Arte

Un paseo por la ferias de arte de Madrid con presencia de las galerías de Mallorca

A ARCO han acudido este año seis galerías mallorquinas, entre ellas, Pelaires, que no se ha perdido ninguna cita en este evento

Lo que se percibía en el ambiente de la feria del Campo de las Naciones era un cierto hastío, una palpable renuncia a la generación de incomodidades por parte de los artistas invitados

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Una visitante contempla una obra en ARCO 2022.

La última semana del mes de febrero ha sido la señalada para celebrar en Madrid varias ferias y encuentros de arte, recuperando la presencialidad que la pandemia del Covid-19 había suprimido en los dos últimos años. Una cita importante para comprobar el estado de salud del sector, puesto que el mercado del arte es especialmente sensible a las crisis. Cuando la situación económica o social se complica, entre las primeras cosas que la gente decide privarse es de todo lo superfluo, y como se sabe el arte es tal vez lo más etéreo e inservible (casi por propia definición) que uno puede encontrarse.

A la clásica cita de ARCO hace varias ediciones que se han sumado otras ferias de menor tamaño, como Art Madrid, Drawing Room Madrid, Just Mad, o este año la cita del Colegio de Arquitectos UVNT Art Fair. A ello hay que añadir la inauguración en paralelo de diversas propuestas en galería y espacios comerciales, como han sido en esta ocasión, en lo que a artistas mallorquines se refiere, la exposición individual en la galería Álvaro Alcázar de la obra reciente de Guillem Nadal, o el despliegue de 42 piezas de la interesante serie Chirality en la fachada de El Corte Inglés de Preciados de Santiago Picatoste.

A ARCO han acudido este año seis galerías mallorquinas, si bien una de ellas, la Kewenig, aparecía con filiación de Berlín, ya que allí se ubica la sede central. Las otras cinco son la clásica Pelaires, que no se ha perdido ninguna cita en este evento desde su nacimiento; Horrach Moyá, que ya lleva varias ediciones acudiendo a la cita; y las más jóvenes L21, Fran Reus y Baró, ésta última de muy reciente aparición.

Lo que se percibía en el ambiente de la feria del Campo de las Naciones, en mi opinión, era un cierto hastío, una palpable renuncia a la generación de incomodidades por parte de los artistas invitados, un cierto miedo al presente y al futuro, tan cargados ambos de tensiones hasta entonces desconocidas. Para echar en falta, este año ni siquiera ha aparecido la típica obra revulsiva, esa que sale en el telediario y que en general incomoda a buena parte del personal, y que además sirve como incentivo de marketing irresistible, sea una efigie de Franco en un congelador o las fotos de presuntos presos políticos donde aparecen políticos presos.

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Una obra de Guillem Nadal.

Se notaba también una pérdida de peso de algunos géneros de último abordaje, como la fotografía o el vídeoarte, para mayor gloria de la pintura y de las instalaciones formalmente atractivas, de carácter eminentemente decorativo, que denotaban una clara renuncia a cualquier tipo de fundamento teórico-artístico en aras de secuenciar la amabilidad y la tibieza ante los ojos melifluos de los posibles nuevos coleccionistas.

Arte blando y adscrito a la búsqueda de la “feliz idea”, el truco fácil. ARCO ha devenido, como bien dice María del Corral, una de sus principales impulsoras, una feria donde se manifiesta aquello de que “el arte es para todos los públicos”, cosa que es una falsedad catedralicia o, de resultar cierta, que lo equipararía a los programas basura de las cadenas televisivas generalistas. 

La percepción es que las grandes firmas, los Richter, Kapoor, Meese, Chamberlain, etcétera, no recalan ya en Madrid como lo hicieron en alguna ocasión memorable anterior, sino que tal vez lo más cerca que lo hacen ahora sea en Basel allá por junio.

En la feria de Cibeles, Art Madrid, otra galería mallorquina presentaba stand: la galería MA, donde también podía uno acercarse a la obra de otro mallorquín, Andrés Planas, en esta ocasión en su versión más elegante y de pulcra estética. También, en el stand de una galería de Barcelona presentaba obra el mallorquín citado más arriba, Picatoste La feria es de dimensión reducida, abordable, y para un recorrido de media jornada es la feria perfecta.

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Una obra de Plensa en ARCO 2022.

Muy recomendable ha sido la edición de este año de Drawing Rooma Madrid, en el Palacio de las Alhajas, una feria fundada en 2016 por la comisaria Mónica Álvarez Careaga. Allí se pudo encontrar un nuevo valor, el portugués Francisco Méndez Moreira, cuyas composiciones, rebosantes de color, de materia y de imaginación, son en verdad espléndidas.

Por último la feria del Colegio de Arquitectos, UVNT Art Fair, dedicada al arte urbano, se proponía como la más rompedora, si bien hace ya lustros que este tipo de actuaciones, la mayor parte sin control (los famosos graffitis), o murales que afectan a todo el mundo sin haber sido consensuados (como la intervención de José Luis Mesas en el hotel palmesano de Marqués de la Cenia), han pasado a ser consideradas de manera más crítica, o en todo caso a servir de base a debates sobre la liberalidad que deben o no otorgarse a su realización e inclusión en el imaginario colectivo.

El paseo por Madrid para un isleño, pues, resultaba interesante como termómetro del estado del arte en el momento actual. Y lo que ha quedado claro es que con la pandemia, la crisis ruso-ucraniana, la carestía de las materias primas y la energía, etcétera, lo último que parece que debe enfocar la preocupación de la gente en general es justamente el arte.

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