaculadas naves en las que en las últimas décadas ha despuntado lo más interesante y llamativo del arte nuevo. Un espacio diáfano, enorme, perfecto para el disfrute de obras tanto de carácter y tamaño museístico como de formato domiciliario, que dispone además de otro más íntimo, anejo aunque de una dimensión también notable, donde se pueden exponer piezas de otra índole o incluso de autoría distinta (en el caso de muestras colectivas que requieren una cierta secuenciación).
LA BIBI ha irrumpido con fuerza en el panorama galerístico de Baleares y dispone también de un magnífico recinto para residencias de artistas en el corazón del antiguo núcleo de Establiments, un espacio que inicialmente lo fue de la propia galería y que ha devenido, en el plazo corto de dos años, en los talleres y residencias de artistas invitados, como vengo diciendo.
La actual exposición, Temporary Echoes, se ha inaugurado, como todas las que en estas fechas pueden visitarse en Palma, en atención a la cita de la Nit de l’Art. Se trata de una muestra colectiva reducida a tres artistas: Aljoscha, Manu García y Oliver Sundqvist.
Aljoscha es un artista ucraniano nacido en Lozova (antigua URSS) -otras referencias sitúan su origen en Glukhov- en 1974, con ya una amplia trayectoria y reconocimiento. Sus instalaciones son monumentales, museísticas y tremendamente impresionantes. La que se extiende por todo el cuerpo central del espacio de la galería, ejecutada con plásticos transparentes, resinas y otros materiales, se retuerce colgada del techo planteando formas de corte biológico, orgánico.
De hecho, él mismo dice: «Considero cada una de mis obras como un ser vivo. Personalmente creo que en el futuro, a raíz de una revolución biológica, usaremos muebles vivos, habitaremos en casas vivas y viajaremos al espacio utilizando estaciones vivas. Pero lo más emocionante será la capacidad de los artistas para trabajar con sustancias vivas, construyendo así nuevas formas de vida. El acto artístico adquirirá el sentido práctico de nacimiento».
El planteamiento, como se aprecia, es revolucionario y se radica en un futuro al alcance de la mano, que va a transformar todas las relaciones del ser humano con la naturaleza, la vida y la muerte, y por ende con el arte y la forma de interpretar la realidad. Sólo por disfrutar de la pieza extensa, enorme, de Aljoscha en el espacio central de la galería vale la pena la visita a la exposición.
Manu García, nacido en Oviedo en 1994, adscribe su trabajo a la suerte de la pintura en técnica mixta, con la utilización de óleos, acrílico, spray, etc. En sus obras, ejecutadas con la gestualidad heredada de los «salvajes» alemanes, la figura humana hace su aparición, aunque de manera desatada y desprovista de ataduras sociales o morales.
Él manifiesta sobre su trabajo lo siguiente: «En general la temática de mi obra es autobiográfica, funciona como una especie de diario, centrado sobre todo en la idea de habitar y acercarse al mundo desde la actividad artística; partiendo de la idea de juego, no entendiendo esto como algo no serio, generando imágenes y espacios para relacionarme con el resto y conmigo mismo; uniendo aspectos que aparentemente están alejados de lo lógico, en un campo donde puedan compartir espacio pulsiones primitivas con la estética fragmentada de lo virtual, donde lo importante puede estar en un lazo con otras personas, en un color, en un objeto o en una huella; cayendo constantemente en situaciones contradictorias donde lo festivo puede ir de la mano con el miedo y con la risa».
En LA BIBI pueden verse tanto lienzos de gran formato como toda una serie de «retratos» en formato menor. Muy interesante todo su trabajo y digno de verse también.
Por último, la exposición Temporary Echoes incluye una serie de instalaciones escultóricas de Oliver Sundqvist, artista nacido en Estocolmo en 1991. Sus obras, esculturas ejecutadas con materiales diversos (madera, conglomerado, plástico, etc.), acabadas con textura rugosa (lo que las emparenta con lo que se ha venido en denominar «arte bastardo»), presentan también un colorido despreocupado, casi insultante, que golpea la vista del espectador como una llamada firme a que su presencia sea admitida en el nuevo horizonte plástico, en la nueva realidad que se está abriendo el camino en esta primera parte del siglo XXI.
Tal vez la obra que a mí me ha interesado menos de esta exposición, no debe de todos modos obviarse su descaro y su espíritu dionisíaco, que irradia una extraña y nueva alegría sólo apta para gentes con ansias de hollar el nuevo mundo.
En definitiva, una exposición muy notable, que planeta nuevos retos al espectador y que sólo se mantendrá una semana más antes de que en el magnífico espacio se inaugure la nueva exposición que promete, del dúo finlandés Grönlund-Nisunen, en esta ocasión acompañado en una parte de la propuesta por Mario Klingemann. Una exposición que promete, vista la anterior del dúo en la Nit de 2022.