María Juan de Sentmenat organiza la cena del verano más «cool»

Annua Signature Hotels quiso celebrar en muy petit comité y entre amigos la apertura de su capítulo más íntimo hasta la fecha: Son Xotano, un hotel finca profundamente personal enclavado en el corazón rural de Mallorca, a las afueras del pueblo de Sencelles. La finca ocupa una possessió del siglo XII -una casa señorial rural tradicional- rodeada de olivos centenarios, viñedos en producción y campos de lavanda. En una expresión netamente mallorquina, campo, cal y limpieza, un diseño vinculado al lugar, una arquitectura entendida como forma de memoria y una experiencia que privilegia la presencia sobre la ostentación. Un sentido del lugar que no engaña través del diseño.
La visión de Son Xotano nació de una emoción. Crear un espacio que se sintiera como un regreso a casa, nos contó Álvaro Sasiambarrena, cofundador y director creativo de Annua Signature Hotels. “Un lugar donde cada textura, cada aroma, cada silencio evocara algo esencial, algo recordado.” Y así es en esta possesió, que nos recuerda a las de nuestra infancia en la que todo parecía fácil, ordenado, alegre y sin pretensión ninguna, salvo la de mantener vivo un campo y sus casas y todas las personas que vivian de su explotación. Dura explotación, por cierto. Y para celebrar tan gran acontecimiento, Alvaro quiso que Maria Juan de Sentmenat organizara una cena en petit comité que sirviera para pasar una noche entre amigos y, además, fuera el lanzamiento de este nuevo lugar que ha de regalarnos grandes momentos.
Fue una noche fantástica la que pudimos disfrutar los privilegiados que nuestra amiga del alma quiso que nos sentáramos a su mesa porque todo, absolutamente todo , de principio a fin, resulto fantástico. Buena gente, buena conversación, nadie que pudiera molestar la tranquilidad que todos estábamos viviendo entre retamas, pinos y cipreses bajo una luna creciente que iluminaba la noche cuando bajaba la luz. Además, todos valorábamos que la antigua possesió haya conservado desde el siglo XII el alma del tiempo gracias al esfuerzo de miles de trabajadores, amos y señores que lucharon para que llegara viva hasta nosotros. Nada tiene de malo que hoy sea un hospedaje turístico, porque lo son la mayoría de grandes casas de Europa que han de adaptarse a los tiempos, y por ello sobreviven.
Entrar en esa Mallorca que tanto amamos es gracias al esfuerzo de personas como Alvaro y su equipo y al esfuerzo comunicativo de mi amiga María Juan de Setmenat, la que nos regaló esta noche de verano inolvidable. Hay nombres que suenan a historia, a títulos centenarios, a jardines con fuentes escondidas donde aún revolotean las leyendas. Y luego está María Juana de Sentmenat, que no sólo suena a todo eso, sino que lo encarna con la naturalidad de quien ha nacido para llevar el peso ligero de la nobleza bien llevada.
Descendiente de una de las casas más antiguas y respetadas de la aristocracia catalana —que no se pierde en títulos ,sino que se afirma en el estilo—, María Juan es una de esas damas que no necesitan presentación, porque llegan siempre precedidas por su elegancia -estrambótica o serena, pero siempre elegancia-, su sonrisa socrática y ese savoir faire que no se aprende: se hereda y se cultiva. Menuda madre y abuela ha tenido la suerte de tener como maestras, doña María Fontcuberta, condesa de Ribas, y Beatriz de Tejada, madre más que amiga, pero amiga del alma cuando hay que serlo.
Amigas de reinas y confidente de artistas, musa de cronistas -¡presente!- y presencia imprescindible en todo aquel acontecimiento donde el protocolo exige algo más que presencia: exige clase. Ha sabido estar, sabiéndose estar, como decía mi abuela. Y en tiempos en los que todo se compra, ella sigue siendo inimitable precisamente porque no se vende.
La he visto en mil jardines, bajo las luces doradas de la Mallorca más bella, siempre discreta, siempre cómplice, con esa mirada que todo lo capta y que todo lo perdona menos la vulgaridad. Conversadora, voraz aprendiz, y poseedora de una ironía tan afilada como elegante, que sólo despliega con quien lo merece, y sólo si el champán es bueno.
María no necesita redes sociales porque su vida ya es una novela ilustrada por Goya y corregida por Truman Capote. En ella coinciden la gracia de una señora de antaño y la inteligencia de una mujer del siglo XXI que ha sabido navegar las mareas de la modernidad sin perder el timón de su linaje. Nunca jamás. Ni me lo deja perder a mí, si es necesario. Por eso no es extraño que para la gran noche de ayer reuniera a un grupo tan excelso en logros, y no solo a pijos o pretendientas, porque para pijo yo. María sentó a la mesa, perfectamente dispuesta, a su prima Agatha Ruíz de la Prada. Javier Aguirre y su mujer Noemí Sanimm, Beltrán Gomez-Acebo y su mujer Andrea Pascual, Marta Sánchez y su novio Federico León y Emiliano Suárez y su mujer Carola Baleztena. Casi nada.
Además también se sentaron a la mesa el artista Miguel Caravaca y su mujer Marina Amores, la artista Susy Gómez, Marcos Ybarra y su novia Flavia Moreno (directora de comunicación de Chanel en España), Alberto Tomás y Frank Vicent y mi estupenda Angels Mercer, Patrick Popp y María Juan de Sentmenat por supuesto pendiente de todo y de todos. Presidia Iñaki Sasiambarrena, CEO y propietario de Son Xotano, que pertenece a la cadena de hoteles Annua Signature Hotels como ya les he contado antes. Maria Juan De Sentmenat y Lerdo De Tejada hoy es, simplemente, una leyenda viva de nuestra sociedad. Y como todo lo que realmente importa, no está de moda: está por encima de ella.
Cenamos, gracias a la maestría del chef, un ágape emocional, preciso y guiado por el producto autóctono, elevando los ingredientes humildes de la despensa mallorquina -garbanzos, algarroba, cítricos- y transformándolos en platos que son a la vez nostálgicos y contemporáneos. Y es que en Son Xotano, el kilómetro cero no es un concepto: es una forma de vida. Los ingredientes provienen de fincas cercanas o se cultivan directamente en la propia finca: sopa fría de ajoblanco sobre verduritas de temporada y sardinas, lechoncita asada con cremoso de patata y y de postre salsa fría de vino tinto sobre frutos rojos y crema mascarpone . Y hasta aquí puedo contar, porque con Maria las noches lo son de verdad. Nada de cursilerías.





