Un okupa pasa el confinamiento en un chalet con piscina y obliga al propietario a vivir de alquiler

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Borja Jiménez

La impunidad de los okupas está llevando a casos tan extremos como la de una joven pareja de Gines (Sevilla), que está viviendo de alquiler en un pequeño piso desde el pasado mes de febrero porque un delincuente se ha instalado en su chalet. «Ha pasado el confinamiento en mi chalet con piscina, mientras yo pagaba un alquiler en un piso pequeño con mi mujer y mi hijo recién nacido», señala a OKDIARIO el afectado, que señala que se trata de una mafia, toda vez que hablamos de los mismos okupas que se han instalado de forma violenta en Espartinas.

El afectado explica a este periódico que, una vez pagaron la señal del piso el 19 de febrero, un okupa se instaló en su chalet de Gines (Sevilla), provocando que, junto a su mujer y su hijo recién nacido, tuvieran que alquilar un pequeño piso de emergencia. «El okupa ha pasado el confinamiento mucho mejor que nosotros», explica el propietario.

«Me ha ocurrido algo muy parecido (al okupa de Espartinas). Hemos comprado una casa, en Gines en este caso. Dimos una señal, y antes de finalizar la compraventa, en esos días se mete un okupa que dice que no se va. Es una casa a la que no te vas por necesidad, no es un piso, es una vivienda con un jardín y con una piscina, mientras que ahora tenemos que vivir de alquiler en un piso pequeñito de dos habitaciones», explica el afectado.

Una mafia

Según explica el propietario del piso okupado en Gines, se trata de una mafia, pues a través de los medios de comunicación sus vecinos reconocieron a los okupas de Espartinas como los mismos que okuparon su casa.

«Los vecinos de la casa me comentan que al ver las imágenes de estos días de la casa de Teresa han reconocido a las personas, que también estuvieron en la casa que yo he comprado con mi mujer. Son los mismos que estuvieron toqueteando el contador. Nos dicen que son los mismos», señala el propietario de la vivienda, que recuerda que no es «cuestión de necesidad», sino que es «un negocio negro». «Es una mafia que entra en las casas, se apoderan de ellas, y luego lo venden», denuncia.

«Nos cogió todo el confinamiento y el pobre okupa ha disfrutado de la piscina, con todo enganchado, y ha vivido el confinamiento mejor que yo», concluye el afectado, que nada puede hacer ante la total impunidad del okupa que se aloja en su casa.

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