Los gorrillas se expanden por la Sevilla de Espadas ante el hartazgo ciudadano: «Se les paga por miedo»

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Borja Jiménez

La inacción del socialista Juan Espadas, alcalde de Sevilla, ante la expansión de los gorrillas -quienes exigen dinero por señalar los huecos libres a los conductores-, ha propiciado el caos en algunos lugares de la capital hispalense, toda vez que estas personas ya han llegado a barrios como Los Remedios o Triana.

En la Macarena, frente a un colegio, un hospital, la Universidad de Sevilla y el Parlamento de Andalucía, la plaga de gorrillas es descomunal. Los vecinos se muestran completamente contrariados. «Yo les pago. Nunca sabe uno qué puede pasar», asegura uno de ellos, a quien preguntamos que si lo hace por miedo, y responde, a grandes rasgos, que prefiere pagar: «Si tuviera que aparcar todos los días en un sitio con gorrillas sí que sería un poco… pero al ser algo circunstancial, prefiero pagar».

«Al final la gente se cansa de tener que pagar un euro como mínimo… Pero es que si no te expones a que te hagan algo en el coche. Se paga por miedo, por lo que le puedan hacer al coche», afirma otra vecina.

«Al final la gente se cansa de tener que pagar un euro como mínimo… Pero es que si no te expones a que te hagan algo en el coche»

Otro hombre, que espera frente al colegio para recoger a su nieto, dice que le parece «mal» la situación, porque ahí «no deberían estar». «Ni aquí ni en ningún otro sitio de Sevilla», concluye.

 

Un vecino que pasea al perro, y que vive justo frente al colegio, señala al Ayuntamiento del socialista Juan Espadas como culpable de lo que sucede, no sólo por permitir a los gorrillas en sí, sino por la conflictividad de la zona: «Claro que el Ayuntamiento es culpable. Si salen de la cárcel y los meten aquí. Si vieras las peleas que hay… No te lo puedes ni imaginar. Y prenden fuego a contenedores. Los hay que, por desgracia, por la equivocación que hayan cometido, se encuentran ahí sin querer. Pero los hay muy conflictivos. Enganchados, heroinómanos, cocainómanos… Y van a lo que sea, a lo que sea».

«Es lo que hay. Yo les pago cuando puedo, no siempre. Les pago por miedo, evidentemente. Por miedo a que le hagan algo al coche», asegura otro hombre que suele pasar por la zona que, cuando se le pregunta si es una extorsión, se resigna: «Bueno, ya…». Como el resto de sevillanos, acostumbrados ya a esta situación del impuesto obligado a los gorrillas por aparcar.

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