Trabajo reinventa el comunismo mágico

Trabajo reinventa el comunismo mágico

El nuevo director general de Inspección de Trabajo y Seguridad Social, el diputado de Podemos Héctor Illueca, ha resuelto de un plumazo el problema de los 3.163.605 parados que existen en España. Que el Estado los contrate a todos y asunto zanjado. El dirigente de la formación de ultraizquierda ha desarrollado en distintos textos  su propuesta de una contratación generalizada a cargo del Estado, que considera avalada por una «importante base científica» y necesaria para «erradicar el desempleo ocasionado por la crisis del capitalismo».

Según Illueca, «la transformación del Estado en empleador permitiría no sólo alcanzar el objetivo del pleno empleo, sino también detener y revertir el deterioro acelerado de las condiciones de trabajo que se viene produciendo en España desde que estalló la crisis económica». Así, el jefe de la Inspección de Trabajo considera que «la apertura de un proceso constituyente en España abriría la puerta a la ampliación del todavía limitado elenco de derechos sociales fundamentales, otorgando el máximo rango normativo a demandas democráticas como el derecho a la vivienda, el derecho a la salud y, por qué no, el derecho al trabajo, que sería inmediatamente exigible por su titular e indisponible para los poderes públicos».

Según el ministro de Consumo, Alberto Garzón, que en su día recogió el guante de Illueca, si el salario oscilaría entre los 900 y 1.200 euros brutos mensuales, en doce pagas, para una jornada de 35 horas semanales, además de un 12% del tiempo dedicado a formación, el plan de empleo para todos supondría un desembolso inicial de 15.000 millones de euros. Será por dinero.

Resulta absolutamente surrealista que alguien que defiende un plan de empleo tan atrabiliario ocupe una alta responsabilidad en el Ministerio de Trabajo. Se entiende por el hecho de que al frente del mismo se haya colocado a una comunista como Yolanda Díaz, cuyo tándem con Illueca puede marcar época. Las medidas del director general de Inspección del Trabajo provocarán, sin duda, estupor en Europa, donde las recetas comunistas son sinónimo de esclavitud y miseria. En cualquier parte del mundo desarrollado, una idea como la de Illueca sería calificada de despropósito absoluto, pero en esta España de Gobierno socialcomunista el luminoso plan de este podemita le ha permitido llegar a director general del Ministerio de Trabajo. Cuerpo a tierra.

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