La unidad a ti debida

La unidad a ti debida
La unidad a ti debida

Diría que mi memoria política empieza ese día. Solo tenía quince años. Pero recuerdo muy bien aquellos días. Sobre todo, la reacción de la calle. Las manos blancas, los gritos de ‘basta ya’ y las fotos en alto de Miguel Ángel Blanco. Aquellos días marcaron probablemente a mi generación y nuestra manera de ver la política, desde la unidad en la defensa de la libertad, de la democracia y el más absoluto rechazo y repulsa a cualquier forma de violencia.

Hoy se cumplen 25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco y, si bien su legado sigue vivo, porque con él se marcó un punto de inflexión en nuestro país que aceleró en la siguiente década la victoria del Estado y de los demócratas sobre la banda terrorista ETA, hoy debemos trabajar para que todos aquellos crímenes, todas las pérdidas de hijos, padres, madres, hermanos, a manos del terrorismo, no se olviden. No podemos fallarles, no podemos fallar a su memoria. Sin duda hay que trabajar para la concordia, pero la concordia no se puede construir a costa de la memoria de las víctimas, sino que debe levantarse sobre su reconocimiento y reparación y sobre la condena más enérgica de la violencia.

Por todo ello, no podemos permitir que muchos de nuestros jóvenes no sepan lo que ocurrió, quién fue Miguel Ángel Blanco o todas las atrocidades de ETA. Para ello, no sólo es imprescindible una importante labor de pedagogía, difusión y reivindicación, sino que tampoco podemos permitir que algunos quieran reescribir la historia y que quieran imponer su falso relato de los hechos.

Tenemos que trabajar por recordar que sencillamente hubo una banda que instauró durante décadas el terror en el País Vasco y que lo replicó con atentados y asesinatos por toda España; que hubo unos verdugos y unas víctimas, inocentes y asesinadas únicamente por sus ideas de libertad, de democracia y de defensa de la unidad de España; que hubo quienes jalearon y aplaudieron a los asesinos, mientras otros lloraban las muertes de un amigo o de un familiar; que hubo quienes trataron de reventar nuestra democracia y que, ante ello, otros que no sólo no agacharon la cabeza, sino que dieron muestra de un coraje y valentía excepcional, como fue el caso de Miguel Ángel Blanco.

Todo ello, aunque algunos intenten hacer ver que es un debate lejano y ajeno a Balears, no solo nos interpela como españoles o demócratas, sino también porque fuimos el último lugar de España donde ETA mató, en aquel infame atentado de Palmanova que acabó con la vida de los guardias civiles Diego Salvá y Carlos Sáez de Tejada, evidenciando que nunca estuvimos al margen del terror; o porque tenemos hoy todavía en nuestras islas quien se muestra equidistante frente aquellos episodios, quienes quieren contribuir a la imposición de un relato que iguala a víctimas y verdugos, y quienes aplauden y felicitan a los herederos políticos de ETA.

Hoy que vemos cada día más cesiones para facilitar la imposición de un relato que pisotea la memoria de las víctimas, recordamos a Miguel Ángel Blanco, con un objetivo irrenunciable que es el de proteger su legado: unir a todos los demócratas frente a la violencia y al terrorismo de ETA. La unidad a ti debida, Miguel Ángel.

Lo último en Opinión

Últimas noticias