¿Por qué les molan tanto los asesinos?

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Iglesias y Errejón, rodeados por los diputados de Podemos a las puertas del Congreso (Foto: Efe)

El radicalismo y la estupidez tienen en común que sus respectivas trayectorias son infinitas. La demostración es diaria, pública y, sobre todo, notoria por parte de Podemos. Ningún demócrata convencido puede entender cómo a un grupo político tan mayoritariamente joven, con gran parte de sus componentes educados en la democracia constitucional que nos cobija, les puede atraer hasta la connivencia tendencias tan oscuras como ETA o las dictaduras misántropas de Irán y Venezuela. La práctica totalidad de la cúpula podemita rinde una genuflexión servil cada vez que tienen que hablar de la banda terrorista o de los petroestados de Caracas y Teherán. Si lo analizamos desde el materialismo más perentorio, no es de extrañar: de uno beben intelectualmente y del otro comen con abundancia, financiación mediante. No obstante, si el análisis es cívico, moral y ético, la conclusión es repugnante a la par que peligrosa ya que estas cabezas pensantes pueden acabar con mando en plaza dentro del próximo Gobierno de España.

El portavoz de Podemos en el Congreso, Íñigo Errejón, defiende a los presos etarras. Juan Carlos Monedero, embutido en su disfraz de mártir, dice que «sufre tantos ataques por defender a Venezuela, como la gente que defiende a ETA». Guillermo Zapata se ríe de las víctimas del terrorismo en las redes sociales y, por si no fuera suficiente en el camarote podemita, aparece el otro hermano Errejón, Guillermo, para ensalzar a los proetarras de Bildu y despreciar a esos mismos «maderos» a los que pretende dirigir Íñigo. Una Policía que, por otra parte, se encarga de asegurar las libertades individuales de las que disfrutamos en este país desde hace casi cuatro décadas. Resulta triste comprobar cómo personas tan jóvenes nacieron tan viejas. Obsesionados con hacer propaganda de cualquier actividad pública, enfermos de una nostalgia incomprensible y seducidos por dinámicas atroces. Una nueva política con ideas e inclinaciones tan caducas que parecen salidos de la casta más recalcitrante.

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