¿Por qué será que los relatores de la ONU siempre compran la versión de la izquierda?

¿Por qué será que los relatores de la ONU siempre compran la versión de la izquierda?
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Que el perfil  de los relatores de la ONU está marcado por el mismo patrón -progres de salón al servicio de la izquierda- no es una ninguna novedad, pero en ocasiones como ésta convendría detenerse a analizar la figura del tal Fabián Salvioli, uno de los tres relatores de la ONU que han instado al Gobierno español -tras una denuncia presentada por el propio Ejecutivo- a «tomar las medidas necesarias» para preservar la autodenominada Ley de Memoria Democrática frente a las leyes de concordia impulsadas por el Partido Popular y Vox en varias autonomías, para concluir que los técnicos de Naciones Unidas están, en su inmensa mayoría, más cerca de los postulados del socialcomunismo y del separatismo que otra cosa.

El argentino Salvioli -actual Relator Especial de la ONU sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición- fue, en 2017, el experto en el que se apoyó el Ejecutivo de Íñigo Urkullu para elaborar un informe a medida para defender la legalidad de la ley vasca que da amparo a supuestas víctimas de «abusos policiales», sin necesidad de sentencia judicial y con la única acreditación de una «comisión de valoración»  de perfil político. En aplicación de la norma, el Gobierno vasco ha llegado a reconocer como víctimas a dos etarras que murieron en una operación de la Guardia Civil en 1972  -José Benito Mujika Xenki y Mikel Martínez de Murgia Murgi- afirmando que sufrieron «una ejecución arbitraria o extrajudicial». Esta gente de la ONU entiende la violación de los derechos humanos de forma desigual y tiende a ponerse del lado más de los verdugos que de las víctimas, siendo muy comprensiva con el dolor de las familias de los etarras y muy distante del sufrimiento de las víctimas de ETA. Ahora, el tal Salvioli se abraza a la Ley de Memoria Democrática de Pedro Sánchez con tanta pasión que un día de estos se despacha con la matraca del ‘fango y la extrema derecha’. Y si no, al tiempo.

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